"Pedro Sánchez me ha hablado de plurinacionalidad y de que España es una nación de naciones, pero no me ha acabado de concretar", reconocía este lunes el presidente de la Generalitat, Quim Torra. Es el resumen más claro de lo que acababa de ocurrir durante la cita de ambos, dos horas y media en el Palacio de La Moncloa, para escenificar la vuelta a la "normalidad" en y con Cataluña; y, de paso, arrancar a Torra otra reunión en otoño en Barcelona.
Parole, Parole (palabras, palabras), dicen los italianos, pero en el caso del líder socialista estas tienen su importancia porque llevaba diez meses, desde el referéndum ilegal del uno de octubre, sin hablar en público de "plurinacionalidad"; que puede ser nada -no va a haber reforma constitucional a medio plazo- o todo, según se mire, en un conflicto básicamente sentimental: cómo recuperar a esos 2,5 millones de catalanes que han roto con España.
De esto fue la primera aproximación en Madrid con quien simboliza el independentismo, de crear un cambio de clima entre ambas partes respecto al que había entre el soberanismo y el Gobierno de Mariano Rajoy; sin resultados concretos más allá del gesto de Torra de volver a las comisiones bilaterales Estado-Generalitat, que no se reunían desde 2011.
Sánchez se deshizo en obsequisidad con su invitado, al que hace tan solo un mes le tildaba de "racista" y le llamaba el "Le Pen español"
A partir de ahí empezar a andar con otra reunión de ambos en Barcelona sin concretar fecha, eso sí, con mucho detalle por ambas partes: Torra, con un lazo amarillo grande en la solapa de la chaqueta para recordar que hay "presos políticos" en España, pero regalándole al mismo tiempo a su interlocutor libros y hasta una botella de rafia, aguardiente catalán que simboliza amistad.
Sánchez tampoco se quedó corto: como si fuera el mismísimo Barack Obama de visita a nuestro país enseñó, a quien hace un mes tildaba de "racista" por sus escritos contra los no nacionalistas y le llamaba "Le Pen español", los jardines de La Moncloa y la fuente de Guiomar que tanto frecuentaba el poeta Antonio Machado. Toda sobreactuación es poca cuando se viene de una situación tan tensa en el último año.
Para muestra un botón: Hasta la leve cesión de Torra con la vuelta a las comisiones bilaterales ha servido para que los llamados Comités de Defensa de la República (CDR) hayan pedido ya su dimisión por el "cambio de rumbo", esa supuesta vuelta al autonomismo que no se ve por ninguna parte. Porque el sucesor de Carles Puigdemont en el Palau San Jaume tenía muy claro a qué venía a Madrid: "Cualquier solución política pasa por reconocer el derecho de autodeterminación", aclaró a su interlocutor y luego a los periodistas.
Se van a volver a reunir en otoño pero el ' dialogo de sordos' sobre la autodeterminación persiste: Torra dice que sin ella "no hay solución" y Sánchez que eso "no existe en ninguna Constitución"
Frase que ya había sido previamente contestada por boca de la vicepresidenta, Carmen Calvo, quien antes de la rueda de prensa del líder catalán había dejado claro que "la autodeterminación no existe" en la Constitución y así "se lo ha explicado el presidente del Gobierno"... ¿Con qué Pedro Sánchez nos quedamos, con el que habla de plurinacionalidad -según reveló Torra- o con el que relata Calvo? Con los dos.
Aún así, Torra reconoció que había tenido ocasión de "empatizar" con el socialista, y el Gobierno le devolvió el cumplido valorando que la reunión había sido "muy larga" y "llena de cortesía y fluidez".
El presidente del Gobierno sabe que no va a haber una reforma constitucional a corto plazo porque necesita el concurso del PP y Ciudadanos, y estos no están por la labor. Pero para dedicarse a gobernar el circo de seis pistas de un gobierno con solo 84 diputados, necesita desactivar emocionalmente el conflicto catalán o su destino correrá parejo al de Rajoy. Y en ello está.
El Gobierno contesta a Torra que el Rey irá al primer aniversario del atentado islamista en Las Ramblas de Barcelona, el 17 de agosto, porque es "el jefe de todo el Estado, incluida Cataluña"
Por eso mandó Pedro a Calvo a hablar antes que el propio Torra. Porque sabe que, si no, los periodistas habríamos corrido a preguntarle sobre las palabras posteriores del presidente de la Generalitat -"bilateralidad Cataluña-España", "reconocimiento mútuo de los proyectos", "acabar con la persecución judicial"-.
Y no solo eso. Torra dijo que no va a invitar al Rey Felipe VI (ambos mandatarios hablaron de su "papel" tras el referéndum ilegal del 1-O) a los actos del primer aniversario del atentado islamista en Las Ramblas de Barcelona, el 17 de agosto, porque todavía no se ha "disculpado" por aquel discurso televisado el 3 de octubre.
Poco que ver con este deseo expresado por Calvo: "hemos de darnos una oportunidad constructiva y generosa para rehacer lo destruido". La vicepresidenta, con semblante más serio que en el resto de la rueda de prensa le recordó que el monarca irá si quiere porque para eso "es el jefe de todo el Estado, incluida Cataluña".