Opinión

Yolanda Díaz y su ídolo antiabortista y homófobo

La toma de posesión del nuevo presidente peruano ha servido para constatar dos tendencias muy en boga en nuestro Gobierno: la primera, la tremenda facilidad con la que Moncloa somete

La toma de posesión del nuevo presidente peruano ha servido para constatar dos tendencias muy en boga en nuestro Gobierno: la primera, la tremenda facilidad con la que Moncloa somete al Rey a unas humillaciones públicas a las que su padre puso coto con aquel famoso “por qué no te callas” en las que mandó silenciar a Hugo Chávez en presencia de un balbuceante Zapatero; la segunda, que todo vale -y como muestra Yolanda Díaz- para ensalzar a un supuesto líder indigenista y más si en su discurso ataca a la opresora España.

De lo primero –la humillación con la que estoicamente asistió Felipe VI a las palabras de Pedro Castillo en su toma de posesión- poco que añadir. Castillo, mientras el Rey intentaba poner su mejor cara de Borbón, denunciaba el papel de España y sus “tres siglos de explotación cuando perteneció a la corona española [...] y que permitió explotar los minerales que sostuvieron el desarrollo de Europa, en gran parte con la mano de obra de los abuelos de muchos de nosotros".

Castillo culpó “a los hombres de Castilla, que con la ayuda de múltiples 'felipillos' (ya es regodeo) y aprovechando un momento de caos y desunión, lograron conquistar al estado que hasta este momento dominaba gran parte de los Andes centrales". Y pintó un Perú precolombino como una Arcadia feliz donde los antepasados "encontraron maneras de resolver sus problemas y de convivir en armonía con la rica naturaleza que la providencia les ofrecía".

Basten dos datos para poner en perspectiva la ‘visión’ de Castillo y la pérfida madrastra española. La ‘armonía’ en Perú a la que se refiere se desmorona con hallazgos arqueológicos como el de 2018 en Huanchaco, y del que daba cuenta la propia prensa peruana. “Aún estaba fresco el barro que dejó un aluvión provocado por un fenómeno de El Niño cuando decenas de niñas y niños fueron sacrificados de la manera más atroz: a cada uno le abrieron el pecho, separaron el esternón y le arrancaron el corazón”.  Ocurrió hace poco más de 500 años en los arenales que rodean el balneario de Huanchaco, en Trujillo.

La matanza, según el diario La República, se llevó a cabo “en un solo día...  entre los años 1400 a 1450, es decir, un siglo antes de la conquista española del Tawantinsuyo“. El director del equipo arqueológico anunciaba que “hemos desenterrado 140 niñas y niños, pero a solo un kilómetro, en Pampa La Cruz, hemos descubierto recientemente 122 cadáveres de niños que también fueron sacrificados. No sabemos si en el mismo evento”. Debían ser las “maneras de resolver sus problemas y de convivir en armonía” de la que se vanagloriaba Castillo.

Otro dato más, en fin, sobre el genocidio castellano en Iberoamérica sacado del Factbook de la CIA y que esta semana recordaba Convivencia Cívica Catalana. Este es el tanto por ciento de población indígena y mestiza en América sobre el total de población: Guatemala (99%); Honduras (97%); México (90%); El Salvador (87%); Costa Rica (86%); Panamá (77%); Nicaragua (74%);Canadá (4% ); Estados Unidos (1%)… Por supuesto que hubo matanzas, abusos de los derechos humanos –como en todas las conquistas- brillaron por su ausencia, pero qué malos genocidas fuimos en comparación con ingleses y franceses…

El entusiasmo de Yolanda Díaz

Pero, con todo, lo más grave de la toma de posesión de Castillo no fue su manida referencia al genocidio castellano sino la alegría con la que Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno español, celebró la llegada al poder de un indigenista. Su discurso antiespañol le vale a Díaz para que Perú deje “atrás el legado del fujimorismo en favor de la democracia y la justicia social. Se consolidan los avances progresistas en América Latina". "Es una brizna de esperanza para Perú y América Latina". ¿Sabe usted lo que piensa Castillo, señora vicepresidenta?

La señora Yolanda Díaz debería saber que su jaleado Castillo –además de empezar a tirar las estatuas de Colón y de no dormir en la casa de Pizarro- es un convencido antiabortista, contrario al matrimonio homosexual y que no concibe la eutanasia. Más o menos, los mismos postulados de Vox aquí en España. Eso es lo que defiende el ‘ídolo' peruano de Yolanda Díaz (y de Podemos y Más País, que lo han saludado con efusividad).

Castillo acostumbra a citar pasajes bíblicos para justificar su rechazo al aborto, la eutanasia, el matrimonio igualitario y hasta la legalización de la marihuana. En una entrevista con uno de los periodistas más seguido del Perú en abril pasado, justo antes de la primera vuelta, Castillo –el favorito de nuestra Yolanda Díaz- respondía que “para nada legalizaría el aborto… personalmente no estoy de acuerdo”.

“¿La eutanasia? Tampoco estoy de acuerdo”, insistía el maestro de escuela peruano, que incluso parecía molestarse cuando le preguntaban por el matrimonio homosexual. “¿El matrimonio igualitario para personas del mismo sexo? Peor todavía. Primero la familia”. Ortega Smith lo firmaría.

Este es el candidato que la vicepresidenta Yolanda Díaz jalea porque “viene de abajo”, es indigenista y denuncia el genocidio español. Poco importa que sus postulados –en aborto, matrimonio homosexual o eutanasia- sean los mismos que defiende Vox a este lado del charco. Lo importante es que en la tribuna de Lima, Evo Morales –el mismo que decía que comer pollo hormonado convertía en gays a los europeos-, Rafael Correa, el tirano Raúl Castro, Lula, Fernández de Kirchner y Bachelet reían las gracias del discurso antiespañol ante Felipe VI. Y en Madrid, Yolanda Díaz aplaudía. Así nos va y así nos irá.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP