En la plaza de Las Ventas, cada vez que un diestro se empeña en alargar una faena sin más sentido que sumar un pase tras otro; cada vez que el torero se gusta a base de meter el pico de la muleta y alardea de faena, y venga un pase por aquí y otro por allá tapando la salida del toro, una buena parte del tendido 7 estalla en mil voces que, perfectamente sincronizadas, gritan: ¡Un petardo! Y eso es lo que me sugiere la singladura política de la vicepresidenta segunda del Gobierno ayer, y de forma especial hoy, que presenta su plataforma, partido, operación o lo que sea que vaya a ser. Algo hay que reconocerle a Yolanda Díaz: el petardo tiene mucho mérito porque nunca el vacío pudo llenar más espacio mediático que esto que llaman Sumar. Sólo el despiste reinante en los medios de comunicación puede explicar que algo con tan poco fundamento esté dando que hablar. Empezando por quien esto escribe.
El juego recuerda el nacimiento de Izquierda Unida y las chanzas que en aquel momento se hicieron, porque era claro que el nombre no se correspondía con la desunión de que hacían gala los partidos que formaron esa coordinadora. Era evidente que un partido, o lo que fuera, podía funcionar si colocaban al frente una figura de coordinador como Julio Anguita. El petardo de Yolanda Díaz llega a su gran día de presentación sin que sepamos qué es, pero sí qué pretende, el poder. Una parte del poder. Quizá esa parte raquítica y disminuida que le permita seguir en un Gobierno coaligado tras las próximas generales.
¿Es Sumar lo contrario que restar?
No sabemos lo que es la operación Sumar. No lo saben en el PSOE, aunque se lo malician. Y no lo saben en Unidas Podemos, cuyos máximos exponentes en el Gabinete, Ione Belarra e Irene Montero, no han sido invitadas al acto de presentación de hoy mismo. Montero estará maldiciendo este viernes el día en que su hombre -perdone ministra, es una forma de hablar- decidió darle en herencia la vicepresidencia segunda de un Gobierno que vive los días con el corazón partio en tres: Sánchez, Yolanda Díaz y el humo que va quedando de Unidas Podemos.
Díaz no es el PSOE, aunque no son pocos los que creen que ahí terminará. Lo que no quiere ser, y bien que se le nota, es nada que recuerde a Podemos. Después de tanto proyecto, operación y proceso de escucha puede permitirse cualquier veleidad, pero no la de formar parte de lo que es ya un fracaso bien pregonado. Eso no. Y por esto se han inventado lo de Sumar, que no es carne ni pescado. Ni es el PSOE ni es la izquierda más allá de los socialistas, o sea la extrema izquierda a la que hasta ayer pertenecía Yolanda Díaz.
A por los votos del PSOE
Sorprende que afirme que ella busca un espacio cercano a los socialistas. Inquieta que esté buscando votos en ese caladero, porque es sabido que lo único que a Pedro Sánchez le puede salvar son los votos en forma de escaños que la extrema izquierda consiga. Cuantos menos haya, menos serán las posibilidades de seguir en la Moncloa. Lo sabe Sánchez, y lo sabe Feijóo, cuya única estrategia conocida hasta el momento es la de no entretener a su adversario mientras este se equivoca. No crean que es fácil. Hay que tener los ánimos muy templados para permanecer callado ante el espectáculo de esta señora tan arreglada, tan glamurosa y bien parecida, pero que hasta ahora sólo ha vendido peines en oferta. No soy capaz de recordar -ni de encontrar en Google-, una sola idea política que la distinga. Ni una.
¿Y si dimitiera?
El petardo que hoy se presenta viene precedido de una discrepancia menor de Yolanda Díaz con el Gobierno del que forma parte, lo que no deja de ser pura metafísica política. Las discrepancias con un cuerpo al que se pertenece, incluso las discrepancias con uno o una misma, se resuelven siempre con diligencia y determinación: dimitiendo. Y entonces tendríamos que reconocer su coherencia e inteligencia para presentar algo que se parece mucho al PSOE, pero no le quieren llamar PSOE. Pero, claro, ¿cómo va a dimitir, cómo dejar de ser vicepresidenta segunda del Gobierno de España ahora que inicia eso tan cursi que llama un proceso de escucha. Sin esa palanca, Sumar está condenada al fracaso más de lo que ya parece y cabe esperar. Y quedaría por resolver la cuestión, en realidad la única cuestión que le importa a Yolanda Díaz, que es dónde ir si sale del Gobierno. Esa es la pregunta que se hacen también Belarra, Montero y Garzón. Sumar se parece al partido sanchista como se parece un huevo a otro. Sobrevivir es su especialidad.
Cuatro años de gasto militar y se entera ahora
Cómo Louis Renault, el policía corrupto que cierra el garito de Rick Blaine en Casablanca después de descubrir que allí se juega, Yo-yo-Yolanda ha descubierto que su Gobierno quiere gastar unos cientos de millones en armamento, algo que viene haciendo desde que ella forma parte de ese mismo Gabinete. Por qué ahora no y antes sí. Pues porque busca la notoriedad acompañada de una crítica medida y justita a Sánchez que la haga creíble en este momento. No soy el PSOE, no soy Unidas Podemos, debe pensar. Soy, señoras y señores, la autora de “un proyecto que arrincone el odio en España”. ¿Hay algo más ahí, señora?
Tiene dicho que su proyecto necesitará de “todas las manos, corazones y mentes”. Hoy sabremos cuántos y cuántas. Lo veremos, y confirmaremos si más allá del torero ramplón y pegapasista en Las Ventas, estamos ante el último petardo de la política española. Yolanda se ha ido a Roma, y desde allí ha proclamado urbi et orbi que pretende "colocar un nuevo proyecto de país en el centro". Lo que está muy bien, teniendo que lleva en la cartera el carnet del Partido Comunista. ¡Ay qué risa, tía Felisa!
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