El brote de covid-19 registrado la semana pasada en un matadero de la localidad de Gütersloh, en Alemania, con más de 750 infectados ha vuelto a poner el foco en los mataderos como punto de transmisión de esta enfermedad, ya que no es el primero que se produce en este tipo de lugares.
Y es que el de Alemania registrado esta semana dista mucho de ser el único. En mayo, al menos cuatro empresas de cárnicas en Lérida registraron un importante repunte que provocó que toda la provincia catalana tuviera que frenar su proceso de desescalada. Hace poco también se ha identificado otro en un matadero de Binéfar, Huesca. Y no ocurre sólo en nuestro país, ya que esta semana también se ha identificado uno en las instalaciones de uno de lo principales mayoristas británicos de pollos en Gales y hace algo más de unas semanas otro vinculado a un matadero en Singapur.
Por otro lado, también está el nuevo brote que se ha identificado en Pekín vinculado al mercado de Xinfadi, en el sur de la ciudad, el mayor mercado mayorista de la capital china. Se cree que su origen está relacionado con una tabla de cortar que se usaba para trocear salmón importado de Europa. Por no olvidar que el brote a partir del cual empezó todo también surgió en un mercado de carne y pescado.
La pregunta por tanto, está clara: ¿por qué surgen tantos brotes en este tipo de lugares? ¿La carne o el pescado tienen algo que ver? Los motivos son varios y muchos aún se encuentran en el aire, pero todo indica que el factor que más influye no es tanto la presencia de carne o pescado, sino las malas condiciones laborales que sufren los trabajadores en este tipo de instalaciones.
Hacinamiento y precariedad laboral, riesgo añadido
Según ha explicado en varias ocasiones al ser preguntado sobre el asunto Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), la mayor parte del contagio está relacionado con que el trabajo se realiza a los espacios cerrados con poca ventilación y al hecho de que muchos de los trabajadores además comparten residencia. Es más que habitual para los trabajadores de los mataderos no sólo compartan espacio de trabajo, sino que también suelen vivir juntos en alojamientos precarios.
Este es el mismo motivo por el que muchos brotes también se están vinculando al trabajo de los temporeros en el campo, con el de Totana, en Murcia. Las condiciones de trabajo precarias y el hacinamiento que sufren muchos de estos trabajadores, sumado a la falta de medidas de prevención ante el contagio, convierten este tipo de situaciones en un cóctel perfecto.
Así lo explica a Vozpópuli el jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Vall d’Hebron, Benito Almirante. "Las condiciones laborales que tienen en estos sitios aumentan mucho el riesgo. Estas personas, muchas de las cuales son migrantes, no sólo trabajan con unas condiciones muy precarias, sin distancia o material de protección, sino que también suelen vivir en situación de hacinamiento, lo que obviamente facilita el contagio", apunta.
Por otro lado, en este tipo de empresas se suele trabajar en cadena, lo que favorece el contacto entre los trabajadores. Algunos expertos incluso apuntan que debido al ruido que hace la maquinaria, muchos empleados se ven obligados a hablar en voz muy alta, lo que también podría ayudar a expandir el virus, ya que cuanto más elevamos la voz más gotículas de Flügue expulsamos.
Lugares fríos y húmedos
Además, incluso el propio ambiente de los mataderos también ayuda al virus, ya que son lugares no sólo fríos, donde el SARS-CoV-2 se transmite con más facilidad, sino húmedos, cerrados y con poca ventilación. Las condiciones perfectas para la supervivencia del patógeno.
"Los mataderos son lugares cerrados, donde mantener la distancia social es prácticamente imposible y donde las condiciones ambientales ayudan también a que el virus se propague", apunta Almirante. La presencia de humedad, además de la del frío, lo que consigue es que el virus aguante más tiempo en aerosoles, algo que no ocurre en lugares secos y bien ventilados.
¿Se puede transmitir por la comida?
La última cuestión, por tanto, es si la carne o el pescado pueden suponer un foco de contagio. Esta cuestión ha generado mucha controversia a raíz de que el epidemiológo jefe de la ciudad de Pekín, Yan Peng, declarase públicamente que habían logrado identificar la secuencia del genoma del virus presente en el mercado de Xinfadi y que sus resultados "demuestran que el virus había sido importado desde Europa". Peng señaló directamente el salmón noruego como el origen. No obstante, esta tesis ha encontrado bastante oposición entre la comunidad científica, ya que todavía apenas hay información sobre si el SARS-CoV-2 puede sobrevivir en los alimentos y si puede suponer una manera de transmisión.
En declaraciones a la agencia Efe, el experto en seguridad alimentaria del CSIC Alfonso Carrascosa explica que es prácticamente imposible que el salmón europeo haya podido llegar a China contaminado con covid-19, al tiempo que insiste en que no hay evidencias científicas de que esta enfermedad se pueda transmitir a través de la comida.
En ese sentido, Carrascosa señala que si bien hay estudios sobre la posibilidad de la transmisión de virus a través de alimentos y que la "frecuencia es bajísima", pues para reproducirse necesitan células vivas. Carrascosa considera que una acusación de ese tipo tiene que demostrarse y recordó que China está "a años luz del espacio europeo de seguridad alimentaria".
Para el experto del CSIC, la opción más plausible es que un trabajador o un visitante del mercado tosiera sobre la tabla o cualquier otro lugar y que el repunte "no tenga nada que ver con un brote de alimentos". Además, una vez comprado, el salmón llega a casa donde es cocinado, lo que destruye los virus, y es comido no inhalado, agrega el experto, quien recuerda que el "vehículo perfecto de transmisión" para el actual coronavirus es la inhalación.
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