Opinión

Yolanda Díaz, ¡qué fraude!

Asombra comprobar cómo un truco de guion tan repetido durante décadas, desde el hundimiento de la Unión Soviética, sigue funcionando como si fuera nuevo en cada ocasión

El Domingo de Ramos, desde el polideportivo madrileño Magariños, se ha podido seguir el espectáculo organizado para celebrar que el 50% de la izquierda de la izquierda, es decir, de la extrema izquierda, se ha unido. Al otro 50% se le reserva para un próximo capítulo. Sin mucho esfuerzo, puedo detectar la huella del Partido Comunista de España (PCE) en cada detalle del acto. Todo sucede sin que la palabra "comunista" sea pronunciada. En España es de mala educación utilizar tal nombre. Practican una técnica de camuflaje favorecida por la connivencia de una mayoría de medios de comunicación. Un fraude.

Asombra comprobar cómo un truco de guion tan repetido durante décadas, desde el hundimiento de la Unión Soviética, sigue funcionando como si fuera nuevo en cada ocasión. Es casi imposible encontrar hoy un comunista que no oculte su condición y pensamiento político. Los comunistas como Yolanda Díaz se esconden tras charlatanerías cocinadas para la simulación. "En los momentos en los que puede cambiar la Historia de un país, se debe estar", proclama la candidata del 50% de la izquierda de la izquierda. Se dirige al líder de la otra mitad de la tribu, Pablo Iglesias Turrión. Comunistas compitiendo por la interpretación de la historia, ¡qué peligro!

La candidata del PCE alardea de nuevo de lo que no es. "No va de partidos, no va de siglas", dice, contra toda evidencia. Se dividen y son noticia; se unen y siguen siendo noticia. Si montan este número sumando 50%, imagina qué espectáculo nos reservan para el momento de la suma 100%, con la reconciliación de Yolanda y Pablo, formados ambos en las Juventudes Comunistas. Nos lo anticipaba Juan Carlos Monedero en El País: "(Yolanda) tiene que hacer todo lo que esté en su mano para que las fuerzas de ese frente amplio sean bien tratadas". El Comité Central comunista ya prepara ese escenario. Como desvela el ministro comunista Alberto Garzón, "con la estructura territorial de IU", es decir del PCE.

Para entender quién es la candidata de la izquierda de la izquierda lo relevante es analizar su gestión como Ministra de Trabajo. Impacta el contraste radical entre lo que ella dice y lo que dicen datos y organismos independientes. Donde alardea de haber logrado estabilidad laboral, si se mide la duración real de los contratos, sin maquillaje, resulta ser la ministra con la que crece la precariedad. En el acto de Madrid volvió a mentir al convertir activos sin trabajo en no parados, mediante su trampa con los fijos discontinuos.

Poco le importa si Fedea informa que ha detectado 441.000 parados "efectivos" más que los que su ministerio contabiliza. O que Bruselas, vía Eurostat, corrija en 2 millones de parados y subempleados más los ofrecidos por la estrella del polideportivo Magariños. Y ni se inmuta cuando la AIReF advierte oficialmente que "la tasa de paro no es representativa" y que un 18% (¡4,2 millones!) de la población activa querría trabajar, pero no puede. En el acto programado por el Partido Comunista, con protagonismo de los "sindicatos de clase", se enmascaró lo que concluyen todos los analistas: los datos de paro están distorsionados por las trampas de la comunista Yolanda Díaz.

Lo que transmiten las imágenes de la candidata del Domingo de Ramos es la inestabilidad asegurada para la coalición de la que depende la presidencia de Sánchez. Para conseguirlo, el PSOE debe sumar, al 50% de Yolanda, otro 50% que espera fuera, además de las facciones independentistas con su propia libreta de notas. Garantía de inestabilidad. Me pregunto cómo puede ser presidente de gobierno quien evita debatir en el Parlamento sobre ninguna de las grandes cuestiones de Estado, sea sobre Marruecos o Ucrania, gasto en defensa o política de alquileres, porque no puede exponerse a evidenciar desacuerdos insalvables con sus socios de coalición.

Y aún peor, el PSOE impulsa una candidatura con la que compite por la misma bolsa de votos. Un sinsentido que parece responder a final de ciclo no asimilado. Con frecuencia, a quienes saben que su derrota es inevitable, les surge la duda sobre si aún pudiera evitarse la catástrofe, si cabe algún milagro. Solo hay que oír las intervenciones extraterrestres del ministro Bolaños para comprobarlo. Pero lo que los españoles perciben, en un país que se ahoga en deuda, inflación y paro, son peleas de parvulario entre facciones de la coalición sanchista.

Cuando se apagan las velas en el polideportivo Magariños, aún retumban las "retóricas" siderales de Yolanda Díaz, la candidata de Pedro Sánchez: "¡Por fin llegó el día! Hoy empieza todo". Amén.

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