Tuve que preguntar a algunos compañeros y hacer algunas investigaciones para confirmar que uno de los traspiés más encantadores de la vicepresidenta no era falso, una broma o fruto de la Inteligencia Artificial. Bueno, esto último, lo descarté enseguida, pues no es la inteligencia la razón que la elevó al gobierno y la hizo vicepresidente. Fue más bien la falta de inteligencia de Iglesias Turrión. Pero no era falso. Ella es así, fantástica y resuelta. Sin remilgos. Inconsciente frente al ridículo. Afirmativa y contundente se desmelenó el 23 de septiembre del año pasado: "Las élites ricas del mundo creen que, literalmente, nos vamos al carajo, y por eso han diseñado un plan B para huir de la Tierra en cohetes. Si Gurp, el extraterrestre inventado por el novelista Eduardo Mendoza hubiera estado entre nosotros ese día, habría encontrado un verdadero filón para una nueva novela. ¿Es posible que una terrícola pueda cavilar así? No me cuesta mucho imaginar de esta forma al alienígena Gurp mientras rompe en una carcajada.
Tiene razón en algo, y por eso se resiste a subir al cohete que le han preparado, porque el jefe del tal Koldo no está imputado, ni está procesado, ni siquiera ha sido llamado como testigo
Claro que pudiera suceder que la vicepresidenta, que suma achaques y derrotas con verdadero pundonor, no estuviera equivocada. Lo de los cohetes es una quimera que, de haber sido pronunciado por un ministro le habrían caído bromas sobre qué sustancias había tomado para decir semejante chorrada, pero lo de irse al carajo, tal y como están las cosas puede que no. Pero claro, como no todos somos iguales, y como sucede que algunos son más iguales que los demás según la lógica orweliana, unos se irán antes que otros al carajo del que habla la vicepresidenta de los cohetes.
Si leyó ayer los periódicos, y si lo ha seguido haciendo hoy, no le será difícil concluir que en el PSOE están preparando un cohete para el ex ministro de Transportes y ex número tres del partido para que salga cuanto antes de esta zahurda en que han convertido la política española. Ábalos ha debido leer bien los libros que le escriben a su viejo amigo Pedro Sánchez y aguanta. En realidad, va a dimitir pero él no lo sabe, que diría Javier Arenas en sus mejores tiempos. Quizá en este momento ya ha dimitido. No tiene opciones. Por mucho que piense en su salario, en las necesidades de sus hijos y en las suyas propias, Ábalos está condenado.
Tiene razón en algo, y por eso se resiste a subir al cohete que le han preparado, porque el jefe del tal Koldo no está imputado, ni está procesado, ni siquiera ha sido llamado como testigo. De momento. El que fuera número tres del socialismo sanchista es caza mayor. No debe ser fácil cargarse a quien sabe tanto, incluso más que ningún de los ministros que se sientan en alrededor de Sánchez cada martes.
El protagonista muere matando
Mientras las cosas van sucediéndose, Sánchez se desgañita y multiplica en actos para decir eso tan mitinero de que quien la hace la paga. Presidente, presidente, un poco de contención. Lo dice él, que no se atreve a nombrar a Ábalos porque, hoy por hoy, no sabe si tendrá que nombrar a Santos Cerdán, el verdadero mentor de Koldo y negociador oficial del sanchismo con Puigdemont. "A mí las cosas se me dicen claritas", afirma Ábalos, pero eso no sucede. Quiere que le digan -por escrito, por escrito-, por qué tiene que dejar el escaño. Quiere que el que se lo escriba huela el almíbar de la venganza y de los secretos congelados en la memoria del ministro que contó las cuarenta maletas que la vicepresidenta Delcy Rodríguez pasó ilegalmente por Barajas. En esa noche oscura, qué cosas, también estaba presente contando la valija de la inquietante Delcy el mismísimo Koldo García. Por lo dicho tengo la impresión de que puede suceder como en las mejores novelas picarescas del barroco: que el protagonista muera matando.
Lo de Koldo es la caderilla de la corrupción. Nos entretiene y mantiene vivas las tertulias matinales. Pero Sánchez miente cada vez que habla y asegura que será ¿implacable?
Debería saber Sánchez que la corrupción no es solo robar. Juanesguerras, roldanes, correas y koldos siempre ha habido y los habrá. La novela picaresca nació aquí, entre nosotros. Pícaros y randas, lazarillos y buscones ha habido siempre. Pero muchas veces el ruido nos hace ver las cosas como no son. Ocasiones hay en que la corrupción, la más pura, siniestra y escandalosa, está alrededor de estos pobres personajes que tapan sin saberlo la corrupción pata negra que muchas veces no llegamos a conocer. El Psoe es hoy una especie de zaquizamí en el que la corrupción de andar por casa se ha normalizado, mientras que la más refinada y sutil queda siempre encubierta y a recaudo.
Cuando, aguantando la carcajada, escucho al rey de la resilencia asegurar que el que hace la paga, no hay más remedio que preguntarse por Sánchez y por la forma en la que él paga su particular corrupción. El caso Koldo o el caso Ábalos no es nada, es un asunto menor comparado con los que Sánchez ha protagonizado. En política, al menos cuando escribimos semejante actividad con mayúsculas, la mentira es corrupción, y la mentira continuada corrupción permanente e instalada en los resortes del sanchismo y el sistema. Pedro Sánchez es una mentira andante que ha convencido a su parroquia que lo suyo son cambios de opinión. Corrupción es engañar a sus votantes; negar que hará lo que luego hace. Corrupción es modificar los delitos de malversación y sedición por su interés personal. Corrupción es perdonar 15.000 millones de deuda a Cataluña. Es también amnistiar a verdaderos enemigos de España a cambio de siete votos que le permitan ir tirando otros cuatro años en La Moncloa. Sí, vicepresidenta, han colocado al país camino del carajo. Es en lo único en que se le puede dar la razón.
Lo de Koldo es la caderilla de la corrupción. Nos entretiene y mantiene vivas las tertulias matinales. Pero Sánchez miente cada vez que habla y asegura que será ¿implacable? En este país el que la hace no la paga. No se me ocurre mejor ejemplo que él.
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