Opinión

Yo también soy finlandés

La socialdemocracia europea pierde a su penúltimo icono, la joven y fogosa Sanna Marin. Sánchez es el último emblema mediático de la menguante tribu del progreso

Sanna Marin (37 años) y Pedro Sánchez (51) eran, hasta este domingo, los dos referentes de la izquierda europea. Jóvenes, buena imagen, gancho mediático, tirón personal, compartían una cualidad muy característica: ambos son apreciados más fuera que dentro. Más populares extramuros que en el cuarto de estar de su casa. Marin recibió una oleada continental de afecto cuando se tornó viral el video de una animada fiesta en su residencia oficial. Bailes y besos, alcohol y, dijeron, algo más. La primera ministra finlandesa tuvo que someterse a un test de drogas. Pasó a convertirse en la musa de la 'pandilla de la harina', los coleguis del polvo blanco.

Pero no ha sido la animada vida privada de 'Sanna la fiestera' la causa de su descalabro. Ni tampoco le han servido de salvavidas su razonable gestión durante la pandemia y su firmeza ante la invasión rusa de Ucrania. Sanna cae del Gobierno justo cuando su país se convierte en el 31 país miembro de la OTAN, un paso histórico, un valiente desafío frente al vecino criminal, un acontecimiento épico que podría haber valido una inapelable victoria en las urnas puesto que contaba con el beneplácito de más del 90 por ciento la población.

El electorado le entregó su voto a los conservadores de la Coalición Nacional, que llegan con promesas de ajustes, ahorro luterano, moderación presupuestaria y prudencia en el gasto

Todo parecía a su favor hasta que emergió el factor económico, la clave de su fracaso. El Gobierno de Sanna se alineó con una sobrecarga de deuda y un desmesurado gasto público bajo la excusa de la crisis energética y los zarpazos de la guerra. Su electorado, sin embargo, no compró esa mercancía y le entregó el voto a los conservadores de la Coalición Nacional, que llegan con promesas de ajustes, ahorro luterano, moderación presupuestaria y prudencia en el uso del dinero público. La misma línea que habían seguido Suecia y Dinamarca, aquellos mitos legendarios de la vanguardia progresista para la izquierda meridional que ahora han girado abiertamente hacia la derecha. Sobrevive la excepción noruega, donde se adivina un cambio de rumbo dentro de dos años.

De esta forma, queda Sánchez investido como tótem solitario de la vanguardia, el protohéroe de las conquistas sociales, el ejemplar postrero de una socialdemocracia que se extingue. Sus homólogos alemán y portugués, Scholz y Costa, respectivamente, ofrecen una imagen menos rutilante y unas políticas más mesuradas, casi de una conservadurismo ortodoxo. En Malta está un Abela (que oficiaba ayer de anfitrión de nuestro cesarín) pero apenas cuenta..

Impelido por el mismo espíritu de campaña que su exhomóloga finesa, el presidente del Gobierno español airea estos días con insistencia su ejemplar manejo de la crisis de la pandemia (pese a que la dramática realidad y el Constitucional lo desmienten) y su decidida actitud contra el invasor ruso (pese a que hemos viajado en el furgón de cola de las ayudas al ejército ucraniano).

Esa 'paz social' es fruto de tener en nómina a los sindicatos, esas organizaciones de reconocido desprestigio que están a punto de convocar, cada 1 de mayo, una demostración sindical en el Bernabéu

Al igual que Sanna, el líder socialista español flota en el espejismo de los elogios internacionales, ese holograma ilusorio y efímero de los aplausos foráneos y los parabienes lejanos. A diferencia de Sanna, recurre a la economía como argumento de campaña porque ha subido las pensiones y ha instaurado el mejor clima de 'paz social' de Europa. Lo primero, dicho está por todas las instancias, analistas, expertos y economistas del planeta, es panecillo para hoy y ruina para mañana. Lo segundo es fruto de tener en nómina a los sindicatos, esas organizaciones de reconocido desprestigio que están a punto de convocar, cada 1 de mayo, una demostración sindical en el Bernabéu a mayor gloria de su proveedor de subvenciones..

Airea también datos del empleo de difícil credibilidad, dada la manipulación de los fijos discontinuos ideados por el departamento de Yolanda Díaz, artista en el arte del escamoteo de las cifras del paro. Incluso se enorgullece, cual caudillo peronista, de la holganza popular en esta Semana Santa, con lluvia de datos sobre playas rebosantes y hostelería a reventar.

Pobres, más pobres

Cierto que el votante español no es tan sensible como el finlandés a cuestiones como la deuda (la española supera a la nórdica en 40 puntos) o al gasto desbocado. Pero hay asuntos sensibles que animan el voto y deciden unas elecciones, como el 15 por ciento del aumento en la cesta de la compra, la caída de la renta familiar en un 3,1 por ciento el pasado año, el demoledor desempleo juvenil y ese panorama desolador que pintaba aquí Jesús Cacho y evidencia que el español medio es mucho más pobre que antes de la pandemia y, por supuesto, mucho más que el resto de los países prósperos de Europa. El sanchismo ha depauperado España mientras su proteico conductor hilvana casi 20 vuelos en Falcon y Puma cada fin de semana para mitinear por ciudades donde nadie le quiere y pregonar en recintos blindados ante un público que lo detesta.

Llegado el momento de la verdad, cuando se plantifiquen ante las decisivas urnas de mayo, muchos españoles se sentirán finlandeses y, a no dudar, enviarán a Sánchez al mismo trastero donde hace dos días remitieron a la hermosa y alegre Sanna.

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