Opinión

La base (y no el techo) de Vox en Cataluña

Elecciones catalanas: aquí es donde más se vota a Vox
Santiago Abascal en un mitin en Barcelona Europa Press

En las últimas elecciones autonómicas de Cataluña han sucedido varias cosas extrañas incluso para ese manicomio político. Algunas son difíciles de explicar para alguien de fuera. Como que Puigdemont, un huido de la justicia (permitido por el Gobierno de Mariano Rajoy Brey), tras dar un golpe de Estado pueda ser candidato a la presidencia (también es eurodiputado permitido por la Europa), cuando no puede ni entrar en España al tener una orden de arresto desde entonces. Ha quedado segundo en las elecciones con 35 escaños, 675.000 votos y es quien decide el futuro de Cataluña, una vez más, y el de España, una vez más.

Aragonés ha dimitido de ERC para pasar a la mejor vida con sueldo de expresident. Junqueras medita si pactar con Sánchez un Gobierno en Cataluña para torpedear a quien le abandonó al huir en el maletero de un coche. El marido de Begoña “African Center” Gómez en una de sus jugadas políticas baloncestísticas podría aprovecharse de este colapso y convocar elecciones generales. Para él todo serían ventajas, es un hombre de riesgos y los tertulianos lloran cuando él llora y ríen cuando él ríe. Con esa convocatoria, Sánchez mantendría a sus socios independentistas amarrados. Y si hay que darles un cupo catalán, la expulsión definitiva de la Guardia Civil y la Policía Nacional de Cataluña, (den ambas por hechas) y un posible referéndum-consulta pactado en la próxima legislatura, no hay problema. Eso son cosas que afectan a España y a los españoles, no a Sánchez, ni al PSOE. Además, esa convocatoria anticipada beneficiaría al presidente “muy enamorado de su mujer”. En la dictadura emocional que se ha implantado en España se amnistía todo delito del candidato si las urnas le respaldan con un mínimo de votos. No hace falta ni mayoría.

VOX puede estar ante su base, no ante su techo, y crecer si lo hace bien. No debe acomodarse

La segunda cuestión más extraña que ha sucedido son los decepcionantes resultados del bloque no independentista, donde no está el PSC, y la entusiasta celebración del Partido Popular con aplausos eufóricos incluidos a Feijoo en Génova (no al candidato). La traición a España del Partido Popular de Rajoy en el 2017 es algo peligroso de olvidar, por la posibilidad de que lo vuelvan a hacer, como Junts con los que han vuelto a coquetear, especialmente cuando el partido entero siguen paseando al expresidente gallego como referente. Sin duda lo es, pero de las rendiciones. Los catalanes los castigaron y pasaron de 11 diputados a 4, y en 2021 a 3. En 2024 Feijoo no quería de ninguna manera nombrar a Alejandro Fernández como candidato, al que identificaba con un discurso “duro” con el independentismo, pues temían que pudiese ahuyentar el voto de PSC o incluso de alguien de Junts, (a esto juega Génova). Ahora ha conseguido que parte del electorado olvide lo que hizo su partido en 2017 con la intelectualidad catalana de izquierdas a la cabeza, y suba a 15 escaños en las elecciones donde Ciutadans, el partido que estos fundaron, haya desaparecido al sacar cero escaños.

Y aquí está la cuestión fundamental para entender que el PP ya ha tocado techo en Cataluña, o casi, siempre que el PSC esté fuerte, y lo estará con la islamización creciente, mientras que Vox puede estar ante su base. En estas elecciones el partido de los de Abascal se ha mantenido en sus 11 escaños, con una subida de 30.000 votos principalmente por el voto joven. Hay varias cuestiones que indican que esta es la base sólida de Vox y no su techo.

En primer lugar, el electorado de Ciudadanos ya se pasó a Vox en las anteriores elecciones, a diferencia del PP. Hay algo que olvida la intelectualidad centrista actual y es que si Ciudadanos llegó a ser hegemónico en Cataluña y tuvo su auge en el resto de España, no fue gracias a ellos que venían del PSC (y mañana podrían volver, cualquier cosa menos una opción de identidad española). No fue porque levantasen la Constitución, sino porque Ciudadanos levantó la bandera de España, (y se hundió al soltarla), levantó la bandera de la lengua española y peleó frontalmente contra el secesionismo antiespañol sin ninguna concesión a él. Algo que no había sucedido jamás con PSC y PP. Era el partido de los españoles que no querían ser humillados, de los orgullosos de serlo que estaban dispuestos a dar la batalla para no ser ciudadanos de segunda en su país. Ese votante está ahora en Vox y jamás va a estar en el PP, cuyo único programa es “concentración de voto y acabar con Vox”. Es un voto nacional y español inamovible de una identidad que ha de movilizarse. Si tenemos en cuenta el problema creciente de la islamización, la inseguridad en Cataluña y el relevo generacional, VOX puede estar ante su base, no ante su techo, y crecer si lo hace bien. No debe acomodarse. Cataluña ha de ser de los patriotas españoles, no del manicomio politiquero, ni de quien bailotea con quienes han llevado a España a la ruina.

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