Tengo cerca un apreciable número de católicos practicantes que no entienden muy bien por qué el Papa Francisco se reúne por segunda vez con la dirigente comunista Yolanda Díaz. Aunque, no sé, quizá lo entiendan demasiado bien y no quieran expresar sus certezas por escandalosas, que no en vano Marx tiene escrito eso de que la religión es el opio del pueblo, aunque por lo que se ve según y cómo.
No tengo, sin embargo, a un apreciable número de comunistas a mi lado, lo que no deja de ser un alivio, pero no me es difícil inferir que tampoco entienden qué hace en el Vaticano la señora vicepresidenta, afectada prologuista de la última edición del Manifiesto Comunista en el que sostiene, y escribo la cita textual, "que el pensamiento de Marx parece escrito con tinta indeleble, sobre el viento de la Historia". ¡Toma! Una persona normal, con las ideas claras y las lecturas necesarias para estar en política, tendría que hacer un esfuerzo para escribir con este nivel de cursilería, vacuidad y arabescos retorcimientos.
Orgullosa comunista
Ya puestos podría haberle regalado el librito en cuestión al Papa. No tanto por lo que dice Marx, porque supongo que el Pontífice ya lo conoce, sino por la aportación de la vicepresidenta a su pensamiento. "El manifiesto es un texto de propaganda, político (…) Y, sin embargo, sorprende su alma literaria, su estilo límpido, asertivo". Les aseguro que cito textualmente.
Uno sigue sin entender las razones por las que soportamos con tanta facilidad que una dirigente comunista nos dé clases de democracia, diálogo y tolerancia cada vez que le ponen un micrófono y suelta toda esa ferralla verbal vacía y retórica. El comunismo asesinó y mató de hambre más que los nazis, pero nadie con dos dedos de frente se presentaría hoy como heredero de una ideología criminal. Con el comunismo no pasa. Los tenemos en el gobierno de España y sentados en el Congreso de los Diputados, como si el reloj de la historia se hubiera parado con ellos. Inventan marcas y nombres para oscurecer el lugar de dónde vienen cada vez que nos da por abrir los libros de Historia. Comunistas a mucha honra, ¡después del Gulag!, recordaba el sábado pasado Trapiello.
Con todos estos antecedentes, se han vuelto a reunir el Pontífice y la dirigente de Sumar. Siempre anda uno tentado de escribir la palabra líder cuando se refiere a un dirigente político al frente de un partido, o lo que en este caso sea Sumar. Leo en aquí que a Díaz no la aguantan en el Psoe, y menos en el Gobierno porque no ha dado la talla a la hora de controlar a los indisciplinados de Podemos. Que su debilidad es extrema, que su proyecto hace grietas, que muchos de sus votantes no quieren ser la marca blanca de Sánchez, que está al frente de Sumar por decisión propia y que no hay órgano plural y democrático que la haya puesto ahí, y ya veremos qué pasa el 23 de marzo cuando celebren lo que llaman asamblea fundacional. De ahí no saldrá un partido, denominación que a Yolanda Díaz le parece viejuna, saldrá un movimiento ciudadano, que es como el viejo truco de aquellos que antes llamaron inscritos a los militantes o afiliados. Al final emerge la casta.
Alérgica a las entrevistas serias
A la vicepresidenta dos, como la llaman en las tertulias, se le empieza a ver el cartón. Es imposible engañar a tanta gente durante tanto tiempo. Es persona abonada a los canutazos sin posibilidad de que le hagan dos preguntas seguidas. No sabe lo que es una repregunta. No acepta entrevistas en las radios que ya la conocen, más por sus ausencias y requiebros que por sus ideas y reflexiones. En esto es inteligente y hace caso a quien le dice que cuanto menos se exponga más tarde se descubrirán sus carencias.
Anda por ahí un video en el que una periodista le hace una pregunta en un inglés que, alguien con conocimientos básicos, podría entender. Pero la vicepresidenta dos no. Si la sensación de vergüenza ajena le incomoda, pase de ver ese minuto que da grima y una idea cierta de quién ha llegado al gobierno. Anda también por las redes algunos trozos de la actuación -sí, actuación- de Yolanda Díaz en el programa Late Xou de Marc Giró, un tipo simpático que, sin pretenderlo, retrató durante un buen rato la calidad política de quien recela de las entrevistas de periodistas bien articulados que preguntan fuera de las fronteras del humor y la sonrisa. Yolanda bailando en un ascensor. Yolanda sonriendo siempre, a ratos a carcajadas para contar al público como hace sus famosas (¿) sentadillas antes de un mitin: "Puedo estar así sin parar", asegura mientras inventa una pose a la que sólo le falta el inodoro.
Esta mujer, que se califica abiertamente de "supermonomarental y neurótica de la plancha" (sic), es forofa de la moda gallega y de Zara, asegura que no sabe vivir sin el mar y por eso lo hace en un piso de 443 metros que le pagan todos los españoles. Como no puede vivir sin el mar ha sido vista en una playa gallega con artilugios de cocina y colando en un cedazo los famosos pellets que ha terminado por olvidar en el momento justo en el que le explicaron que no era un nuevo Prestige. Vaya.
Salvar los muebles o darse el trastazo
La dirigente gallega se la juega en Galicia. El próximo día 18 a las ocho de la tarde saldremos de dudas y se despejará la gran incógnita que no es otra que saber si Sumar ha conseguido un escaño o ninguno. ¿Qué les parece? Si saca un escaño, que no será el de Marta Lois, Díaz salvará los muebles, afirman analistas y politólogos. Si se queda en cero, si no llega al cinco por ciento, tendrá complicado su futuro porque esos votos inútiles sólo terminarán beneficiando al PP. Con estos antecedentes y con permiso de los Arniches, uno no sale de su apoteosis. O sea que el futuro de nuestra vicepresidenta está en sacar uno o cero escaños en las gallegas. Ya ven donde hemos colocado el nivel de la competencia política, la excelencia profesional y el nivel de lo que algunos consideran éxito o fracaso.
"¿Sigue usted tan pelona?", le inquirió el Papa el otro día en lo que parece que fue una larga conversación entre dos personas que se entienden bien y por eso han vuelto a verse. ¿Qué le puede dar Bergoglio a Yolanda Díaz? La verdad es que es para mí una incógnita. A ella una fotografía, que ya tenía en su álbum. Puede que también algo de combustible para continuar en la lucha política desde el burladero, que es marca de la casa. Hablaron de la esperanza y la desesperanza: "Si no tuviera esperanza no haría lo que hago", manifestó muy seria al salir de la audiencia. Se lo recordaremos el día 18 por la noche. Quien sabe, igual Bergoglio se emplea y toca milagro. Uno que sea límpido, literario y asertivo, como el estilo en que Marx escribió el catecismo de Yolanda.
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