Irene Montero sabe que levanta pasiones en ciertas capas de la izquierda. Por eso, su silencio en esta campaña que acaba de terminar ha sido aún más estruendoso si cabe. La ministra de Igualdad y número dos de Podemos se ha vengado del veto de Yolanda Díaz. No ha movido un solo dedo por Sumar. Y no debe sorprender a nadie, según las fuentes consultadas en Podemos, porque se ha sentido vilipendiada por la ministra de Trabajo. No solo es que no vaya en la lista, es que ha habido dirigentes del partido de Yolanda Díaz que se han quejado incluso de que ha hecho mutis por el foro. Y eso ha indignado a Montero, porque en Sumar no querían compartir cartel con ella ni en broma. Ni la líder ni el resto de grandes rostros de la izquierda.
Lo cierto es que Sumar, en un momento de la campaña, quiso que Irene Montero se activara porque contaba con que podría movilizar votantes de la izquierda; esos acólitos morados que se mueven según sople el viento en la casa de Montero y de Pablo Iglesias. La respuesta de la ministra de Igualdad ha sido contundente: nada. "Que se apañen", comentan las fuentes consultadas en el gran círculo morado.
La vicepresidenta segunda necesita movilizar a casi un 30% de votantes de Unidas Podemos en 2019 que ahora, según el último barómetro del CIS, no tienen intención de optar por ella. Por eso, ha recuperado la agresividad de Iglesias y su estilo más combativo. En efecto, se trata de la caza del votante más acérrimo de Podemos; ese que siente una traición por el veto de Sumar a Irene Montero y que se está planteando abiertamente o no votar o hacerlo incluso por el PSOE. El propio CIS pone datos a ese trasvase: un 19,7% de electores morados hace cuatro años se plantea optar por Pedro Sánchez. Y en Podemos, claro está, no sorprende. Ellos se han desentendido de la campaña y han dejado vía libre a Sumar.
Salvar Sumar
La máxima preocupación del laboratorio monclovita es que Sumar no caiga por debajo del umbral de los 25 escaños, porque en ese caso, por mucho que el PSOE supere los 110, la coalición tendría imposible mantenerse cuatro años a los mandos del país. El veto a la ministra de Igualdad, la apestada del espacio político que un día ella misma colideró con Pablo Iglesias, destrozó el estreno de Sumar. Yolanda Díaz no calibró bien las consecuencias de ese rechazo, porque los socialistas han crecido a su costa, según el análisis que hacen varias fuentes consultadas tanto en Podemos como en Ferraz.
Por eso, el presidente ha tenido varios gestos con Yolanda Díaz esta última semana. Pedro Sánchez dejó vía libre a su socia de gobierno para que confrontara con Santiago Abascal en el debate a tres de RTVE. El PSOE detectaba un hundimiento en Sumar que Ferraz y Moncloa intentaron controlar con esa dosis de protagonismo. Y lo cierto es que a Yolanda Díaz salió reforzada de la cita del miércoles.
La cúpula de Podemos sabe que su espacio se incendiará si Yolanda Díaz cae por debajo de los 35 escaños que Unidas Podemos consiguió en 2019. Y en el cuartel de Francisco Villaespesa esperan el 'golpe' de la vicepresidenta segunda para reventar Movimiento Sumar y volver a ser la "nave nodriza" de la izquierda a la izquierda del PSOE, según explica una fuente morada de peso.
En efecto, Podemos inició una etapa de repliegue para construir "poder cultural, poder social y poder militante" frente al partido de la vicepresidenta segunda que, piensan los morados, "no tiene estructura ni un horizonte claro". Ese es el plan, según contó la propia líder, Ione Belarra. Podemos asume que en esta ocasión no le corresponde liderar tras el golpe del 28-M. "Nuestro trabajo debe ser, y así lo haremos, ponernos detrás de Yolanda Díaz y estar allí donde se nos pida", zanjó Belarra. Eso sí, el día siguiente será el de la guerra contra la amalgama de fuerzas de Sumar y con capitana al frente: Irene Montero.
El peso de Montero
En caso de que Sumar no arraigue, puede que la izquierda a la izquierda del PSOE mire entonces hacia Montero y lamente no haber integrado a la ministra que, dicen, más avances en pro de la igualdad ha logrado para España. Por eso, en Podemos ya quien la ve como portavoz del partido para que no pierda foco. Es más, la propia Belarra corre el riesgo de no lograr escaño. Eso sí, hay una cosa clara: tras el 23-J, si habla Montero como referente orgánico del partido y presumible portavoz, lo hará en nombre de Podemos, no de Sumar, ya que ella no concurrió bajo las siglas de la coalición armada por Yolanda Díaz.
La clave para entender parte del rechazo mutuo que tanto Montero como Díaz se profesan es la rivalidad por ejercer un liderazgo político. Lo suyo es una disputa de poder. Y Podemos tiene engrasada la máquina para, en caso de que Sumar no arraigue, ir por su cuenta y catapultar a Irene Montero. El liderazgo de la vicepresidenta tiene un enorme reto el 23-J. Si el resultado no la acompaña, el golpe sería demoledor para la líder de Sumar.
Y es que todo lo que no sea mejorar el resultado de los morados será un enorme fracaso que la manchará por completo a ella y al resto de rostros que integran Sumar, como Íñigo Errejón. El cálculo de Podemos es reservar a Montero. Ya hay incluso quien la ve al frente de la comunicación del partido en un futuro no muy lejano, como portavoz. Y eso sería toda una amenaza a Yolanda Díaz. Es más, sería el arma perfecta para contraprogramar toda comparecencia de la vicepresidenta, así como su línea política.
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