La huelga del metal en Cádiz –la primera de la temporada otoño-invierno que van a tomar las calles del país, hoy tiene lugar la mayor manifestación de la historia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado- ha vuelto a disparar las alarmas en la parte socialista del Consejo de Ministros. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha vuelto a ponerse al frente de la manifestación contra sus propios compañeros de Gabinete y ha propinado una sonora patada a Pedro Sánchez en el culo de Marlaska, probablemente el peor ministro de Interior de los últimos tiempos si no existiera el cercano precedente de Jorge Fernández Díaz, su perra Lola, Villarejo y su ángel de la Guardia Marcelo…
La ministra, en plena campaña de promoción personal y de su marca electoral –plataforma, frente o como quiera que acabe llamándose la fórmula del ticket con Mónica García, Ada Colau, Mónica Oltra y demás políticas, salvo las Montero y Belarra, que solo pueden apoyar desde la barrera porque ahora Podemos ‘mancha’- ha usado las manifestaciones del metal para, una vez más, aparecer como la adalid de la izquierda y la abanderada de la justicia social frente al PSOE.
Y lo ha hecho dejando al pie de los caballos a Marlaska y a la Policía. Al más puro estilo Echenique, como si ella no formara parte de este Gobierno, ha denunciado el uso de la mal llamada ‘tanqueta’ –un BMR cedido hace años por el Ejército para, una vez readaptado, usarlo para limpiar las calles de obstáculos, no para disparar ni para abrir fuego y que usan también los Mossos y la Ertzaintza- contra los manifestantes.
Díaz, contra la Policía
Mientras las dos principales centrales animaban la huelga –las mismas a las que ella, desde el Ministerio, ha duplicado en dos años las subvenciones hasta los 17 millones de euros- ella ‘exigía’ a Sánchez la retirada de la ‘tanqueta’ ante el silencio supuestamente cómplice de sus compañeros de Moncloa. Una vez más, la voz de la izquierda y de los trabajadores era ella. Y Marlaska acabó escondiendo la 'tanqueta'.
El PSOE echó balones fuera y responsabilizó a los mandos de la Policía de su uso –hay que ser cobarde para pensar que el despliegue se hace sin conocimiento de la delegación del Gobierno y, por tanto, de Interior- y Yolanda Díaz se felicitó de un acuerdo histórico, olvidando en todo momento que ella es ministra de Trabajo y que algo debería tener de responsabilidad en que los ‘compañeros del metal’ hayan tenido que movilizarse de esta manera para reclamar que se cumpla su convenio.
La campaña de promoción personal de Yolanda Díaz esta semana ha pisado demasiados callos en Moncloa. Primero, porque una encuesta ya pone por delante de Sánchez a la ministra en las preferencias como presidenta del Gobierno cuando se pregunta a votantes de todos los partidos, algo que ya apuntaba la encuesta de Vozpópuli de este mes. La estrategia de Sánchez de sacar a sus nuevas ministras, jóvenes y sobradamente preparadas, como ‘sombra’ de Díaz no ha dado sus frutos ante la promoción incesante de la ministra.
Y, segundo, porque los celos entre los compañeros del Gabinete empiezan a ser indisimulados. Como siempre, la primera en llevar la voz cantante y hablar en público de campañas de “promoción” personal ha sido Margarita Robles. La titular de Defensa es una de las que más hartas está del vedetismo de Díaz.
Robles abre fuego contra Díaz
"A mí me gusta menos que alguien pueda parecer que utiliza una posición como miembro de un Gobierno para una proyección personal. No es aceptable cuando se forma parte de un Ejecutivo, que es un órgano colegiado que tiene que dejar al margen los personalismos". “No sería adecuado" si algún ministro pretende "utilizar la plataforma del Gobierno con una finalidad de crear un proyecto personal". A la ministra Robles se le entendió todo y explicitó lo que se comenta en voz baja en los pasillos de Moncloa, donde están “muy hartos” de la “campaña de autobombo” de Díaz pero, también, de la “actitud pasiva” del presidente.
El mensaje del ‘hartazgo’ de Moncloa con el afán de protagonismo de Yolanda Díaz se repitió tras el acuerdo en Cádiz por parte de la propia ministra de Industria, que tras defender ante las críticas de su compañera el trabajo de la Policía “que vela por nuestra seguridad”, le mandó otro recado: “A veces, el trabajo silencioso que se hace desde el Gobierno, en mi caso por mi persona, es el que lleva a los buenos resultados”.
Los compañeros, compañeras y compañeres de la parte socialista ya andan avisando a Su Sanchidad: su problema tiene un apellido, Díaz, pero –de momento- no se llama Isabel (que bastante tiene con Pablo), se llama Yolanda. Y se sienta al lado
El episodio de la ‘tanqueta’ de Cádiz parece haber colmado el vaso de la paciencia con Díaz en la parte socialista del Ejecutivo de coalición. Un hartazgo que aumenta con los artículos de dos personajes que ya no pululan por Moncloa pero que siguen impartiendo lecciones desde los medios: lunes sí y lunes también, Iván Redondo y Pablo Iglesias cantan las bondades de Yolanda Díaz como la nueva esperanza de la izquierda y lo bien que haría Sánchez en adelantar las elecciones.
Los compañeros, compañeras y compañeres de Gabinete de la parte socialista ya andan avisando a Su Sanchidad: su problema para las próximas elecciones tiene un apellido, Díaz, pero –de momento- no se llama Isabel (que bastante tiene con Pablo), se llama Yolanda. Y se sienta al lado.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación