No hay mitin en el que Yolanda Díaz, aspirante de Sumar a la presidencia del Gobierno, no saque a colación la fotografía del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, con el narcotraficante Marcial Dorado en un yate publicada hace diez años: "Si no tiene nada que ocultar debería explicar su amistad íntima [con él]”, lanzó este martes en Pamplona durante el primer mitin que compartió con la secretaria general de Podemos -y número cinco de la lista por Madrid-, Ione Belarra.
Yolanda Díaz enfila la recta final de la campaña elevando el tono por encima de sus deseos. Y todo porque no le queda otra, según admiten en privado fuentes de Sumar, porque su "proyecto de país" y su buena valoración como ministra no le hacen carburar en las encuestas. La campaña, marcada por el veto a Irene Montero, se le está haciendo cuesta arriba.
La vicepresidenta segunda necesita movilizar a casi un 30% de votantes de Unidas Podemos en 2019 que ahora, según el CIS, no tienen intención de optar por ella. Por eso, está recuperando la agresividad de Pablo Iglesias y el estilo morado más combativo. Se trata de la caza del votante más acérrimo de Podemos; ese que siente una traición por el veto de Sumar a Irene Montero y que se está planteando abiertamente o no votar o hacerlo por el PSOE. El propio CIS pone cifra a ese trasvase: un 19,7% de electores morados hace cuatro años piensa optar por Pedro Sánchez. Y en Podemos, claro está, no sorprende. Ellos se han desentendido de la campaña y han dejado vía libre a Sumar.
De Sumar al PSOE
Los socialistas están detectando la fatiga de Yolanda Díaz en una campaña que no le ha salido como quería. Los escaños que el PSOE recupera los está perdiendo Díaz. Y, en consecuencia, el propio presidente del Gobierno salió al rescate de su vicepresidenta y pidió en la Cadena Ser a los simpatizantes de Podemos que cojan la papeleta con el rostro de la ministra de Trabajo. Sánchez dio así un giro a su plan de hacer de la lista del PSOE el voto útil para frenar a la derecha. En Ferraz necesitan como el comer que Sumar sea la tercera fuerza política por encima de Vox.
La máxima preocupación del laboratorio monclovita es que Sumar no caiga por debajo del umbral de los 25 escaños, porque en ese caso por mucho que el PSOE supere los 110 la coalición tendría imposible mantenerse cuatro años a los mandos del país. Lo cierto es que el veto a la ministra de Igualdad, la apestada del espacio político que un día ella misma colideró con Pablo Iglesias, está destrozando el estreno de Sumar. Yolanda Díaz no está calibrando bien las consecuencias de ese rechazo, porque el PSOE está creciendo a su costa, según el análisis que hacen varias fuentes consultadas tanto en Podemos como en Ferraz.
Los socialistas admiten en privado que el veto de marras perjudica a la vicepresidenta segunda, que tiene muy difícil superar la marca morada en 2019 (35 escaños) a tenor de las estimaciones de escaños que ofrecen las encuestas. Y ojo, porque para el núcleo de Sumar todo lo que sea una horquilla entre 38 y 42 escaños sería un estruendoso fallo.
El peso de Montero
En caso de que Sumar no arraigue, puede que la izquierda a la izquierda del PSOE mire entonces hacia Montero y lamente no haber integrado a la ministra que, dicen, más avances en pro de la igualdad ha logrado para España. Por eso, en Podemos ya quien la ve como portavoz del partido para que no pierda foco. Es más, la propia Belarra corre el riesgo de no lograr escaño. Eso sí, hay una cosa clara: tras el 23-J, si habla Montero como referente orgánico del partido y presumible portavoz, lo hará en nombre de Podemos, no de Sumar, ya que ella no concurrió bajo las siglas de la coalición armada por Yolanda Díaz.
Mientras, Montero y su equipo recurren a la figura de moda en la izquierda: el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. El exlíder socialista se ha convertido en el mayor hincha de la coalición. No solo está dando la cara por el presidente, Pedro Sánchez, también por las dirigentes moradas, totalmente apartadas ya de Moncloa y de la acción del Gobierno por el auge y la implantación de Yolanda Díaz.
Y es que sobre Montero no solo pesa el rechazo de la ministra de Trabajo, también el de Sánchez. El presidente lleva varios días corrigiendo el discurso de Montero, apelando a un feminismo integrador frente al grito excluyente que, cree el líder socialista, ha vociferado el Ministerio de Igualdad. En Ferraz también consideran que Montero es una rémora para sus intereses electorales. En la sede socialista aseguran que los hombres de mediana edad se han desconectado de la coalición por la intensidad de Montero.
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