Opinión

Zapatero, desbocado y Sánchez, en pánico

Si enlazas las declaraciones de Zapatero a Herrera en Cope, donde se autoproclamaba el artífice de la rendición de ETA, con las nada improvisadas del delegado del Gobierno en Madrid sobre

Si enlazas las declaraciones de Zapatero a Herrera en Cope, donde se autoproclamaba el artífice de la rendición de ETA, con las nada improvisadas del delegado del Gobierno en Madrid sobre el patriotismo (español) de Otegi y compañía, concluirás que el expresidente socialista ha decidido hacerse notar en la campaña del 23-J. En Moncloa están comprobando de nuevo que la “alarma antifranquista” no moviliza. Confiaban en una reacción de los electores contra los pactos PP-Vox tras el 28-M, pero el milagro no se produce.

Debe estar muy desesperado el sanchismo para recurrir a quien, cuando aún era presidente en 2011, se amilanó por una cartita de Cebrián, dictada por Felipe González y publicada en El País, en la que le exigían quitarse de en medio. Zapatero renunció a ser candidato, entregó la cabeza de Carme Chacón, se puso a disposición de Pérez Rubalcaba y guardó silencio. Cumplió con mansedumbre. Ahora, envalentonado, recupera bravura y se desboca. Su problema es que el público no está para payasadas y el viejo truco –“nos conviene que haya tensión”- ya no renta.

Si eligen al PP, no desconocen que éste puede necesitar el apoyo de Vox, como saben que el PSOE lleva asociado un bloque que incluye neocomunistas, independentistas y herederos de ETA

Los resultados de las municipales del 28-M en Castilla y León confirman que el recurso a Vox está agotado. En la única autonomía con una coalición de ambos partidos, también subieron los populares y bajaron los socialistas. Los ciudadanos sí aplican intuitivamente lo que en economía se conoce como coste de oportunidad. Al optar por una candidatura, saben a qué otras renuncian. Si eligen al PP, no desconocen que éste puede necesitar el apoyo de Vox, como saben que el PSOE lleva asociado un bloque que incluye neocomunistas, independentistas y herederos de ETA. Lo llamativo es que a Sánchez le haya sorprendido la contundencia de la derrota electoral.

Desde aquella noche triste, demuestra desconcierto y pánico, que se traduce en mensajes absurdos de campaña. Todos los esfuerzos del sanchismo mediático se están concentrando en rebajar a Feijóo a la condición de Sánchez. Si el candidato del PSOE está marcado por su “no pactaré con Bildu, si quiere se lo repito veinte veces”, ellos replican que el líder del PP dijo “mi objetivo es gobernar en solitario”. Es una comparación absurda, pero, quien se ve desbordado olvida la verosimilitud. ¿Alguien puede creerse que Núñez Feijóo es, como el derechista Orbán, trumpista, antieuropeista, anti-OTAN, pro-Putin? Lo que fortalece la candidatura del líder del PP es la confianza, instalada ya en la opinión pública, en que impedirá  cualquier exceso que pudiera intentar el partido de Abascal como aliado.

Se evidencia lo anticipado por las elecciones de Castilla y León, Madrid, Andalucía o 28-M, que la táctica “viene Vox” es solo ardid electoral para banalizar los pactos con independentistas. Eso explica que se esté aceptando con normalidad la “geometría variable” practicada por Feijóo, con gobiernos de coalición en unos casos y en solitario en otros, según resultados. La opinión pública percibe que no está atado a Vox, como demostró el sábado municipal, con, por ejemplo, las ocho capitales andaluzas  con alcaldías del PP sin pactos con Vox. ¿Santiago Abascal? Sabe que asumiría graves riesgos si forzara repeticiones electorales.

El grupo parlamentario socialista futuro ha sido seleccionado por Sánchez para repetir su famoso “no es no” e impedir cualquier posible acuerdo con un gobierno en minoría del PP

Núñez Feijóo puede, y debe, explicar su plan de gobernabilidad abiertamente. No sabemos que le contó Felipe González en su finca de Extremadura sobre el futuro del Partido Socialista, pero poco puede esperar del expresidente. El grupo parlamentario socialista futuro ha sido seleccionado por Sánchez para repetir su famoso “no es no” e impedir cualquier posible acuerdo con un gobierno en minoría del PP. ¿Con qué PSOE pactaría Feijóo? Para averiguarlo, tendría que decirle a García-Page “reúnete antes con tus compañeros de Cataluña, País Vasco y Navarra, consigue que rompan sus pactos con los independentistas, y hablamos”. ¿Viejo bipartidismo? El pasado es un país al que no se puede volver.

El regalo de la alcaldía de Barcelona al PSOE no modifica un mapa político catalán de pactos socialistas con todos los independentistas. Ni la misma generosidad en Vitoria significa que exista algo como independentismo “bueno”, en versión PNV. Los populares saben, como todos los españoles, que el Partido Socialista está encadenado irremediablemente a los secesionistas. El 28-M, Pedro Sánchez y el PSOE entendieron, al fin, que perderán el 23-J y su reacción no puede ser más irracional. La opinión pública asiste atónita a, unas veces, narrativas antifranquistas zombis, y otras, fantasías sobre -¡santo cielo!- el éxito económico de cinco años de gobierno.

Los españoles se han hartado de la “ineptocracia” de un Gobierno que ha situado al país a la cabeza de la UE en caída de ingresos y aumento de carestía de vida de las familias

Provoca vergüenza comprobar, como informa la AIReF, que más de la mitad de familias humildes con derecho al Ingreso Mínimo no lo han recibido por la ineptitud del ministro Escrivá, el que exhibe carcajadas metálicas por los platós. Los españoles se han hartado de la “ineptocracia” de un Gobierno que ha situado al país a la cabeza de la UE en caída de ingresos y aumento de carestía de vida de las familias. Lo que se detecta en la plaza pública es un deseo masivo por salir del pozo en el que el sanchismo ha metido al país. No se ve “alarma antifascista”, sino “alarma antisanchista”.  Se pudo comprobar en las urnas del 28-M y se verá en las del 23-J.

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