Me equivoqué. Pensé hasta el último momento en un acuerdo que evitaba las elecciones, pero no calibré en su justa medida que el presidente en funciones no sabe compartir nada. O él o la aventura, y por lo demás no contempla ninguna aventura que no capitanee él mismo. Hasta ahora yo creía que se trataba de un líder sobresaturado de malas artes y megalomanía. Me equivocaba concediéndole inclinaciones propias de todo profesional de la política, y no es eso. Estamos ante un mentiroso compulsivo, un jugador inclinado al chantaje y la extorsión del adversario. Pedro Sánchez es un tipo peligroso que ha convocado elecciones; porque ha sido él quien las convocó y con el agravante para sus adversarios de que las va a abordar en su condición de presidente.
¡Preparémonos para la carnicería y el vaciado de alcantarillas que dirige Pedro Sánchez! Como aperitivo, el alcalde socialista de Valladolid, un barrendero de la política de la cantera Sánchez, nos ha deleitado con una foto de paparazzi meritorio. ¡Pablo Iglesias y Albert Rivera toman café! Y añade este patán el recuerdo de otro café entre Aznar y Anguita de hace décadas, una memoria imborrable que debería avergonzar a cualquier socialista digno que viviera aquella falacia instrumental. Ahora ha abierto la ronda Óscar Puente, sanchista fetén, cuyo rasgo biográfico más notable es el de Cofrade del Cristo de la Buena Muerte, casi una metáfora. Su inclinación ganadera hacia Pedro Sánchez le hizo ser alguien, además de furibundo defensor de las procesiones de Semana Santa.
De poco importó que su candidatura a la alcaldía de Valladolid obtuviera en su primera presentación la quiebra más importante de los socialistas en la ciudad. Este prenda gobierna en la ciudad gracias al apoyo de una marca blanca del supermercado de Podemos, así es la vida. Pero es significativo que haya sido él el primero que mueva el badajo de la campana, que no campaña, que nos espera. Es un prototipo de empleado del alcantarillado municipal y ese cuerpo está llamado a dar mucho juego.
Tampoco es un detalle desdeñable el que la foto de marras rompía una de las pocas tradiciones dignas del Parlamento, que prohíbe la intromisión de cámaras en los únicos lugares de consenso, como la cafetería. Se ha hecho con el ánimo de señalar a los enemigos a abatir. ¡Pablo Iglesias y Albert Rivera tomándose un café! Horror, qué contubernio para quienes son capaces de las jugadas más sucias y chumaceras en Cataluña, Euskadi, Navarra o donde tercie.
De los dos el que va a sufrir mayor acoso en el mejor estilo de la pareja de género -Sánchez el cínico y Carmen Calvo ¡milana bonita!- no será otro que Albert Rivera y Ciudadanos. Podemos Unidas ha salido tan trasquilado de la negociación trampa que le tendió Sánchez que no le va a ser fácil asumirlo, por más que lo intente a su manera, como ocurrió en la caída electoral, que la pasó sin darse por enterados. Para estos académicos aspirantes lo que no se puede enunciar no existe, y si alguien pía se echa mano de Wittgenstein y a otra cosa.
Ahora el objetivo de la artillería mediática va a concentrarse en Ciudadanos. Hay que convertirlos en los culpables de ir a elecciones
Lo que tuvieron de patetismo los últimos gestos de Podemos ante Sánchez y la ciudadanía no son fáciles de olvidar: contemplar con pasmo cómo Pablo Iglesias, de profesión los cielos, pedía al Rey que mediara para formar un Gobierno de coalición, aquello que se denominó borbonear en pasados tiempos. Estos politólogos urbanos no parecen tener ni idea de los límites que un partido, o un conjunto de tribus partidarias, no pueden traspasar sin caer en el ridículo de su ignorancia. Las republicanas Unidas Podemos pidiendo a un monarca que fuerce las reglas para facilitarles entrar en el gobierno. Si Pablo Iglesias, el fetén, el que nació en Ferrol, hubiera llegado a conocer esta añagaza de sus presuntos herederos… hasta se hubiera reído, él, que carecía de sentido del humor.
Ahora el objetivo de la artillería mediática va a concentrarse en Ciudadanos. Hay que convertirlos en los culpables de ir a elecciones. Ya el César lo habrá declarado a su grey partidaria: delenda est Ciudadanos. La estrategia no podrá ser la misma que se utilizó con Vox, porque en aquel caso se trataba de una operación militar de rebote. No se atacaba al adversario, sino que se acojonaba al personal anunciándole de la catástrofe que le amenazaba. Vox podía ganar y sobre todo contaminaba, aseguraban. ¿A cuántos que ahora lo niegan escuché yo dar por bueno que Vox quedaría el segundo y que la única contención era apoyar a los primeros? ¡Qué cándida fantasía! El peligro no estaba en la extrema derecha sino en el partido de Sánchez que inventaba un enemigo que asustaba a propios y extraños; y le podía facilitar la mayoría absoluta. El globo de deshinchó y los jaleadores del trifachito como espantapájaros no se preguntaron nada. La ciudadanía es pastueña y no se atiene a la vieja idea de Marx de que la sociedad se plantea problemas que está en condiciones de resolver. Entre otras cosas porque no es cierto; la realidad no enseña nada al que no quiere mirarla.
La supuestamente errática política de Albert Rivera hacia Sánchez y el PSOE se demostró la única posible para no enredarse en el ridículo de las Unidas Podemos. Es verdad que se dejó muchos pelos en la gatera y le llovieron las más frívolas críticas de ese socialismo emboscado que está a la espera de que le caiga algo mientras mantiene la agudeza y la altura de miras. Habría que desterrar la referencia a la altura de miras, no por falsa sino por cínica. La altura de miras se mide siempre en función de los intereses de quien la enuncia. ¿O es que se creen ustedes, después del agua que pasó bajo los puentes, que un Gobierno de coalición con Pedro Sánchez y con dignidad era posible?
Ni he votado en mi vida a Ciudadanos ni les votaré nunca, menos aún soy socio fundador, esa variante de la inteligencia mediática a la búsqueda de “un destino en lo universal”. Pero con un carterista no te sientas a negociar porque te dejará sin blanca. Ahora las baterías de Sánchez, comandante en jefe que organizará la batalla desde el puesto de mando privilegiado de la presidencia del Gobierno, apuntan a Ciudadanos como el enemigo a aniquilar, y lo que quede, contra Podemos. Será una lucha sin cuartel ni piedad por alcanzar el ansiado monopolio del territorio. Urnas para creyentes o para sicarios.
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