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Sánchez desvincula su cambio con Marruecos del robo de datos de su móvil: "¿Qué tiene que ver Pegasus?"

El presidente del Gobierno desmiente que Rabat tenga información sensible sobre él y asegura que la oposición ha usado ese argumento para "inflar la burbuja del sanchismo"

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha desvinculado este martes en El Programa de Ana Rosa su cambio de posición sobre el Sáhara Occidental del robo de datos de su móvil. El jefe del Ejecutivo, que pasó a considerar la propuesta de autonomía de Rabat sobre la excolonia española como la propuesta más creíble para resolver un conflicto enquistado durante décadas, ha asegurado que no tiene nada que ver su teléfono fuera infectado por el software espía Pegasus. Es más, ha desmentido que Marruecos tenga información sensible sobre él y ha asegurado que la oposición ha usado ese argumento para "inflar la burbuja del sanchismo".

Sánchez ha criticado que se haya vertido la idea de que su cambio de postura sobre la excolonia española esté relacionado con la participación de su mujer "en una red de narcotráfico". Y también que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, deslizara dudas sobre el contenido de su terminal. El presidente ha recordado que sí hubo un antecesor suyo con problemas con el móvil: Mariano Rajoy y sus mensajes de apoyo a Luis Bárcenas. "El problema es que no tienen nada contra mi, porque yo soy un político limpio. No soy perfecto pero soy limpio".

La periodista Ana Rosa Quintana ha salido entonces al paso y ha recordado a Sánchez que el líder del PP solo criticó que el presidente no le haya dado información del acuerdo con Marruecos. "Esto se ha hablado en todos los medios, porque le infectaron Pegasus", ha incidido la conductora del matinal. "¿Y? ¿Qué tiene que ver?", se ha excusado el presidente, que ha zanjado: "Se ha dicho de manera insidiosa que es que yo, como tengo alguna información, me han hackeado, a lo mejor han debilitado la posición y por eso he cambiado. Niego la mayor, desde José Luis Rodríguez Zapatero a Mariano Rajoy, hemos tenido la misma postura".

El presidente del Gobierno compareció el pasado mes de abril ante el pleno del Congreso para explicar la relación de España con el reino alauí. Dos meses antes viajó a Rabat para celebrar la cumbre hispanomarroquí que congeló la pandemia y enterró la beligerancia de Unidas Podemos con el sistema político del vecino africano del Sur. Sánchez sufrió entonces como castigo el plantó del rey Mohamed VI. Desde entonces, el jefe del Ejecutivo busca una foto con el monarca que ponga el fin a las hostilidades.

Oficialmente, el Gobierno asegura que no es inminente esa visita nueva visita a Rabat para entrevistarse con Mohamed VI. Mientras, el Ejecutivo vende supuestos grandes avances comerciales con Marruecos tras la cumbre de febrero en la que ambos gobiernos firmaron una declaración conjunta. El problema sigue siendo la izquierda del PSOE. Cabe recordar que Yolanda Díaz ya boicoteó la cumbre de febrero, de la que se ausentó para evidenciar su rechazo no solo al Gobierno del país, sino al cambio de postura del presidente Sánchez sobre el Sáhara Occidental. Poco después tildó de dictadura al país.

El cambio de postura de Moncloa respecto al Sáhara, orquestado por el PSOE sin consenso político alguno con el resto de fuerzas políticas, reconoce la soberanía alauita sobre la excolonia española, ya que ve el plan marroquí de autonomía como la propuesta más creíble para resolver el conflicto contra la posición del Polisario, que quiere un referéndum de autodeterminación bajo el amparo de Naciones Unidas. Ese giro de Sánchez a la política exterior, competencia exclusiva del jefe del Gobierno, provocó una seria crisis en la coalición. El tema es sensible en la izquierda española.

La propia Yolanda Díaz atizó en su momento al presidente por el giro del PSOE, que calificó como "incoherente". La vicepresidenta segunda denunció la opacidad con la que, creía ella, Pedro Sánchez tomó esa decisión. Para más inri, los socialistas evitaron en febrero una investigación sobre supuestos sobornos de Marruecos en la Eurocámara por indicación del titular de Exteriores, José Manuel Albares.

Las cesiones a Marruecos

En Moncloa está instalada política de no molestar a Marruecos. Las relaciones con el país vecino no acaban de carburar pese al cambio de postura sobre el Sáhara. En verdad, Madrid ha cedido ante Rabat no solo con el Sáhara, también con Ceuta, Melilla e incluso con la política gasística. Lo cierto es que España ha renunciado a que las dos ciudades autónomas adquieran a ojos del escenario internacional el mismo estatus que los territorios peninsulares.

Y es que cabe recordar que Ceuta y Melilla ni están dentro de la OTAN, ni se benefician de Schengen, el espacio de libre circulación de bienes y personas de la Unión Europea. Es más, Madrid no quiere que la agencia europea de fronteras (Frontex) despliegue a sus efectivos porque no quiere que Marruecos monte un numerito en forma de salto masivo.

España ha dejado claro que le interesan más las relaciones con Marruecos que con Argelia. Como contó este diario, ex altos cargos diplomáticos del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero explican que a Madrid le unen muchos más lazos, económicos, políticos, de seguridad y defensa y territoriales con Rabat que con Argel. La guerra en Ucrania amenazó con provocar un movimiento masivo de migrantes hacia Europa y el control de fronteras y de flujos se antoja fundamental. 

El Gobierno no puede permitirse una situación si quiera parecida a la crisis de 2021 provocada por Rabat y que puso a Ceuta y Melilla contra la espada y la pared. Sánchez, quien no puede permitirse una sola mala palabra contra el país alauí, enemigo íntimo de Argelia, sabe que la única salida es hacer seguidismo de los intereses marroquíes.

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