Opinión

Yolanda o el magma de su esencia

La líder nombrada a dedo se lo ha creído y le ha levantado el pastel a Iglesias, que brama por tierra, mar y aire su indignación y desespero, a falta de talento para convertirlo en una canción

"Si eres una mujer fuerte

protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.

Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti…”

Había que ver la cara de Yolanda Díaz en el momento en que la entusiasta poeta que le precedió en el uso de la palabra en el acto de presentación de Sumar se giró hacia ella para recitarle, de mujer feminista a mujer feminista, los versos que abren este texto. Una incomodidad profunda que se tradujo en una sonrisa imposible de las que hacen que los músculos de la cara tengan agujetas hasta cuatro días después. El poema se le hizo eterno mientras a la sonrisa se le añadía un movimiento de brazos nervioso. Vinieron al rescate unos gritos de “fuera, fuera!” que surgieron del fondo del polideportivo Magariños. Incluso para una audiencia genéticamente preparada para la metabolización del exceso de glucosa, aquello era demasiado. Bienvenida a nuestro mundo, Yolanda, ahora ya sabes qué se siente.

“Ahora voy a dar unas pocas más de gracias” dijo literalmente la nueva líder, vestida totalmente  de blanco para hacer juego con su discurso

En primera fila, Ada Colau -a la que la nueva líder agradeció “el haber convertido a Barcelona en un referente internacional” sin concretar exactamente en qué, quizás para evitarse decir que en suciedad, decadencia e inseguridad- sonreía con la calma de quien sabe que por las diabólicas combinaciones que van a producirse en los resultados de las municipales en Barcelona tiene muchas posibilidades de repetir mandato. A su lado, Mónica García y Joan Baldoví. Para todos hubo palabras y agradecimientos especiales. Llegó un momento en el que parecía que por fin iba a empezar efectivamente su discurso, pero no. “Ahora voy a dar unas pocas más de gracias” dijo literalmente la nueva líder, vestida totalmente  de blanco para hacer juego con su discurso. Un lienzo en blanco en el que puede proyectarse todo.

Hemos visto a Díaz vestirse de ministra antes de serlo, practicando aquello del fíngelo hasta que por fin lo consigas con una dedicación fuera de lo normal. Tardamos meses en quitar los ojos de su infinito guardarropa y su imparable transformación física, siempre a mejor, para pararnos a escuchar lo que decía. El soniquete de su discurso es agradable y las palabras que salen de su boca, que a veces parecen lanzadas al azar como desde un helicóptero, suenan bien. En cualquier caso, y comparada con la hosquedad de la pareja presidencial de la formación política a la que debe su proyección pública, su actitud y su tono, son, por lo menos, un alivio. Esa diferencia cuidadosamente cultivada ha culminado por fin en lo en Podemos se ha considerado una traición. La lider nombrada a dedo se lo  ha creído y le ha levantado el pastel a Iglesias, que brama por tierra, mar y aire su indignación y desespero, a falta de talento para convertirlo en una canción.

Ella dice que va a ser la primera presidenta feminista y no solo es que se lo crea, es que se ve, con un armario completamente renovado, brillando en el cargo como si fuera Evita pero sin Perón

Ni Montero ni Belarra hicieron acto de presencia para escuchar a su compañera ministra hablar de la España alegre, la España a favor, (a favor de qué no dijo), la España que va a cobrar más y a trabajar menos, la España feliz. A Pam no se la esperaba porque quien considera que las raíces cuadradas no importan tampoco suele saber sumar. En Magariños se reunió la Izquierda Unida de toda la vida pero sin la tutela del grupito de políticas de la Complu y con la muy celebrada presencia de Garzón. El ministro que nos cuenta las verduras propias de cada mes ha sabido identificar cual es el sabor del momento y a qué palo hay que amarrarse.

Pero a pesar del discurso demagógico e infantil, a Díaz hay que tomársela en serio. Ella dice que va a ser la primera presidenta feminista y no solo es que se lo crea, es que se ve, con un armario completamente renovado, brillando en el cargo como si fuera Evita pero sin Perón. Veremos si a Sánchez no le sale rana la patrocinada como le ha ocurrido a Iglesias y en vez de asegurar su voto a la izquierda lo desaloja del poder, porque en el nuevo proyecto de Yolanda, deliberadamente vago y lleno de deseos imposibles, cualquiera puede verse reflejado, incluso el más ferviente sanchista.

Este domingo de Ramos, Yolanda entró en el Magariños como Jesús en Jerusalén, entre palmas  y aplausos pero sin ir a lomos de un burro porque en Galapagar no quisieron prestárselo. Veremos si logra esquivar todas las semanas de pasión que la esperan. Ella cree que sí, y como decían los cartelones que servían de telón al Acto, ahora empieza todo.

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