Juan Marín, líder de Ciudadanos en Andalucía y vicepresidente del Gobierno que dirige Juanma Moreno, del PP, ha sido víctima de la brujería ciudadana, del ataque vil de un brujo interno que ha puesto patas arriba su hasta ahora modélica actuación política en esa comunidad. Esta semana en que los aquelarres están a la orden del día, hay que decir que los mayores brujos, brujas o enemigos están siempre en el entorno más cercano para poner la zancadilla cuando llegue el momento.
Da igual si son de derechas, de izquierdas o de centro. Es una característica común de la condición humana de algunos. Conociéndole como le conocí hace ahora seis años, cuando era un ciudadano de a pie, cuando no sabía qué era tener un jefe de prensa que corriera tras él a todas partes, que fuera su sombra y su hombro en el que apoyarse cuando lo necesitaba, sin ningún cargo en la administración pública, dudando de si iba a ser capaz de ser un buen candidato, preparándose para cada entrevista, siendo un ciudadano que quería trabajar por el bienestar de sus conciudadanos con el proyecto de Albert Rivera de Ciudadanos y volcarse en su tierra natal, conociéndole como le conocí en aquel entonces debe estar tocado, a no ser que la política le haya cambiado, al filtrarse en la Ser esa conversación en la que califica de estupidez aprobar unos presupuestos a las puertas de una campaña electoral.
Ciudadanos por entonces sólo tenía representación en el Parlamento catalán. Sin más. No es fácil en este país construir proyectos políticos
Tocado, porque cualquier deslealtad interna no es fácil de asumir para alguien que tenga sentimientos, y él los tiene. Persona familiar y de trato amable, lo pasó mal en una campaña, la de 2015 que requería de todo su esfuerzo. De la nada y de la mano directa de Rivera y de su equipo, Marín consiguió representación en Andalucía, nació Ciudadanos y también Podemos en aquella comunidad. Obtuvieron en 2015 nueve diputados y en las últimas elecciones, las de 2018, pese a ganar en votos el PSOE, Ciudadanos pacta con el PP desbancar al primero y situarse en el gobierno con el apoyo puntual de Vox. Ciudadanos no tenía nada en aquella región y consiguió lo que jamás se soñó. Se hizo una buena campaña de la nada, en poco tiempo, con pocos recursos a base de aportaciones de los propios militantes y de aquellos que creen en un proyecto. Ciudadanos por entonces sólo tenía representación en el Parlamento catalán. Sin más. No es fácil en este país construir proyectos políticos, pero a poco que tengas algún error mal gestionado se puede venir abajo con la facilidad de un castillo de naipes.
Albert Rivera siempre aconsejaba tener en cuenta la siguiente máxima: No decir, comentar o hablar en privado lo que no puedes decir en público. Eso solo se puede hacer si tienes un núcleo duro de confianza en la selva que es la política que te permite descargar tensiones cuando estás trabajando al más alto nivel, cuando gobiernas, cuando recibes presiones y te van bien las cosas, porque cuando alguien te quiere poner la zancadilla sólo te la va a hacer desde dentro. Quien más daño hace es quien te conoce. Primera lección a aprender. La segunda, si cabe aún más importante en el ámbito de la comunicación: Reconocer el error y subsanarlo con declaraciones que transmitan confianza en ese Gobierno de coalición que consiguió cambiar la trayectoria política de Andalucía y que ha hecho gala, como no ha ocurrido en el resto de España del buen entendimiento entre el PP y Ciudadanos. Sencillamente, porque hasta ahora Juanma Moreno Bonilla y Juan Marín han trasladado a la opinión pública su buena sintonía personal.
Debe preguntarse Juan Marín, así como su núcleo duro y de confianza, quién quiere manchar su imagen, quién le está haciendo la cama. Parece necesario que reestructure ese núcleo duro que le permita llegar a las elecciones con los menos fallos y lo más fuerte posible. Comuniquen lo mejor que puedan si no el castillo de naipes está a la vuelta de la esquina. Cuídense.
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