Opinión

Rescatar Zalacaín con el sueldo de 'la Torquemada' de Podemos

La vida es más compleja de lo que pueda parecer al observar a nuestros antepasados columpiándose en un neumático en el zoo

Cualquier día podría usted recibir una llamada a media tarde en la que un hombre desconocido le informe de que ha secuestrado a su hijo y le exija los ahorros de toda su vida a cambio de su liberación. Lógicamente, no dudaría en pagar en ese caso. Pero, sea sincero: ¿qué ocurriría si el criminal errara y apresara al crío de otra persona, al pensar que es el suyo? ¿Seguiría usted dispuesto a arruinarse por salvar a un muchacho que no conoce?

La situación la planteó Akira Kurosawa en su magistral El infierno del odio; y lo hizo para demostrar que la toma de decisiones puede estar acompañada de un tortuoso proceso en el que la culpa o el sacrificio personal atenacen el alma. Aunque todo conste, en esencia, en elegir entre A y B. Cualquiera en su sano juicio vaciaría su cuenta bancaria para salvar a los suyos, pero nadie se arruinaría por abonar una operación a corazón abierto a un esquimal.

La vida es más compleja de lo que pueda parecer al observar a nuestros antepasados columpiándose en un neumático en el zoo, pero se podría decir que las mejores decisiones son las que causan el menor número posible de afectados. Ocurre que el odio suele desviarnos de ese objetivo y acercarnos a la maldad; y de eso saben especialmente radicales como Gloria Elizo, quien, tras conocer el cierre del restaurante Zalacaín, escribió: “Se desmoronan las trastiendas del régimen del 78. Los manteles donde se negociaron los votos obtenidos con reyes y banqueros, los que ponen a raya a la política”.

La tal Elizo es una de las vicepresidentas del Congreso de los Diputados y pertenece a Unidas Podemos. Es decir, un partido cuyos líderes han demonizado en no pocas ocasiones la iniciativa privada, pues bien parece que todas las torres que aspiren a destacar por encima del Estado deben ser demolidas, en la más peligrosa manifestación marxista.

Elizo cobra más e 65.000 euros al año, es decir, más de dos veces el salario medio en España y cinco el mínimo.

La portavoz no pensó en el empresario que se arruina ni en las familias de los trabajadores que se irán al paro en la peor situación económica de las últimas décadas.

Tampoco reflexionó acerca del posible cincuentón que tendrá imposible volver a encontrar un empleo; o sobre la camarera que quizá pidió una hipoteca el año pasado. O sobre los sueños aplazados de éste o aquel; o sobre la impotencia que genera el hecho de ver desaparecer un negocio por un maldito microbio. Unas horas después, rectificó, pero de forma impostada y rencorosa. Entonces, Elizo escribió: “No sólo no me alegro, lo lamento de verdad. No solo por los trabajadores de un sector diferencial -gastronomía de calidad- sino por la pérdida del referente”.

Radicales sin complejos

La opinión de esta política plasma la visión simplista sobre el mundo de un partido entero, que hoy copa unos cuantos puestos en el Consejo de Ministros. Al escribir su tuit inicial, no pensó en gastronomía ni en negocios provechosos, ni en la capacidad de que cada cual se gaste su dinero donde le venga en gana. Porque la izquierda que encabeza Pablo Iglesias sospecha del éxito, pues parece concebir a todos los empresarios con sombrero de copa, puro de la mano y billete en el bolsillo de la pechera; y a todos los obispos con barriga y una longaniza colgando del bolsillo. Todos los que tienen una vida acomodada son el objetivo, sea cual sea el origen de la fortuna. Y el mal de los triunfadores es visto como una victoria.

Esta gente no lanza sus soflamas ante los cuatro parroquianos 'muy cafeteros', sino que gobierna el país en el momento más complejo de su historia reciente, cuando la toma de decisiones requiere mucha más eficiencia que ideología. Y el mensaje que lanzan sus componentes es que cualquier iniciativa individual ha de ser mirada con lupa, pues podría perjudicar a 'lo público'. ¿Y qué es lo público? ¿Lo de todos? Qué va, lo que gestionan ellos según sus equivocados principios ideológicos. Por cierto, la propia Elizo cobra más de 65.000 euros al año, es decir, más de dos veces el salario medio en España y cinco el mínimo.

Esta gente no lanza sus soflamas ante los cuatro parroquianos 'muy cafeteros', sino que gobierna el país en el momento más complejo de su historia reciente, cuando la toma de decisiones requiere mucha más eficiencia que ideología"

Este mismo lunes, Pablo Echenique escribía lo siguiente tras conocer las informaciones sobre la vacuna de Pfizer: “Cuando hayamos vencido al virus, no olvidemos que nos salvó la responsabilidad individual, la sanidad pública y universal y la ciencia... mientras la (ultra)derecha pedía privilegios fiscales, recortes y libertad para contagiar”.

Sobra decir que en un país gobernado por los perseguidores de quienes hacen fortuna y de quienes sugieren que todo lo que se hace al margen de lo público debe ser considerado anatema, difícilmente se hallarían resultados de vanguardia científica en el tiempo récord en el que lo ha conseguido esta empresa -según dicen-; que, por cierto, rechazó las ayudas estatales en el desarrollo de este proyecto. Lo mismo, por cierto, que todo ese capitalismo parasitario hispánico que en los próximos meses se peleará por los millones del fondo de recuperación europeo para poder sobrevivir. Que sí, que no sólo va a haber palos para los neomarxistas en el país de la chapuza general.

Si a usted le ofrecen arruinarse a cambio de salvar una vida, sólo los imbéciles considerarían que la respuesta es sencilla. Ser sectario es lo que tiene...que ninguno de los que forma parte de esa desgraciada parroquia destaca especialmente por su inteligencia.

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