Creo que he leído casi todo sobre la moción de censura de Vox, que salvo entre los fanáticos -en el mejor sentido de la palabra- sólo ha recibido críticas de una y de otra parte. Como bien dice el diario del régimen, El País, “la derecha mediática”, entre la que supongo que debo encontrarme, la ha considerado unánimemente como una maniobra inoportuna, desafortunada y peligrosa. Así la han calificado ABC y El Mundo, y de ahí en adelante.
Pero yo he sido de natural inconformista, de manera que aprovecho la ocasión para decir que la moción de censura me parece un gran acierto. Es más, diré que era una iniciativa ineludible desde el punto de vista ético y moral. Jamás en la historia de España, y eso que Zapatero lo puso muy difícil, hemos padecido un Gobierno más corrosivo e indecente como el de Sánchez. Es un Gobierno que ha fracasado estrepitosamente en su lucha contra la pandemia. Hemos cosechado el mayor número de muertos per cápita de todo el planeta, así como el mayor número de sanitarios infectados. Y también lideramos la peor vuelta a la normalidad de todo el mundo, con múltiples rebrotes sobre los que el Ejecutivo dictatorial que hace unos meses nos sometió a un encarcelamiento inmerecido ahora se llama andana.
El confinamiento extremo que se impuso sin necesidad, y que como revela la evidencia empírica no ha evitado que hayamos alcanzado unas tasas de mortalidad espeluznantes, nos está abocando a la recesión económica más intensa jamás conocida. La caída del PIB durante el segundo trimestre del año, si se anualiza, supera el 50%. Es la más alta de todos los países. Mayor que la de cualquier otro socio comunitario, y más elevada que la de Estados Unidos. Esto de que el resultado es la consecuencia de nuestra dependencia del turismo es otra filfa. Italia no es muy diferente de nosotros, en Portugal el turismo aún tiene un peso más elevado sobre el PIB, y sin embargo el descenso de la actividad registrada en los Estados igual de concernidos es sensiblemente menor. Ocioso resulta decir que sería una insensatez abominar de un sector que es puntero y la locomotora de la nación.
La moción responde al sentimiento profundo de millones de españoles que ya no toleran un minuto más a este Gobierno, da igual que lo tengan que soportar hasta el fin de la legislatura
Cuando le preguntan al señor Ferrán Adriá, el cocinero español más famoso de todos los tiempos -que no es ni sospechoso de derechismo ni nada tonto-, si hay que buscar alternativas al turismo, responde rotundamente: Nooooo. “El turismo es fantástico. Este es un país con los mejores hoteles de tres y cuatro estrellas del mundo. Al turismo hay que dejarlo en paz. Si me dijeras de algún sector en el que España sea de los cuatro primeros del mundo, pues vale, pero no es así. El que critica lo del sol y la playa no tiene ni idea”. Yo estoy muy de acuerdo con estas declaraciones iluminadas y proféticas.
Pienso que la moción de censura está absolutamente justificada por razones de moralidad, de ética pública y de decencia ciudadana; y también porque responde al sentimiento profundo de millones de españoles que ya no toleran un minuto más a este Gobierno, da igual que lo tengan que soportar hasta el fin de la legislatura. Lo importante, en este trance, es alzar la voz, hacerse presente.
Cinturón de hierro
Los inconvenientes que casi todos esgrimen a esta iniciativa es que reforzará el poder de Sánchez, que así podrá regodearse del espantajo de los ultras -pues no cabe duda de que saldrá victorioso del envite-. La segunda razón es que dañará al Partido Popular del señor Casado. Yo refuto lo primero. Este Gobierno no necesita reforzarse. El señor Sánchez ha construido con habilidad, con su falta de principios y con su deslealtad al Estado y a la Constitución, un granítico cinturón de hierro en torno a su Gobierno.
Ni los etarras vascos, ni los pérfidos del PNV, ni los independentistas de Esquerra ni ninguno del resto de excrementos que lo han sostenido hasta la fecha van a consentir que decaiga, porque no están dispuestos a permitir en ningún caso el retorno de la derecha al poder. De manera que la moción de censura no añade más a estos efectos.
Por el contrario, sitúa en una posición complicado y en un brete al PP de Pablo Casado, que es el que debería haber anunciado la moción de censura antes que Vox, y que no lo hizo porque la derecha sigue todavía fumando la hierba del moderantismo de la victoria colosal de Feijóo en Galicia, y de todos los mediocres del partido que se pasan el día socavando la posición de Cayetana Álvarez de Toledo, y jodiendo de paso a quien ganó en buena lid y limpiamente las primarias del partido frente a Soraya Sáenz de Santamaría, la cancerbera de Rajoy, y uno de los tumores que más daño han hecho, al punto de dilapidar en poco tiempo la enorme mayoría absoluta de Rajoy y la hegemonía del partido en casi todas las autonomías y ayuntamientos españoles sobre la base de no hacer nada y de ceder todo el terreno a la izquierda.
