Política

El giro a la izquierda del Gobierno acaba en un choque entre Pedro Sánchez e Iván Redondo

El jefe del Gabinete del presidente ha amagado dos veces con dimitir. Su núcleo duro se queja de la actitud “autoritaria” de Sánchez y la dificultad de prever sus movimientos

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El Gobierno de Pedro Sánchez empieza a revelar fracturas internas en sus centros neurálgicos de poder. Aunque el cuartel general de la Moncloa intenta limitar las filtraciones, en el Ejecutivo van creciendo las voces que hablan del malestar de los principales asesores del presidente a raíz de los últimos giros realizados en asuntos clave como los Presupuestos y otras políticas parlamentarias. El peso que va ganando Pablo Iglesias preocupa en muchos sectores del Ejecutivo, y esa tensión se acerca al despacho del propio presidente.

Fuentes gubernamentales admiten en conversación con este periódico que la actual relación entre Sánchez y sus asesores en la Moncloa, liderados por Iván Redondo, es de todo menos idílica. A lo largo de los últimos años todos sabían que Sánchez tenía la última palabra en los asuntos de Estado. Pero últimamente preocupa la autonomía que el presidente va adoptando y su falta de escucha ante los consejos de sus colaboradores.

Algunos llegan a hablar de “autoritarismo” de Sánchez. Dibujan la imagen de un presidente encerrado en su despacho, hermético en sus movimientos, hasta que toma una decisión y la impone en un cuartel general cada vez más débil y callado. Redondo, sostienen fuentes consultadas por este diario, ya “ha amagado dos veces con dimitir”.

En el PSOE algunos admiten el problema. Hablan de dos crisis internas en La Moncloa, la primera “hace un mes, y otra hace una semana”. Se desconocen los detalles de esos rifirrafes, pero ambos están vinculados al giro izquierdista por el que ha apostado Sánchez y las dudas que genera esta estrategia entre los profesionales que deben redactar sus discursos, aconsejarle sobre los movimientos tácticos o dar la cara por el presidente, por ejemplo, ante grandes empresarios. 

María Chivite y Pedro Sánchez en Pamplona.

Repunta el sector de Lastra

Redondo se impuso en el PSOE hace algo más de dos años. Entonces la pugna interna en Ferraz se libraba entre el sector de Adriana Lastra y el de José Luis Ábalos, ambos considerados sanchistas de primera fila y deseosos de ganarse la confianza del secretario general. Ábalos ganó aquella guerra, y Redondo estaba de su lado. El asesor se convirtió en la sombra de Sánchez. 

Según fuentes socialistas, este equilibrio se ha modificado. El giro en el Congreso, con el sector de Lastra reforzado y Ábalos, también fiel a Sánchez, intentando frenar las protestas de los barones. Redondo, en cambio, se ha debilitado tras la reedición del bloque de investidura en la votación de los Presupuestos.

Los estrategas de La Moncloa observan con preocupación la paulatina caída electoral del PSOE en los sondeos. Su esperanza es que, después de las elecciones catalanas de febrero, el Ejecutivo dé un giro al centro. Saben que los ministerios liderados por Nadia Calviño tienen el mismo objetivo. Y confían en que queden márgenes para modificar la línea estratégica del Gobierno. Pero el escepticismo empieza a penetrar en varios ámbitos de La Moncloa tras las últimas decisiones del presidente. "Existe miedo a hablar", confirman varias fuentes. 

Mantener vivo el nexo empresarial

Cabe recordar que Redondo es un estratega político que antes trabajó para el Partido Popular. Personas de su entorno le describen como un dirigente que mantiene amistades y relaciones de confianza con personas afines al mundo conservador. Sobre todo en el País Vasco. Ese background justificaría en parte el malestar del asesor hacia un giro izquierdista del Ejecutivo que no comparte.

El asesor de Sánchez, además, está interesado en rodearse de empresarios y personas relevantes del mundo económico. El propio Iglesias criticó esa actitud a Sánchez cuando, a finales del pasado verano, veía que Redondo tenía un planteamiento centrado en la colaboración con grandes empresas españolas para el reparto de los fondos europeos, dejando a Podemos al margen de la operación.

El vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias.

El "compromiso histórico" de Iglesias

A lo largo de las últimas semanas, de hecho, el sector de Iglesias ha logrado ampliar la entente con los nacionalistas. Además de ERC, PNV y PDeCAT, el Gobierno ha convencido a Bildu para un acercamiento inédito que Iglesias ha calificado de “compromiso histórico”, parafraseando la estrategia de largo recorrido de los comunistas italianos en los años setenta.

Desde la esfera económica aumenta el malestar y la preocupación hacia el Gobierno. El secretario de la CEOE, Antonio Garamendi, a quien incluso en Podemos consideran “manejable”, ha endurecido su posición. Los empresarios temen que la nueva mayoría parlamentaria patrocinada por Iglesias aborde políticas, como la derogación de la reforma laboral, que consideran dañinas. Calviño ya erigió su línea roja, y Redondo y otros colaboradores no quieren romper su relación personal con los sectores empresariales.

La Unión Europea, por su parte, mira con lupa a España. Casi cada semana trascienden informaciones que revelan toques de atención de la Comisión Europea y más advertencias. El Ejecutivo comunitario está liderado por una dirigente alemana, Ursula Von der Leyen, muy cercana al PP de Pablo Casado en Bruselas. El equipo de Redondo es consciente de esa relación, y que si Bruselas retira su confianza en el gobierno, la supervivencia del Ejecutivo estará en cuestión.

Iglesias espera que la nueva mayoría parlamentaria le blinde de golpes de mano impulsados por Bruselas. Pero en la Moncloa algunos tienen otra lectura y creen que España no puede permitirse desviarse de un giro al centro que tranquilice a los mercados, permita levantar la financiación para obtener luego las ayudas europeas y, sobre todo, proyecte a Sánchez como un líder que mira más al centro que a la izquierda. Pero el principal temor es que empieza a escasear el tiempo.

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