Opinión

La Zarzamora se nos ha vuelto separatista

O eso parece si escuchan a los abogados de los presos por el 1-O hablando acerca de los suplicios que van a pasar durante el juicio. Igualitos que la Zarzamora,

O eso parece si escuchan a los abogados de los presos por el 1-O hablando acerca de los suplicios que van a pasar durante el juicio. Igualitos que la Zarzamora, que llora que llora por los rincones.

La copla de aquella mujer que se reía y presumía de que partía los corazones la inmortalizó la gran y única Lola Flores, pero es que después, firmes y en silencio, la cantó la no menos grande Rocío Jurado.  A lo que íbamos, anda el letrado Cuevillas, a la sazón abogado de separatistas, como la Zarzamora, de plató en plató televisivo, aduciendo que los juzgados van a sufrir poco menos que tormentos inquisitoriales. Que si llevarlos a Madrid ya es tremendo, que si tener que invertir más de cuatro horas entre ir y volver es el suplicio de Tántalo, que si no hay calabozos en la sede judicial, que eso es mucho mareo y, ah, sublime concepto, que atendiendo a las horas brujas a las que llegarán a sus celdas tendrán que contentarse con una mísera sopa fría. O sea, que ni en los Baños de Argel se vieron tamañas sevicias.

Yo creo que el proceso, y lo he dicho alguna vez, es lo más español que existe puesto que se sustenta en la envidia, el egoísmo, la actitud del señorito y su concepción del cortijo y muchas otras minucias que no cito para no aburrirles en exceso. Este lloriquear me reafirma en lo dicho, porque los corifeos separatistas que andan opinando al unísono – la consigna es la consigna - por medios y redes sociales son unas completas Zarzamoras y van llora que llora por los rincones, pidiendo que publiquen su pecao y el querer que le devora y que tós les den de lao al saber el querer desgraciao que embrujó a la Zarzamora.

El proceso es lo más español que existe puesto que se sustenta en la envidia, el egoísmo, la actitud del señorito y su concepción del cortijo

No me digan que no es hermoso, incluso poético, que la suprema apelación a la simpatía de la gente por parte de quienes iban arrogantemente pisando la moqueta pagada por todos sea la de la lástima, la pena, los viajecitos y, en definitiva, la sopa fría. Que la gente trabajadora tenga que invertir horas en ir y venir de sus lugares de trabajo – los que tienen la suerte de tener empleo – o que haya miles de familias que no tengan nada que cenar no parece inquietarles demasiado. De hecho, la cosa social nunca les ha quitado el sueño, porque su mundo está repleto de esteladas, himnos desaforados, historia falseada, complejo de su superioridad, saltarse las leyes comunes, el tres por ciento y lo que ustedes quieran, pero está completamente ayuno de justicia social, de piedad, de compasión, de humildad.

Que se quejen de la sopa fría es, ciertamente, curioso. Lo digo porque, hasta ahora, sus argumentos eran que lo cometido por los reos no era delito, que lo suyo iba de democracia, que España era poco menos que una mazmorra medieval gestionada por jorobados siniestros, en fin, la panoplia habitual de estas gentes. Hete aquí, sin embargo, que ahora aparecen las sopas frías y, de seguir así, incluso podrían hacerlo el lamentable punto que le dan los rancheros de la cárcel al bistec o la poca calidad del helado de postre, ese mismo que Esquerra decían que tendríamos cada día si alcanzábamos la independencia. Por favor. ¿Alguien cree que con tales argumentaciones captarán siquiera la más mínima chispa de simpatía por parte de nadie que no sea uno de los que creen todavía que la república la tenim a tocar?

Siento profundamente que, también en esto, continúen tomándonos por unos prefectos cretinos a la mayoría y despreciando nuestra capacidad de albergar unos mínimos de sentido común

Siento profundamente que, también en esto, continúen tomándonos por unos prefectos cretinos a la mayoría y despreciando nuestra capacidad de albergar unos mínimos de sentido común. La política ni es una novela de Corín Tellado ni un serial lacrimógeno como Simplemente María, señores. El cuento de la lágrima no v ende cuando de razonamientos y leyes se trata. Ahora, si pretenden inspirar en la opinión pública, ándense con ojo. Recuerden lo que Graham Green escribió a propósito, cuando dijo que la desgracia, como la piedad, suele terminar convirtiéndose en hábito. Y entonces, automáticamente, deja de ser desgracia o piedad. En suma, que menos Zarzamoras y sopas frías en una tierra con tanta desigualdad social y más ir a la picaresca, cosa también muy española. Como dice el refrán, en este mundo mundillo, hay que tener no poco de pillo. Aunque en estas lides no creo precisen de demasiadas lecciones.

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