En Sumar, y en algunos partidos que forman parte de la coalición de Yolanda Díaz, comienza a crecer cierto nerviosismo. Una vez más, como ocurrió en Unidas Podemos en 2016, la izquierda la izquierda del PSOE debate consigo misma sobre la mejor estrategia para ser hegemónica. Pero ahora, de cara a las elecciones generales del próximo 23 de julio, ha ganado una visión: la de Íñigo Errejón. El control del cofundador morado sobre las acciones de Sumar es incontestable. Y así lo reconocen varias fuentes del nuevo partido de la vicepresidenta segunda.
Hay, en efecto, cierto recelo por quiénes están pilotando la campaña y quiénes han diseñado el programa electoral con el que Yolanda Díaz se someterá al examen de las urnas. La vicepresidenta segunda se ha rodeado de un grupo cerrado que cada vez va más por libre. En el programa, según las fuentes consultadas, han sido determinantes el flamante portavoz, Ernest Urtasun; la eurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop y el ex de Podemos Pablo Bustinduy.
Eso sí, la estrategia es cosa de tres: del gurú de discurso de Yolanda Díaz, Rodrigo Amírola, del propio Urtasun y de Íñigo Errejón. El líder de Más País mueve los hilos y, además, se desenvuelve mediáticamente como responsable de las medidas del Gobierno de coalición. Y eso, claro, levanta ampollas entre los morados. "A Podemos no se le ha consultado la estrategia. Yolanda [Díaz] dejó claro que era cosa de ellos y Podemos lo aceptó. En el programa hay muchas medidas muy interesantes, aunque, evidentemente, no es el programa de Podemos: es el programa de Sumar, donde [Íñigo] Errejón influye más que Ione Belarra", sintetiza a este diario una fuente morada de peso.
Los morados no han superado aún la traumática ruptura de Vistalegre II que dividió al partido en dos y terminó provocando la escisión de Más Madrid. Íñigo Errejón sigue enturbiando la mirada que el partido de Ione Belarra (y Pablo Iglesias) tiene sobre la política española y sobre Sumar. Podemos siempre ha sido muy receloso sobre los movimientos de su cofundador. Tras la figura del líder de Más País subyace un conflicto más formal que ideológico, aunque las últimas propuestas de Sumar no han sentado bien.
Y ese conflicto es el mismo que subyace respecto a Yolanda Díaz. No por casualidad, Pablo Iglesias dijo que la vicepresidenta segunda estaba más cerca de Más Madrid que de Podemos. Pero no se trata de algo ideológico, sino de una cuestión formal. Los morados lamentan que tanto Errejón como Díaz se esfuercen en ser una suerte de marca blanca del PSOE, aceptable para la élite. En Podemos molesta que solo ellos sean el rostro enfadado, fuerte y duro que dice las cosas como son. Por eso creen que hay una concertación entre Yolanda Díaz y el PSOE para destruirles. Aunque el adelanto electoral ha desbaratado los planes de Yolanda Díaz, ya que Ferraz se ha puesto en modo aspirador de voto útil.
El conflicto formal está claro. Tanto Yolanda Díaz como Íñigo Errejón parten de la premisa de que para construir mayorías, y sobre todo, para llegar al poder, toca mostrarse como una izquierda asumible y no confrontar en ciertos asuntos, porque son batallas perdidas de antemano que les descartan como opción transversal. Ahora bien, pese a intentar una hegemonía en la izquierda, el tándem que forman Urtasun y Errejón está lanzando propuestas que algunos en Sumar consideran residuales, dirigidas a un sector de la población de corte urbanita.
Y así, opinan, se hace difícil seducir al resto del país. Sumar está peleando con Vox por el cuarto escaño en las provincias medianas, pero los de Yolanda Díaz están trasladando esa batalla a las circunscripciones con un denso tejido urbano, conscientes de que la España rural es territorio de los de Santiago Abascal.
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