Opinión

Xi Jinping y la lucrativa complicidad con el régimen chino de algunos medios españoles

China trata de influir en la política y la sociedad española con esta propaganda y a veces cuela. También con inversiones bien dirigidas. Son varias las dictaduras mundiales que hacen lo mismo. Por eso, el emir de Qatar es recibido en Madrid con la alfombra roja desplegada

Dice mucho -y muy malo- de los medios de comunicación de este país que su rumbo editorial sobre la política internacional cambie tan a menudo y de forma tan repentina y esperpéntica. Lo hace, además, en función de la dirección del viento, la cual generalmente varía en función de lo que dictan el dinero y la política. El cierzo y el siroco. Dos corrientes que suelen trastornar el ánimo y erosionar la voluntad.

Conviene aclarar este punto porque habrá algún día en el que Xi Jinping se convertirá oficialmente en el gran enemigo del mundo libre –y digo ‘oficialmente’- y será ahí cuando algunos de los grupos editoriales de referencia condenen de forma unánime todas las atrocidades que son evidentes, pero que ahora narran en voz baja. O compensan con propaganda.

La voz de la conciencia suele perder fuerza cuando los contratos publicitarios alcanzan cierto montante. "Ya lo dijimos", expresarán sus articulistas cuando toque. En realidad, hasta ese momento habrán pronunciado las críticas con sordina para no dañar las relaciones comerciales de su medio.

Xi Jinping, el autoritario

Empecemos por China. Lo que ocurrió el pasado fin de semana en el congreso del PCCh evidencia la deriva de este país, que ha reforzado como líder a un tirano cuya política expansionista es tan preocupante como la de Vladimir Putin, el villano de moda. Un criminal de guerra al que Occidente hizo el caldo gordo mientras convino. A fin de cuentas, los oligarcas gastaban mucho dinero (sucio) en Londres o en Marbella.

Este fenómeno es muy habitual. A fin de cuentas, la política internacional se asienta sobre un -cómodo- manto de hipocresía. Esta es la que sirve para justificar las amistades peligrosas y para vender a los dictadores ante la opinión pública como colaboradores necesarios. Quizás por esta razón todavía hay quien se niega a apreciar que el nuevo orden mundial viene marcado por la pugna entre unas democracias occidentales debilitadas y unas dictaduras expansionistas y corruptas con un respeto a la libertad muy escaso. Lo vivió en sus carnes Hu Jintao el pasado sábado. También los periodistas que murieron en extrañas circunstancias en Rusia.

El problema al que se enfrentan estos regímenes es que necesitan legitimarse una y otra vez. Entre otras cosas, porque el fuerte control que ejercen sobre sus poblaciones puede llegar a provocar neurosis en sus sociedades (puro razonamiento freudiano). Por eso estas dictaduras invierten tanto dinero en propaganda dentro y fuera de sus fronteras. La necesitan para imponer su discurso y marcar los surcos del camino por el que debe discurrir el rebaño.

Los propagandistas chinos

China trata de influir en la política y la sociedad española con esta propaganda y a veces cuela. También con inversiones bien dirigidas. Son varias las dictaduras mundiales que hacen lo mismo. Por eso, el emir de Qatar es recibido en Madrid con la alfombra roja desplegada; y por eso determinados ex-altos cargos socialistas compadrean con los Obiang.

Hay un informe de la organización Freedom House que mide la influencia de China en la sociedad y en los medios españoles. Se publicó el pasado 8 de septiembre y resulta muy interesante para vislumbrar los caminos que sigue la propaganda de este país para moldear la voluntad de la opinión pública.

El documento afirma lo siguiente: “Los principales medios de comunicación públicos y privados vuelven a publicar el contenido de los medios estatales chinos. En particular, El País difundió regularmente el suplemento China Watch, del China Daily, y los insertos de China Today . China Global Television Network y China FM están disponibles en las redes de radio y televisión nacionales. La agencia nacional de noticias EFE, que es ampliamente utilizada por los consumidores de noticias de habla hispana en todo el mundo, comparte contenido de la agencia de noticias estatal china Xinhua”.

¿Cuál es la labor de Xinhua? Lavar la cara de esa organización criminal que es el PCCh. La que será situada a la cabeza de los enemigos de Occidente en cuanto las consecuencias económicas que generan sus tropelías se hagan mucho más evidentes entre los clientes comerciales de China. Ese país –por cierto- del que salió el misterioso virus respiratorio que provocó millones de muertes en todo el mundo; y ese país en el que escritores, intelectuales e incluso deportistas desaparecen misteriosamente cuando disienten o cuando tienen algún problema con los miembros del poliburó.

El informe de Freedom House reconoce que “los medios españoles ofrecen informes sólidos y críticos sobre China, y varios medios locales tienen corresponsales en China que brindan experiencia periodística sobre el país”. Ahora bien, de vez en cuando, el cuadernillo propagandístico del Gobierno chino aparece dentro de alguno de los grandes rotativos sin que (casi) nadie alce la voz. ¿Cómo se puede defender esta política publicitaria y editorial en un momento en el que se ha vetado a Russia Today emitir en Europa? ¿Acaso es menos lesiva la publicidad del terrible régimen comunista chino que la de Putin?

Propaganda y diplomacia

Afirmó Josep Borrell recientemente que los diplomáticos europeos se han entregado a la pereza y han renunciado a librar la batalla de las ideas con respecto a las dictaduras que tratan de vender sus bondades en todo el mundo. Mientras tanto, algunos de los legacy media más importantes de España publican sin rubor la propaganda de Pekín, en la que se incide en las relaciones comerciales y tecnológicas entre China y el resto del mundo, pero se calla sobre las tropelías de Xi Jinping y su partido.

Amnistía Internacional las detallaba en un reciente informe: "Los diez años del presidente Xi en el poder se han caracterizado por un número abrumador de detenciones arbitrarias, una despiadada represión en todo el país de la libertad de expresión y asociación, crímenes contra la humanidad perpetrados contra la población musulmana de la región de Xinjiang y una impresionante escalada represiva en Hong Kong".

Pero bueno, nada de esto es novedoso. Las complicidades pagadas han existido siempre. Sin ir más lejos, El País publicó, en 2015, una entrevista a toda página con un miembro del gobierno de Qatar en la que subrayaba la labor de este emirato en favor del deporte global. En esa época, los trabajadores del periódico –dirigido entonces por Antonio Caño- denunciaron la censura de alguna información relacionada con las muertes de cientos de trabajadores –esclavos contemporáneos- durante las obras de construcción de los estadios.

Entonces, Juan Luis Cebrián negociaba con los Al Thani la entrada de capital catarí en Prisa. Es tan sólo un ejemplo. Otro más de los que demuestran que esa vitola que se enfundaron los medios, la de “centinelas del poder”, es completamente falsa. Manda el dinero. Los principios no dan de comer a nadie. Quizás sea necesaria cierta hipocresía con los regímenes totalitarios para que los consumidores occidentales no paguen sus productos a precio de oro, pero hay una diferencia abismal entre ser un cliente y ser un vasallo.

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