Cocina

Este es el mejor aceite de girasol para que hagas tus torrijas

El debate está ahí: ¿con qué aceite se deben o pueden hacer las torrijas? Se habla de aceite de oliva, de

El debate está ahí: ¿con qué aceite se deben o pueden hacer las torrijas? Se habla de aceite de oliva, de aceite de oliva virgen extra, aceite de orujo de oliva, aceite de oliva refinado o aceite de girasol son las mejores opciones que se nos ponen delante. Pero si queremos que este producto tan sabroso y tradicional de la Semana Santa tenga un sabor neutro en cuanto a la presencia de aceite se refiere, quizá lo más conveniente sea prepararlas con aceite de girasol.

Si te has decidido por esta opción y quieres un buen aceite de girasol, que además será asequible a tu bolsillo, te vamos a dejar una opción que es la que más recomienda Amazon. Venga, que estás a tiempo de adquirir un buen producto con el que hacer tus mejores torrijas.

Esencia Califal

Especial aceite de girasol, opción recomendada por Amazon y uno de los mejores que puedes encontrar en el mercado. El precio del litro es algo inferior a 5 euros, para un bidón de cinco litros y poco más de 20 euros en total. Aceite de girasol con alto contenido oleico (45%-60%) y una sabor único en su especie

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El origen de las torrijas

Hay que remontarse a la época de los romanos, en recetas del siglo I, para encontrar las primeras menciones a este manjar. En unas recetas escritas por el gastrónomo romano Marcus Gavius Apicius ya se hablaba de algo similar a lo que hoy conocemos como las torrijas, si bien lo más exacto a lo que tenemos hoy data ya del siglo XV, aunque surgen como una tradición poco ligada a la Semana Santa. Y es que fueron concebidas como un alivio para las parturientas que daban a luz y también para que se recuperasen del esfuerzo. Servidas con una pequeña copita de vino, alrededor del año 1600 eran pequeños trozos de pan, alejados de las grandes rebanadas que concebimos hoy día.

Luego la torrija terminó pasando a ser un elemento clásico de la Cuaresma y por ende de la Semana Santa al convertirse en un elemento saciante y calórico, que aportaba energía y llenaba el buche en tiempos de obligada abstinencia religiosa de ciertos alimentos. Igualmente, en general se asocian a tiempos pretéritos de estrecheces económicas donde con unos trozos de pan duro de algunos días podías preparar un dulce económico, saciante y sabroso.

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