Vox un partido denostado frívolamente por los mismos que no ponen reparos al verdadero enemigo de la nación, que es Podemos y el propio presidente del Gobierno
El único líder de la derecha que perdió por completo el miedo e incluso el respeto por la izquierda fue José María Aznar. Merece la pena recordar mil veces que obtuvo su segunda victoria electoral por mayoría absoluta sin conceder una sola entrevista al Grupo Prisa. O sea, sin pasar por las horcas caudinas del diario El País o de la Cadena Ser. Por eso es el presidente más odiado por la izquierda. No por la guerra de Irak, en la que estuvimos con razón; no por las supuestas mentiras que jamás existieron sobre el 11-M, el atentado que se encargó de manipular criminalmente el señor Rubalcaba, despedido de este país con un funeral de Estado a pesar de haberlo conducido al límite. ¡No! Lo que no soporta la izquierda es que la derecha no sea sumisa, no se arrodille y no pida permiso.
Y eso es lo que ha hecho Vox con su moción de censura. Vox es un partido juzgado siempre a la ligera a pesar, por ejemplo, de que tiene el programa fiscal más robusto. Es un partido denostado frívolamente por los mismos que no ponen reparos al verdadero enemigo de la nación, que es Podemos y el propio presidente del Gobierno. Hay muy pocos analistas que se hayan enterado de una vez de por qué nació Vox y a qué debe su supervivencia. Nació por la desidia del señor Rajoy en Cataluña y por su sometimiento a los postulados de la izquierda. Y debe su supervivencia y seguro que su encumbramiento a millones de españoles que están hartos de la tiranía del pensamiento único, de la dictadura de la corrección política, y que estaban absolutamente huérfanos de alguien como Abascal que les dijera francamente: tú también tienes derecho a opinar libremente y a decir lo que te dé la gana.
La cifra de los fallecidos
Sobre todo si tienes enfrente a un Gobierno que se ha hecho fuerte en el arte de la mentira, que engaña a diario sin pudor, que esconde la cifra de fallecidos por el virus, que habló meses de un comité de expertos sanitarios que jamás existió, que fue incapaz de dotarnos de los instrumentos para defendernos de la covid y menos de proteger a los sanitarios -a los que envío directamente al matadero-, y que ahora vuelve a engañar sobre la recesión económica brutal en la que ya estamos instalados.
Todavía el pasado sábado noche en la Sexta, después de que hayamos empezado a conocer sólo levemente, dada la parálisis del estío, la magnitud de la catástrofe económica que padeceremos inmisericordemente en otoño, la ministra de Hacienda y portavoz, la señora Montero, con ese desparpajo cañí a que acostumbra, tuvo los redaños de decir que lo peor, ¡que está por venir!, ya ha pasado, y que el Gobierno sigue trabajando activamente en la reconstrucción nacional.
No estamos en presencia de Frankenstein a los mandos de la nación, tenemos un Ejecutivo a los mandos de Torrente, el detective chiflado de las películas de Santiago Segura
Un poco antes, la ministra Calviño, la rubita inane del Ejecutivo tan adorada por el Ibex 35, nos anunció que creará nuevos impuestos para aumentar la recaudación fiscal -una estrategia que devastará todavía más el país-, y esto lo hizo poco después de pedir a los empresarios exhaustos, que a duras penas mantienen el tipo, que es la hora de que arrimen el hombro. No estamos en presencia de Frankenstein a los mandos de la nación, tenemos un Ejecutivo a los mandos de Torrente, el detective chiflado de Santiago Segura.
¿Cómo no va a estar justificada en estas condiciones absolutamente extremas una moción de censura al peor Gobierno conocido en uno de los momentos más cruciales de la historia, que exige más que nunca grandeza y altura de miras? ¿Que esto viene mal al PP? Desde luego lo sitúa en una tesitura diabólica, pero el señor Casado ya es mayor de edad para lidiar con estas situaciones.
El Gabinete socialcomunista cuenta con un calendario preciso de iniciativas para esta legislatura, con asuntos como la ‘guerra cultural’ y la ‘reforma de la Constitución’, según confiesa Iván Redondo
Lo hizo colosalmente en las primarias. Debería reforzar aquel discurso, igual que tantos que ha pronunciado en el Parlamento, y rehuir el abrazo del oso de los melifluos del partido para construir la alternativa que merece España, es decir, para sacudirse el influjo perverso de la izquierda alineada con el excremento político masivo que conspira para destruir el espíritu constitucional, la Monarquía parlamentaria y el orden liberal que nos ha ofrecido los mejores momentos de la historia.
En la hagiografía sierva que el pasado domingo El País Semanal construyó sobre Iván Redondo, el Rasputín de la Moncloa, hoy catapultado a la categoría de gurú universal, hay un párrafo que no debería pasar inadvertido. Es aquel en el que dice: “Con nuestra Oficina de Prospectiva estamos previendo cómo será el mundo en 2050”, una declaración que sencillamente da miedo, sobre todo si se lee a continuación en el reportaje: “Un miembro de su equipo (del de Redondo) recalca que el Gabinete cuenta con un calendario preciso de iniciativas para esta legislatura, con asuntos como la ‘guerra cultural’ y la ‘reforma de la Constitución’. Cada propuesta legislativa está contemplada en su momento”. ¿Es consciente el PP de la amenaza que representa el ‘Gobierno Torrente’? Lo único que puedo decir a estas alturas es que Vox sí. Por eso apoyo y me apunto a su moción de censura, ignorando olímpicamente las pajas mentales de los consultores, expertos y demás.
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