Cataluña y su gobernabilidad piden a gritos celebrar elecciones; votar es urgente, cambiar el ritmo, salir de un convulso inmovilismo político que no nos conduce a ningún lugar más que al abismo constante. A la batalla campal en el Parlament entre los que sueñan la independencia y los que defienden la Constitución, y así hora tras hora, día tras día. Votar ya era urgente en enero de hace un año, cuando estábamos con lo de la mesa de diálogo y el expresident Quim Torra anunciaba que iba a convocar elecciones pero nos cayó la pandemia y ahí nos quedamos, en la pandemia. Ahora tocan, y es urgente decidir el futuro gobierno catalán tras diez años de deriva, de intento fallido de proclamar la independencia y de partidos secesionistas que no se ponen de acuerdo ni en cómo ni en cuándo hacer lo que prometen a su electorado. De políticos encarcelados, de vivir permanentemente el peso de la Justicia sobre la política, de la falta de diálogo, de la falta de negociación, de no avanzar, de no salir de un bucle que ya hace demasiado tiempo que se ha convertido en la rueda de un hámster.
Cataluña está en el ranking de las primeras siete comunidades que peores datos ofrecen cada día. Y aún nos falta saber los efectos de los encuentros en Nochevieja y Reyes. Y en paralelo, el rastro que ha dejado la segunda cepa de la covid que nos ha llegado a través de los más de 400.000 turistas británicos que hemos tenido en los últimos meses en nuestro país. Por mucho que Fernando Simón nos diga que va a ser “marginal”, si no tenemos ni rastro de esta segunda cepa nos podemos esperar lo peor. De momento, que se sepa, tenemos sólo unos 70 casos controlados. No hay que confiar.
Por ello y por todo, porque las UCI están cada vez más saturadas, porque los datos no se espera de momento que vayan a mejor, sería coherente suspender las elecciones catalanas
Por ello y por todo, porque las UCI están cada vez más saturadas, porque los datos no se espera de momento que vayan a mejor, sería coherente suspender las elecciones catalanas. Coherente si hubiéramos aplicado la coherencia durante toda la pandemia. Pero que ahora vengan y nos digan que las cosas están tan mal con la covid, que vienen malos datos y que debemos suspender las elecciones del 14-F es de traca cuando nos hemos saltado a la torera todas y cada una de las indicaciones marcadas por la ciencia.
Los científicos nos decían que canceláramos la Navidad, pero hicimos caso omiso y ahora recogemos los frutos. ¿Ahora resulta que vamos a poner por delante la salud antes que ir a votar? Resultaría increíble. O todos los partidos se ponen de acuerdo y deciden suspender la cita con las urnas o va a ser evidente que a una parte le va a venir muy bien cancelarla, como por ejemplo a ERC, para recuperar margen y poder defender su gestión ante este drama diario de la covid; o a Ciudadanos, que las encuestas les dan a la baja. No va a beneficiar al PSC, que perdería el impacto causado por poner de cabeza de lista al ministro de Sanidad, Salvador Illa. Nos jugamos mucho y la participación, en plena pandemia, también resulta más que nunca un factor clave. En 24 horas sabremos la sentencia final, si votamos el 14-F y nos garantizan poder votar con seguridad o bien se posponen sine die unas elecciones necesarias y urgentes. Vaya incierto 2021 nos espera. Nada más empezar ha generado un desasosiego con los datos de la covid, con la vacunación a paso de tortuga y con Filomena de aúpa. Cuídense, con mascarilla siempre.
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