Denoto un exceso de triunfalismo en el centro derecha. No hay persona que participe de esa ideología abrumadoramente mayoritaria en la sociedad, aunque luego se refleje mucho menor en las votaciones, que no tenga la íntima convicción de que Sánchez tiene los días contados al frente del gobierno. Eso me produce no poca inquietud, porque el presidente es el mayor peligro que nuestra democracia ha tenido que afrontar desde la muerte de Franco. No fue el 23-F o el intento del golpe de estado lazi.
El peligro de mayor calado ha sido y es Pedro Sánchez que, en torpe imitación del famoso ir de la ley a la ley de Don Torcuato Fernández Miranda, se ha propuesto llevarnos de un sistema de derechos y libertades, fundamentado en un sistema constitucional moderno y plural, a una dictadura presidencialista con ribetes bolivarianos sustentada en terroristas y fascismos regionales.
Todo lo que hacen Sánchez y sus aliados camina en una sola dirección: laminar a la Corona, apoderarse de los resortes del estado, llegar a consensos con quienes destruir el sistema constitucional, crear un marco de dependencia económica para sus electores, alterar además la historia, los valores, la información, y demonizar a sus adversarios. Es un programa que a nadie puede parecerle fabulación. Sánchez ha resucitado a Franco y a una guerra civil que habíamos acordado dejar atrás hace décadas, convenciéndonos de que hay miles de cadáveres en las cunetas por exhumar y que aquel Frente Popular de Paracuellos era poco menos que la bondad de Dios encarnada en la tierra. Sánchez nos miente con una contumacia y un aplomo que dejan sin habla.
Sánchez ha resucitado a Franco y a una guerra civil que habíamos acordado dejar atrás hace décadas, convenciéndonos de que hay miles de cadáveres en las cunetas por exhumar
Sánchez favorece a asesinos excarcelándolos, indulta a golpistas, gobierna con comunistas orates, destroza la economía, pervierte la educación, nos hace quedar en ridículo ante la comunidad internacional, nos vende a Marruecos, se carga a la clase media a base de cargas fiscales medievales, en fin, hace todo aquello por lo cual sería lógico presumir que en las próximas generales el pueblo lo va a mandar a su casa sin agradecerle ningún servicio prestado, que no los hay.
Pero aunque las encuestas nos digan que el efecto Feijoo es útil, que la intención de voto socialista baja cada vez más y más – me refiero a encuestas serias y no a las jaimitadas serviles de Tezanos – no puedo quitarme de la cabeza de si el PP no se estará durmiendo en los laureles y celebrando la victoria sobre el oso antes de haberlo cazado. Porque por mucha Ayuso o por mucho Moreno Bonilla que se tenga, que no discuto que sea importantísimo, o el candidato popular a la presidencia se pone las pilas, o lo que intenta ganar por el centro izquierda lo va a perder por el centro derecha.
No puedo quitarme de la cabeza de si el PP no se estará durmiendo en los laureles y celebrando la victoria sobre el oso antes de haberlo cazado
Y como sea que en VOX todavía están somatizando lo de Andalucía y Macarena, no parece que ese voto imprescindible, el voto conservador, el más fácil de movilizar contra Sánchez vaya a hacerlo. ¿Tienen esto presente en Génova? ¿Existe una voluntad de, con educación, corrección y todos los gestos versallescos que se quiera, decirle a los españoles que existe una alternativa y que esa alternativa se propone desmontar, anular, reconstruir o empezar todas las cosas que se han ido a hacer puñetas con estos insensatos? ¿Hay, añado, un plan B? Y lo más importante, ¿se ha planteado la dirección del PP qué pasaría si volviera a ganar Sánchez? Yo sí, y me da pánico. Y a Feijoo, al PP y todos quienes aman la libertad por encima de todo también debería dárselo. Porque vienen malos tiempos.
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