La decisión del Gobierno británico de imponer cuarentena obligatoria de dos semanas a todos aquellos viajeros que hayan pisado suelo español ha caído como un mazazo en nuestro país, que ya se enfrentaba a un verano bastante incierto por culpa de los brotes y con un sector turístico intentando remontar el vuelo con cierta dificultad. No viene sola, ya que otros países como Francia también han emitido recomendaciones en ese sentido.
La noticia también implica una pregunta: ¿Hasta qué punto la situación epidemiológica de España justifica una decisión así? Si bien son muchos los que opinan que parte de la medida tomada por el Ejecutivo británico tiene intereses políticos -internos- detrás, la realidad es que los 361 brotes detectados en nuestro país han vuelto a situar a España como uno de los estados europeos donde el virus crece con más fuerza.
De acuerdo con el último informe de Sanidad, la tasa de incidencia de los últimos 14 días por cada 100.000 habitantes, que mide el número de nuevos casos detectados en función de la población, se encuentra en un 47,1 casos por 100.000 habitantes, frente los 12,2 casos de Francia o los 4,8 casos de Italia, ambos países que nos superan en número de fallecidos. En particular, dentro de los 15 países más afectados por la pandemia en Europa, nuestro país ocupa el segundo puesto, por detrás de Rusia. Reino Unido, por su parte, cuenta con una incidencia acumulada de 12,7 casos por 100.000 habitantes.
[singular-iframe src='https://datawrapper.dwcdn.net/K7uGC/1/']
¿Cómo es posible que los británicos tengan una incidencia menor si tienen más fallecidos y más casos? La incidencia acumulada en los últimos 14 días mide los casos positivos identificados en las últimas dos semanas. En Reino Unido la tendencia es descendente, ya que aún están en la 'bajada' de su curva de casos y aún no han logrado estabilizar su situación sanitaria en ningún momento. Sin llegar al final de la curva, es difícil hablar de brotes.
La siguiente pregunta, es, por tanto, cómo hemos llegado a este punto si cuando se declaró el final del estado de alarma, el pasado 21 de junio, la situación epidemiológica española era radicalmente distinta a la actual. De acuerdo con el último informe del Ministerio de Sanidad de este lunes, se han diagnosticado 855 casos nuevos en las últimas 24 horas, mientras que durante todo el fin de semana se han llegado a identificar hasta 6.361 casos. El domingo 21 de junio, por el contrario, se diagnosticaron 141 nuevos casos de covid-19, mientras que la incidencia acumulada de los últimos 14 días era de 8,5 casos por cada 100.000 habitantes.
[singular-iframe src='https://datawrapper.dwcdn.net/1pNIt/1/']
Los motivos por los que la epidemia se está volviendo a descontrolar en nuestro país y no en otras naciones de Europa donde el impacto de la covid-19 ha sido incluso peor, son muchos y nada sencillos, pero en su mayoría están relacionados con la falta de recursos con los que cuenta un sistema sanitario que tras sobrevivir a duras penas la pandemia, no ha recibido los refuerzos que se le prometió cuando terminó el estado de alarma. Mientras que en Francia han subido el sueldo a todos sus sanitarios, en España estamos sufriendo las consecuencias de la falta de recursos en sanidad.
El eterno problema: no hay suficientes rastreadores
El ejemplo más sencillo es el de los rastreadores. Si miramos hacia Europa, el enfoque que se ha seguido por parte de los gobiernos ha sido radicalmente distinto. En Reino Unido, por ejemplo, se anunció la contratación de 18.000 rastreadores hace semanas para lidiar con una población de 67 millones de habitantes. Alemania, uno de los países que más se ha utilizado como ejemplo en este tema, tomó la decisión temprana de establecer un ratio de 20 profesionales por cada 100.000 habitantes.
En España, por el contrario, aún se desconoce a ciencia cierta cuántos rastreadores hay en todo el país y de media, sólo se detectan tres contactos por caso. Las comunidades aportan algunos datos, pero no existe un registro a nivel nacional.
Cataluña, por ejemplo, contaba con 120 rastreadores cuando la situación en Lérida comenzó a descontrolarse. Cuenta con una población de unos 7,5 millones de personas. De hecho, se encuentra a la cola junto a Madrid en sus capacidades de estudio de contactos, ya que apenas logran identificar dos por cada nuevo caso. En Madrid, su máximo es de tres personas y cuentan con 182 rastreadores para 6,6 millones de habitantes.
