Los puñales dialécticos han volado públicamente esta semana entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz. La mujer que el exvicepresidente convertido en tertuliano considera su ‘criatura’, hace tiempo que quiere volar sola, aunque nadie sepa en realidad cuál es su proyecto que, por no tener, no tiene ni nombre, pero que se alimenta de los odios de unos y otros hasta aparecer como la ‘gran esperanza blanca’ a la izquierda del PSOE.
Todo político que se precie debe tener su biografía autorizada, su ‘Manual de Resistencia’, lo escriba él o su porquero. Y Yolanda Díaz ya tiene la ‘Dama Roja’, “el retrato de una mujer luchadora y comprometida con los valores de izquierda, que ha revolucionado el panorama político y que, si nada se lo impide, puede darle la vuelta al tablero de cara a las próximas elecciones generales de nuestro país” (según vende la editorial).
“La izquierda soñaba con ella antes de existir”, dice Raúl del Pozo citando a un “histórico dirigente de IU”. Dejando al margen la cursilería, ¿cuál es la gasolina que alimenta el proyecto de Díaz, que nadie conoce y que no tiene ni nombre aún? ¿Por qué todos hablan de ella, incluso como la primera mujer que puede llegar a presidir el Gobierno sin un partido y solo con el apoyo entregado de CCOO, a quien generosamente ha duplicado las subvenciones desde su Ministerio?
La respuesta, como muchas veces en España, está en el resentimiento. En la inquina que se tienen Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. En el rencor entre Iván Redondo y el actual inquilino de La Moncloa. En el resentimiento entre los restos del viejo PSOE y el líder actual de Ferraz. Y Yolanda Díaz, la Dama Roja, “la mujer que mira más allá del horizonte” (otra hipérbole más de Del Pozo) es una pieza perfecta que encaja para dar sentido a todo este tablero de odios a la izquierda de Su Sanchidad. Veamos.
Díaz, Madina y el PSOE
Eduardo Madina, en la presentación de la biografía de la vicepresidenta, no dudó en deshacerse en elogios con ella y en destacar que “no soy el único socialista al que le gusta Yolanda Díaz”. Madina fue el gran derrotado en las primarias socialistas por Sánchez. No es de extrañar que ahora airee la candidatura de Díaz.
Pablo Iglesias no estuvo en la presentación del libro como tampoco había estado Díaz, dos días antes, en la de “Verdades a la cara”, el último parto escrito del exvicepresidente. Allí volvieron a aflorar los odios: Iglesias se encargó de recordar a la ministra que llegará "mucho más lejos" que él como líder del ‘espacio político a la izquierda del PSOE’. Pero siempre que “no se fíe” de la palabra de Sánchez.
Y aprovechó para mandarle un claro mensaje: ella es “su” creación política y Unidas Podemos, su espacio. "Si precisamente nuestro espacio político cuenta con una figura política con una proyección tan espectacular como Yolanda Díaz es porque hubo un núcleo de dirigentes de Podemos, los más atacados, los más insultados, los más criminalizados: Pablo Echenique, Ione Belarra, Juanma del Olmo, Irene Montero... Que, en un momento determinado, contra el criterio de toda la progresía mediática y de una parte de nuestro espacio político, dijeron: gobernar, gobernar, gobernar". O, traducido el aviso: Yolanda no es nadie sin Pablo –incluso le recordó que la nombró vicepresidenta sin habérselo consultado y sin que ella quisiera el cargo-.
La vicepresidenta no tardó ni 24 horas en contestar a Iglesias y en mostrar el actual distanciamiento entre ambos. “Los liderazgos los decide, afortunadamente, la gente”. Y con respecto al papel de Podemos, “el cambio político en España empezó en Galicia” en 2012 con Esquerda Unida –que ella coordinaba- dos años antes de que naciera el movimiento de Iglesias.
El ajuste de cuentas, insisto, parece ser el mejor combustible para avanzar en la política española. Nadie sabe en qué consiste el movimiento de Yolanda Díaz, pero Pedro Sánchez no dudó en usarlo en una entrevista el lunes para dejar meridianamente clara una cosa: que él ya no necesita a Iglesias. Evitó referirse a Unidas Podemos como futuro socio de un Gobierno de coalición y solo mencionó al “espacio de Yolanda Díaz” (no importa lo que sea, solo importa porque sirve para dejar fuera a Iglesias). Y la señaló como la “representante” del espacio político a la izquierda de los socialistas en un claro mensaje a su exvicepresidente.
Sánchez ha pasado de no mentar a la referente de Unidas Podemos a destacarla como la artífice de la reforma laboral y los acuerdos con patronal y sindicatos. Desde hace meses, concretamente noviembre, mientras Moncloa callaba, Díaz era elogiada de forma descarada por otro personaje al que le mueve también el ajuste de cuentas: Iván Redondo.
De momento, Yolanda Díaz parece más impulsada por los odios de unos contra otros -Sánchez contra Iglesias, Redondo contra Sánchez, el viejo PSOE contra el líder de Ferraz- que por tener un proyecto sólido
Desde su púlpito en La Vanguardia, Redondo certificaba con supuestos estudios demoscópicos que Yolanda Díaz era el futuro mientras Sánchez ya era “pasado”, literalmente. “Si enfocamos bien el ajedrez político que se avecina deben saber que Yolanda Díaz tiene altas probabilidades de ser la primera mujer presidenta del Gobierno de España”, escribía el 15 de noviembre. Entonces, Iglesias repetía el vaticinio y Moncloa callaba.
El exgurú de Sánchez se convertía en apóstol del ‘yolandismo’ –en Moncloa decían que más por rencor a su antiguo valedor que por una apuesta verdadera por Díaz- y proclamaba a los cuatro vientos que era capaz “de captar el 20 por ciento del voto del PSOE». Claro que, en ese artículo, también veía presidenciable a Pablo Casado…
De momento, Yolanda Díaz parece más impulsada por los odios de unos contra otros -Sánchez contra Iglesias, Redondo contra Sánchez, el viejo PSOE contra el líder de Ferraz- que por tener un proyecto sólido.No tiene nombre, ha aplazado su ‘proceso de escucha’ que iba a acometer por toda España en marzo y apenas ha habido un acto público en el que se rodeó de Ada Colau y Mónica Oltra, ambas con serios problemas con la justicia. Pero todos en la izquierda usan a la Dama Roja contra el rival. La partida apenas acaba de comenzar.
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