Debe tener José Luis Rodríguez Zapatero la conciencia de Prometeo, el titán que fue castigado por robar el fuego a Zeus para entregárselo al pueblo. Los líderes mesiánicos siempre piensan que los ciudadanos están en deuda con ellos porque han mejorado sus vidas y sus expectativas, así que cuando los desprecian, enloquecen y sacan su vileza a relucir. Es lo que escribió Mary Shelley en Frankenstein: “Yo era benévolo y bueno; la miseria me hizo malo. Hazme feliz y de nuevo seré virtuoso”.
No es el leonés ni bondadoso ni practicante de la virtud, pero en el PSOE lo han exhumado y resucitado... y ahora hace ver al pueblo que predica esos arquetipos platónicos porque los posee. Porque le definen. Sus relaciones con Mohamed VI y con Nicolás Maduro son el vivo ejemplo del oportunismo maligno -mucho más de lo que se piensa en algún caso- y deberían convertirle en un proscrito de por vida, como lo son tantos presidentes que trabajaron para los enemigos de su pueblo tras dejar su cargo. Pero en el PSOE de Pedro Sánchez no existen grandes escrúpulos, así que ahora no dudan en presentar a Rodríguez Zapatero como a un presidente que se sacrificó para ampliar la cartera de derechos de los españoles y para integrar en las instituciones a quienes guardaban pistolas y bombas en los zulos; y quienes pretendían camuflar sus corruptelas insoportables con soflamas nacionalistas.
Y el plan ha funcionado, vaya que sí. Así ha sido desde el pasado marzo, cuando Zapatero compareció en el programa de Julia Otero en La 1 para intentar eliminar las impurezas que le atribuyen. Lo hizo ante la complacencia de su vieja amiga Elena Sánchez (presidenta de RTVE) y de alguien que le debe tanto como José Miguel Contreras, quien se forró con la licencia de LaSexta y quien consiguió un contrato de 5 millones de euros de la televisión pública para producir el magacín de 'la Otero'.
Entre bambalinas, algunos distinguidos miembros del PSOE S.A se ocupaban entonces de maquillar al Frankenstein leonés y de dotarle de un discurso efectivo a sabiendas de que la figura de Pedro Sánchez -debilitada- necesitaba contrafuertes para no derrumbarse en las elecciones venideras. Cuentan fuentes bien informadas que en la operación participaron Óscar López, Miguel Barroso, Antonio Hernando y, por supuesto, Pepe Blanco, que desde el potente lobby de Acento -del que el PP participa, con su inconsciencia habitual- ha realizado algunas maniobras expansivas que son, como poco, cuestionables. Habrá quien se pregunte quién está detrás de él. Porque aquello no vuela solo. Se sorprendería al encontrar a algún especialista en comunicación de altos vuelos. Es un secreto a voces.
Lobos con piel de corderos
Se infravalora la capacidad de estos muñidores, entre otras cosas, porque la derecha mediática confundió la falta de estudios de gente como Pepiño Blanco con inteligencia y perspicacia. Dentro del PSOE, hay unos cuantos así. Cada cual se mueve en su terreno, cada cual aspira a una ínsula particular. Son los dueños del cotarro o, al menos, aspiran a adueñarse de todo él. Si hace falta colocar a un peón en un puesto donde nadie se lo espera por razones éticas y estéticas, no tienen problema. Ahí están Conde Pumpido, Juan Manuel Serrano o Dolores Delgado. Y si hace falta resucitar a Zapatero para ponerle a hacer el trabajo sucio a Pedro Sánchez a cambio de unas cuantas apariciones públicas que alimentan su ego... se hace. Zapatero va a COPE y a LaSexta, Sánchez donde Ana Rosa, Pablo Motos y los podcaster de moda... y sus mensajes llegan a todo el mundo.
Mientras tanto, Núñez Feijóo decidió funcionar a baja intensidad durante la última semana de la campaña. Quizás en su casa, pelándose una manzana reineta a cinco días de los comicios mientras sus competidores debatían en la televisión. ¿Y por qué no paró los pies a sus barones regionales para evitar que las astracanadas de Vox perjudicaran sus opciones en las elecciones, ante su capacidad para movilizar a la izquierda más miedosa? Desde luego, la diferencia entre el PSOE S.A y la derecha es abismal. Unos miden cada movimiento. Los otros no saben lo que hacen. Unos resucitan a Zapatero. Los otros, convirtieron a José María Aznar en un apestado, lo que hizo que una parte de su electorado se decantara por Vox.
La que viene...
Cuentan ahora fuentes del sector empresarial público que la próxima medida que perseguirán los miembros del PSOE S.A. será la de colocar la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales en el Ministerio de Industria de Jordi Hereu. El alto mando del PSC se considera perjudicado por las batallas que ha tenido que librar con Hacienda en los últimos años para realizar sus movimientos en las empresas públicas e irán a por todas. Esta legislatura no será como la anterior: ahora toca pisar el acelerador para conseguir extender su huella en los lugares donde la política y el dinero van unidos de la mano.
Lo primero que dan por supuesto es que Pepiño Blanco renovará como consejero de Enagás -160.000 euros al año- y que Maurici Lucena, llegado el caso, dejará AENA para dar el salto a Industria si gana influencia en la SEPI o para ser el gurú económico del PSC si gana las elecciones autonómicas. No caminan solos todos estos: tienen el beneplácito de Moncloa y la tutela efectiva en Cataluña de un líder al alza, como es Salvador Illa.
Y no tienen actualmente ningún contrapeso en el PSOE, en el que tanto y tanto bobalicón se fija en Emiliano García-Page como opositor de 'lo establecido', cuando eso es completamente falso. Estos empresarios, consejeros, comunicadores y conseguidores socialistas han provocado que Sánchez ganara unas elecciones que tenía perdidas y ahora están reforzados. Van a por todas. Desde el Miguel Barroso que permite en Prisa que se publique un texto que considera que los jueces deben estar callados ante los atentados contra la división de poderes; hasta el grupo de estrategas que lanzaron a Rodríguez Zapatero al estrellato para vender socialismo más puro.
El verdadero daño de este tipo de peronismo no se apreciará mientras gobiernen, sino cuando gane la derecha, intenta administrar el país y no disponga de margen de maniobra en prácticamente ninguna institución para tomar sus decisiones. El PSOE será dueño de todas ellas. Del Estado, de la calle y de la pasta.
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