En Aragón, el número de rastreadores es de aproximadamente en torno a 260 de personas para una población de 1,3 millones. No obstante, su Gobierno ha logrado mejorar en los últimos días su capacidad de detectar contactos, pasando de unos tres de media a unos seis por caso detectado. Desde Sanidad han felicitado en varias ocasiones al Ejecutivo de Javier Lambán por "su esfuerzo" en mejorar su capacidad de detencción.
Relajación de la población
Otra de las causas principales que han desencadenado la situación actual viene de la mano de una cierta relajación frente al virus por parte de la población. Desde Sanidad, tal y como explicaba este lunes el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, en ciertos grupos poblacionales se "ha bajado la guardia". "Yo creo que tenemos ejemplos de celebraciones, discotecas, situaciones en las que claramente se ha bajado la guardia", ha apuntado.
"Están creciendo los brotes relacionados con el ocio nocturno, son poblaciones más móviles y mucho más difíciles de identificar, además son poblaciones que afectan menos las medidas de cuarentena", ha añadido el epidemiólogo. La realidad es que de acuerdo los últimos datos disponibles del Ministerio de Sanidad, en torno al 10% se dan en locales de ocio nocturno, mientras que según aseguraba la jefa de área del CCAES la semana pasada, María José Sierra, la mayor parte se vinculan a reuniones y fiestas familiares.
En este punto juegan un rol muy importante las vacaciones de verano, ya que conllevan una mayor movilidad entre comunidades en comparación con cualquier otra época del año. "Al final, con la llegada del verano se produce mayor movilidad y un cambio de los grupos sociales, lo que conlleva un aumento la capacidad de transmisión", ha concluido.
Si bien evitar los riesgos en las reuniones familiares depende en exclusiva de la responsabilidad de cada ciudadano, ya son muchas las comunidades que han comenzado a restringir los horarios y aforos de los locales de ocio nocturno en un intento por limitar el contagio. Por otro lado, todas las autonomías, menos Madrid y Canarias, han impuesto mascarilla obligatoria incluso cuando se pueda mantener la distancia. Las multas -que de media son unos 100 euros- contrastan con las impuestas en algunos pueblos de Italia, por ejemplo, donde ascienden hasta los 1.000 euros por infracción.
Muchos casos asintomáticos difíciles de detectar
Por otro lado, si bien si bien somos uno de los países donde el número de casos está creciendo más rápido, también presentamos una tasa de letalidad muy baja, que apenas alcanza el 0,1%. Esto se debe a que la mayoría de los nuevos casos son entre gente muy joven, por lo que suelen tener cuadros clínicos muy leves y ser incluso asintomáticos. En Cataluña, por ejemplo, la edad media de los nuevos casos es de 37,5 años, muchísimo inferior a la registrada en el pico de la pandemia.
De acuerdo con el último informe elaborado por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) del Instituto de Salud Carlos III, el 55% de los casos no ha presentado síntomas, lo que complica aún más ese rastreo. La realidad es que el perfil de los casos de covid-19 ha cambiado radicalmente y ha pasado de ser en su mayoría mayores de 65 años con problemas de salud previos al contagio a jóvenes de entre 15 y 29 años, la franja de edad que más positivos ha acumulado en las últimas semanas.
En particular las personas entre 15 y 29 años ascienden a 4.254 casos, seguidos muy de cerca por la población entre 40 y 49 años (3.903), y entre los 30 y 39 años (3.466). Este cambio de perfil tiene cosas positivas, ya que al ser casos entre personas más jóvenes y asintomáticas la tasa de fallecimientos y hospitalizaciones es muchísimo menor y evita el colapso de los servicios sanitarios. En ese sentido, Simón, destacaba ayer por la tarde que la tasa de mortalidad en nuestro país es muy baja.
No obstante, se trata de un arma de doble filo. Los casos son más leves y no requieren hospitalización, sí, pero al mismo tiempo tienen muchísimas más posibilidades de pasar desapercibidos y contagiar sin saberlo, lo que complica muchísimo la labor de los rastreadores, que además no cuentan con el personal necesario.
A pesar de que el hecho de que haya tantos brotes y casos asintomáticos implica que se están detectando con mucha eficiencia los nuevos positivos en comparación con el pico de la pandemia, la posibilidad de que haya muchos casos sin identificar pone en riesgo a la población más vulnerable, aumentando las opciones de que la segunda ola llegue antes de lo esperado.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación