Opinión

¿Quién quiere gritos?

“La oposición solo grita, los españoles sabrán apreciar lo que hemos hecho durante la crisis del covid”. Palabra de Pedro Sánchez. Tal vez se la lleve el viento. O no,

“La oposición solo grita, los españoles sabrán apreciar lo que hemos hecho durante la crisis del covid”. Palabra de Pedro Sánchez. Tal vez se la lleve el viento. O no, que dijo su predecesor quien, por cierto, encaramado a la escalinata de la Moncloa tenía claro lo “difícil que es echar a un presidente del Gobierno”. Hasta el día que ocurre. Entonces ya no tiene remedio.

Sánchez quiere llevar a España al lugar donde Rodríguez Zapatero no pudo al chocar de frente con su medio centenar de negaciones públicas de la crisis del euro. Eso si, empieza a cometer los mismos errores al dividir a los españoles y desentenderse de la pandemia dando por vencido al virus varias veces. A Rodríguez Zapatero un micrófono todavía no cerrado le retrató antes de las elecciones de 2008: “Necesitamos más tensión”.

A Sánchez no le ha hecho falta tener un desliz porque en su gira turística por varias ciudades norteamericanas se ha dedicado a hablar mal de una parte de sus gobernados. Su desprecio por la oposición ya es indisimulado. Lo dice y proclama en público y tras reunirse con los directivos de unos fondos de inversión que muchos de sus ministros llaman buitres. ¿Cuál es la imagen de España si su jefe de Gobierno critica a una parte, al denostar a sus representantes elegidos en las urnas? Ni siquiera el presidente del Gobierno se ha contenido para lavar este tipo de trapos dentro de la casa. ¿Qué pensarán quienes han escuchado peticiones de inversión en un país que vive entubado al dinero del Banco Central Europeo? Vamos a acabar descubriendo que Iván Redondo no se dedicaba más a que a ejecutar lo que su jefe le pedía. ¿Alguien se acuerda ya del gurú? Sánchez no improvisa. Cuando le preguntaron por sus posibilidades electorales en 2023, acusó a la oposición de hacer política a gritos. Ya está en campaña para los siguientes cuatros años. Por sus aumentos del gasto público le recordaréis en cada pago de impuestos.

En Madrid se vio mucho antes

Desde el 4 de mayo, los pronósticos electorales han cambiado. El PP ha tomado la delantera según las empresas más solventes, avaladas por sus aciertos. Los expertos de prestigio aseguran que los movimientos electorales de fondo se producen mucho antes de la cita con las urnas. En Madrid se vio un año antes. Por mucho que se quiera apretar en los últimos días puede ser incluso contraproducente como le ocurrió al PSOE en la campaña del profesor Gabilondo al que condujeron al precipicio al envolverle en banderas que no le correspondían.

Los sondeos apuntan alto a un PP que absorbe a los votantes de Ciudadanos, recupera voto de Vox y suma esa franja de ida y vuelta con el PSOE. Debe ser muy cierto lo que anuncian. Se nota por lo que se dice de Pablo Casado, cómo y dónde. A los tres años de ganar unas primarias se niega dicho mérito mientras se le exige y examina en cada frase. Lo que le sucede no es nuevo. Les ocurrió a Aznar y a Rajoy. Nadie daba un duro o un euro, según la época, por ninguno de los dos. Si una señal de confirmación de las encuestas la encontramos en las descalificaciones a Casado por su izquierda, la otra la tenemos en Vox que se cree lo que dicen los sondeos mucho más de lo que sus dirigentes confiesan en público.

Un cordón sanitario, eso y no otra cosa es declarar persona no grata a Abascal, lo ha padecido el PP en muchas ocasiones y por diversos motivos

Lo ocurrido en Ceuta es error porque el PP no debe caer en el lugar donde siempre le han puesto sus adversarios. Un cordón sanitario, eso es declarar persona no grata a Abascal, lo ha padecido el PP en muchas ocasiones y por diversos motivos. Qué Vox utilice un tono bizarro y fuera de lugar porque no le gusta la templanza del alcalde de Ceuta, Juan Jesús Vivas, no es motivo para nada más que la persistencia de una política, pero sin caer en la trampa que tienden otros.

La sobreactuación de Vox advirtiendo al PP con retirarle su apoyo en autonomías y ayuntamientos, no pone el grito en el cielo, sino que confirma la solvencia de las encuestas. Cada posible zancadilla al PP situaría a Vox junto a la oposición de la izquierda como ya le ha ocurrido en el parlamento andaluz. Complicada situación si continua el ascenso del PP y se visualiza que además se puede votar contra Sánchez, con la papeleta del PP. De aquí al 2023, no caben más gritos por mucho que los necesite Pedro Sánchez. Por eso Vox debería medir a quién perjudica y a quien beneficia un adelanto electoral en Andalucía al dejar caer el gobierno de Moreno Bonilla si no consigue aprobar los presupuestos de 2022. Como en Madrid, los de Abascal no obtendrán más. Corren el riesgo de conseguir menos por insistir.

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