Como en aquella inquietante película, a las preguntas temerosas, balbuceantes y nerviosas: “¿Quienes vienen? ¿Qué estás haciendo?”; una sola respuesta simple y rotunda: “Ya están aquí”. Poltergeist, ponía los pelos de punta en el lejano 1982 cuando en las salas de cine se cortaba el miedo con una cuchilla de afeitar, oliendo a palomitas de bolsa. “Ya están aquí”. Con tres palabras se puede sembrar el pánico. Después ya no hay más que añadir a la escena. Ojos como platos antes la visita procedente del lado oscuro, desconocido y frío. Se presenta sin invitación y preaviso. Las tres palabras, utilizadas para sembrar el terror en la acongojada mirada del espectador, se nos aparecen ahora en el Palacio de la Moncloa porque han irrumpido los hombres de negro. “Ya están aquí”. Son dos y vienen para quedarse a observar, preguntar y anotar el destino de los fondos europeos. La noticia (ABC, 08-09-2021) cae a plomo en mitad del jaleo nacional.
El poder judicial cercado por el Gobierno. Enfrentado Sánchez al PP porque no se deja y el PP con los pies en aquella promesa incumplida desde 2011 para dar a los jueces el mando de su poder. El precio de la electricidad crece a la velocidad de la luz atrancado en el batiburrillo de los lejanos mercados mayoristas del gas. Mientras, el presidente se atreve a hacer una promesa que solo podrá cumplir si el Estado deja de tener a los recibos de los españoles como sus mejores recaudadores de impuestos. El curso político ha empezado a toda mecha con el independentismo catalán pasando al cobro lo pendiente. ¿Qué hay de lo mío a cambio de lo tuyo, presidente? Podemos solo sabe agitar, pero no gobernar. La ley de Universidades que prepara Castells abre una vía para el control único del sector público y la destrucción del privado. No se deja títere con cabeza. En este caso, si cuaja el proyecto, a la Universidad española no la va a conocer ni la madre que la parió. Más que nada porque no quedará ni rastro tras la política de tierra quemada del señor ministro.
España nunca fue Grecia a pesar del club de fans, incluida la banca, que el rescate tenía en nuestro país. Rajoy se resistió
Bruselas ha mandado a sus “halcones” para vigilar el manejo a la española de los fondos europeos. Los primeros 9000 millones han empezado a circular por las arterias del tejido empresarial español sin que se sepa mucho más. Sánchez le debe a Vox este sistema opaco. Abascal salvó al Gobierno de una derrota que le hubiera obligado a establecer un sistema transparente y sobre todo organizado con personal profesional y no político, como en Italia. Los hombres de negro no se atreverán con el primer ministro Draghi. Sabe mucho de este tipo de vigilancias en la que participaba el Banco Central Europeo, presidido por el hoy jefe del Gobierno italiano, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional. De aquella troika no se olvidan en Grecia. Los enviados de negro se sentaban a dictar la política presupuestaria con un cheque en cada mano. España nunca fue Grecia a pesar del club de fans, incluida la banca, que el rescate tenía en nuestro país. Rajoy se resistió. Si España cae en manos de la troika en 2012, tres años después en las elecciones generales, Podemos se hubiera llevado el premio gordo. Ahora, todas las partes implicadas en aquella crisis han demostrado que conviene más la sutileza que lo tosquedad, aunque el final sea el mismo. Los de negro tienen agenda de reuniones en la Moncloa no vaya a ser que se esté cocinando otro plan E de despilfarro y déficit al estilo Zapatero.
Choque con la UE a la vista
Cuando se aprobaron los fondos Next Generation, el rescate tras la covid, Sánchez chocó con sus compañeros de partido. Los socialdemócratas de Suecia, Dinamarca y Finlandia le leyeron la cartilla al presidente del Gobierno español: ¿Tú qué vas a poner? Si, como parece, la socialdemocracia alemana recupera el trono, aprovechando la fatiga de materiales por la retirada de Merkel, que Sánchez no se frote las manos porque la cuña de la misma madera es la que peor sienta. La Unión Europea ha aprendido tras la crisis del euro. Lo que no cambia es su férrea defensa del dinero de los contribuyentes destinado a otra vez al sur. Por eso, en algún momento se producirá el choque. España es el único gobierno de la Unión con militantes comunistas entre sus ministros, obsesionados con políticas intervencionistas y controladoras de los mercados. La reforma laboral ya no es de Rajoy sino de la Comisión Europea. La hace suya. Fue una condición para evitar el rescate total del presupuesto del Estado en la anterior crisis. En realidad, fue como un auto-rescate junto con la privatización de las cajas de ahorro. La cuerda se tensará en el momento justo. Y ahí tendremos lo que los modernos analistas de salón llaman el punto de inflexión de la legislatura. Queda trecho para el desenlace, pero sabemos que “ya están aquí”.
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