Opinión

Zelenski y los ‘hijos de Putin’

El presidente ucraniano protagoniza una intervención histórica en el Congreso y desmonta las mentiras que intentan justificar el horror apelando a una falsa equidistancia entre invasor e invadido, víctima y verdugo

Hace falta ser muy hijo/a de Putin para contemplar imágenes de cadáveres hinchados y en evidente estado de descomposición tras haberlos dejado el Ejército ruso semanas a la intemperie en medio de una avenida de lo que fue Bucha, ciudad suburbio del norte de Kiev, y salir corriendo a Twitter a vomitar: “los rusos se fueron el 31 de marzo y los cuerpos no estaban ahí”; solo porque tu antiamericanismo primario te ha susurrado, y tú le has creído, que el culpable es un “nazi” hoy portada en todos los diarios españoles después de su histórica comparecencia este martes ante el Congreso, Volodimir Zelenski.

Cierto que no todos los hijos/as de Putin escriben exactamente eso. Muchos, la mayoría, no son idiotas; los sepulcros blanqueados, que decía mi familia, se limitan a exigir una ”investigación independiente” (sic), supongo encabezada por Nicolás Maduro y Xi Jinping -dos demócratas (modo ironía on)- que esclarezca la matanza de unos seres humanos cuya sola disposición sobre el asfalto revela dos cosas, permítaseme la especulación a la que también tengo derecho: o eran hombres cabeza de familia sacados a la fuerza de casa y ejecutados in situ a la altura de su vivienda, para escarmiento vecinal, o era gente que tuvo la desgracia de pasar por ahí, como atestigua la bicicleta caída.

Hace falta ser muy hijo/a de Putin, insisto, para poner en duda desde una pantalla de ordenador a 3.000 kilómetros de distancia y al calor de la calefacción, no ya las primeras imágenes capturadas por el Ejército ucraniano, sino las posteriores de los periodistas que han accedido a la zona; y muy, pero muy hijo/a de Putin, para calificar de montaje hollywoodiense ese al que, supuestamente, se habrían prestado periodistas como Almudena Ariza, Luis de Vega, Alberto Sicilia Principe Marsupia, Mikel Ayestaran y tantos más que llevan cuarenta días contándonos un horror lejano de sirenas y bombas y el ahora más cercano de olor putrefacto.

Ni esa izquierda negacionista inasequible al desaliento ni los analistas y militares equivocados por su brújula antiimperialista me van a convencer de que Putin no es un asesino que ha perdido cualquier razón que tuviera al inicio de la invasión de Ucrania

No. Ni toda esa izquierda negacionista inasequible al desaliento -paso de los bots siberianos a sueldo de Rusia, como la tal Irina, y paso de Rusia Today (RT)-, ni aquellos analistas y militares de buena fé pero equivocados por su brújula antiimperialista, que en esta hora todavía critican más al imperialismo estadounidense del pasado que al ruso de tierra quemada del presente… ninguno va a convencerme de que Vladimir Putin no es un asesino que ha perdido cualquier razón geoestratégica y de seguridad que tuviera al inicio de su invasión.

Y no me van a convencer porque, afortunadamente, el algodón no engaña: este lunes el New York Times publicaba una conveniente comparativa videográfica de vehículos sorteando cadáveres el 1 de abril por la ya famosa avenida de Bucha con imágenes por satélite de esa misma localización… el 19 de marzo, en plena ocupación, y ¡oh, casualidad! con los mismos cuerpos tirados por el suelo. Es decir, los muertos ya lo estaban dos semanas antes de que el Ejército ruso, rabioso y desmoralizado en su retirada, volviera sobre sus pasos hacia Bielorrusia. Juzguen ustedes mismos:

Nada, estimado lector, justifica esas imágenes que acaba de ver y que retrotraen a la limpieza étnica serbia en Srebrenica a mitad de los años 90 del siglo XX o, yéndonos más lejos, a la entrada de los aliados en Polonia y Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. ¿Alguien se imagina, más allá de unos pocos nazis negacionistas -que hasta muchos años después de 1945 no se atrevieron- poniendo en duda el horror que reflejaban los documentales tras la liberación de Autschwitz y otros campos de exterminio? ¿La libertad que nos ofrecen las redes sociales ochenta años después daría esa patente de corso? No.

Ni los bombardeos estadounidenses sobre Belgrado, ni la invasión estadounidense en Iraq, ni el olvido de Siria, ni otras razones más políticas, ahora en Ucrania, como puedan ser el incumplimiento de los acuerdos de Minsk, la presencia del batallón nazi Azov en las fuerzas armadas ucranianas que combaten en Donbas y Lugansk desde 2014 -¿Tienen algo que decir los tuiteros pro-Putin del uso que hace Rusia de los fascistas de Wagner y de los islamistas chechenos y sirios que ha enviado el carnicero Bachar El Asad?-, o la existencia de supuestos laboratorios biológicos estadounidenses patrocinados por Hunter, el hijo “pederasta” (sic) de Joe Biden que protagoniza las obsesiones de los negacionistas… me van a convencer de que las imágenes que estamos viendo constituyen un crimen de lesa humanidad contra civiles indefensos en Bucha y otras ciudades.

El crimen que Putin está perpetrando lo es también contra esos soldados de reemplazo que ha mandado engañados a Ucrania, la mayoría de Sibería y regiones remotas del este de Rusia para que el llanto de sus madres no se oiga por Moscú y le desestabilice

Crimen que, de forma más silente, Putin también está perpetrando contra sus compatriotas rusos. Porque muchos de los soldados de reemplazo, mal equipados y peor alimentados, acudieron engañados al frente -supuestamente iban de maniobras y eso explicaría el alto número de bajas y autosabotajes de pura desesperación-. Las familias de los aproximadamente 15.000 que pueden haber muerto para satisfacer el ansia imperial de este Zar de medio pelo salido del KGB, según estimaciones occidentales, nada saben de unos críos los cuales provienen, en su mayoría, de Siberia y regiones remotas de la Rusia asiática, no de la Rusia europeapara que el dolor de las madres de Moscú y alrededores no se oiga en las calles.

Por eso ha sido tan importante la intervención del presidente ucraniano ante el Congreso, para desenmascarar a Putin: Circula por Internet una foto de Volodimir Zelenski fechada el 23 de febrero, hace menos de dos meses. En ella se puede ver a un hombre trajeado que no aparenta llegar a los cuarenta años y otra de este lunes paseando -es un decir- entre cadáveres por las calles de Bucha. Es un espectro.

Ese espectro se dirigió este martes al pueblo español, a través de los diputados y senadores, para poner en su sitio a tanto hijos/as de Putin que hay por aquí negando la masacre contra su pueblo. Ellos seguirán erre que erre, nosotros a lo nuestro, que por primera vez en bastantes siglos España está en el lado correcto de la historia, el que (no solo) defiende el suministro de petroleo, gas y primas, sino una forma civilizada de estar en el mundo en libertad, respeto a los derechos humanos y convivencia.

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