Sin que nos hayan aclarado en estos comicios qué sucede con el voto por correo —hubo fraude en Melilla, compra de votos en Mojácar y en otro sin fin de localidades que han sido enterradas por las televisiones del régimen— vemos cómo los flamantes sondeos que declaraban a las 20:00 una arrolladora ola de cambio azul, será más bien azul verdoso o no será.
Sevilla, Valencia, Palma de Mallorca y Valladolid son municipios muy importantes que ha perdido la izquierda en favor de una mayoría de los partidos a su derecha. La Comunidad Valenciana, Aragón, La Rioja y Baleares dejarían de ser rojas. El Partido Popular ha subido en votos y escaños respecto a los anteriores comicios y aventaja al PSOE en concejales a esta hora del lento recuento. Un triunfo sin duda en una noche de celebración en las sedes populares, donde los inconscientes actúan como si ya les hubiesen sido entregados esos bastones de mando municipal, como esas presidencias autonómicas sin haber llegado aún a un acuerdo de gobierno con VOX. La otra parte de la necesaria suma, salvo la excepción de Madrid.
El último partido conservador que queda en España ha tenido una expansión territorial con un espectacular aumento de votos entrando en casi todas las Instituciones de la geografía nacional por primera vez. VOX ya se ha convertido en la clave del futuro de España. Cualquiera que escuchase el discurso de los de Abascal volcado en no olvidar la ruina del campo, la inseguridad ciudadana y todo en la base de un proyecto nacional, no sólo palabrería de banderita, sabría que lejos de convertirse en residual —como deseaban los que viven de hundir España—, se ha consolidado en las Instituciones. Y según las urnas es hora de entrar en el poder.
Respecto a otros nuevos partidos que fueron y ya han desaparecido (Cs) o están cerca de hacerlo (Podemos desaparece en Madrid), VOX tiene una posición y situación distinta en el sistema de partidos donde tiene campo para crecer y ganar la presidencia algún día si así se lo proponen. Porque su función y su misión no es ser la bisagra del bipartidismo para esquivar a nacionalistas antiespañoles, sino ser el guardián de los intereses de España ante la corrupción traidora del bipartidismo, capaz de vender los intereses generales en los montes de Aragón o frente a Marruecos. El patriotismo siempre fue el requisito más importante en una formación política y especialmente en su líder, pero ahora es una cuestión vital. No pretenden sustituir al PP, como pensó Rivera, sino que entienden que la disputa no está entre populares y socialistas, sino entre españoles y quienes entienden España como el campo de saqueo en favor de intereses extranjeros de agendas 2030 y bolsillos personales.
El reto es difícil. Formar parte de un gobierno con un Partido Popular al que tienes que controlar en minoría, que él mismo ha declarado sin faltar a la verdad tener más en común con el PSOE y prefiere llegar a acuerdos con ellos. El problema es que se puede luchar contra el socialismo, pero el PP ha decidido hacerlo contra las matemáticas ignorando que el gobierno sólo puede cambiar con el acuerdo y la suma con VOX.
La intención desde Génova es trasladar al partido de Abascal el peso de que apoyen un gobierno del PP en solitario a cambio de nada, porque la alternativa seria que gobernase la izquierda y eso VOX no lo puede permitir. En el propio chantaje burdo que pretende hacer el PP está su trampa. Esta estrategia de «cómo perderlo todo antes de ganarlo» la inauguró el inteligentísimo Pablo Casado y ahora la abandera Borja Sémper. Ellos mismos vendrían a admitir que prefieren que la peor izquierda desde la II República siga en el poder antes que atender al mandato de las urnas y llegar a acuerdos con el partido conservador VOX. Los votantes que no perdonarían eso en la siguiente convocatoria serían los del PP. Si es verdad que quieren echar a Sánchez del poder el PP debe entender que la clave es reconocer el sitio que a VOX le han dado los españoles con su voto o serán ellos quienes lo paguen en diciembre, si llegamos a votar sin incidentes.
El PP no sólo debe llegar a acuerdos de gobierno con VOX, sino reivindicarlos, pues es su única vía para llegar al poder. Pueden escuchar La Ser, El País y a Borja Sémper o con respeto y normalidad acordar un gobierno con VOX. El sentido común de la calle sabe que Extremadura y Castilla La Mancha, tierra donde el socialismo no ha salido nunca del poder, pueden perder su última oportunidad de cambio. La clave está en pensar quién es mejor para España y eso no pasa por el PSOE.
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