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¿Por qué cerrar los colegios como medida contra el COVID-19?

Más de nueve millones de niños no acudirán a clase durante 14 días: una de las medidas adoptadas por el Gobierno que más ha contrariado a la sociedad, sobretodo por su impacto social y el descoloque que supone para millones de familias

La noticia se dio a conocer este jueves a última hora de la tarde. Después de varios días de incertidumbre, sobretodo tras la decisión del Gobierno de suspender toda la actividad docente en las zonas de transmisión comunitaria del coronavirus -Madrid, País Vasco y La Rioja- muchos se preguntaban cuánto tardaría esa medida en extenderse al resto del país.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recomendó anoche el cierre de todos los centros educativos de todas las comunidades autónomas, una medida que afecta a más de nueve millones de estudiantes en todo el país. Aunque se trataba de una recomendación, las autoridades de Andalucía, Asturias, Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha, Canarias, Cantabria, Cataluña, Extremadura, Galicia, Madrid, Murcia, Navarra, La Rioja, País Vasco y Valencia, han decidido cerrar sus centros educativos.

Estas regiones se suman así a la situación que ya se está viviendo desde este miércoles en Madrid, Vitoria, Labastida y La Rioja, con miles de estudiantes universitarios y niños sin clases y millones de padres sin saber qué hacer con sus hijos durante 14 días.

Se trata de una de las medidas adoptadas por el Gobierno que más ha contrariado a la sociedad, sobretodo por su impacto social y el descoloque que supone para millones de familias. A pesar de que el Gobierno ha instado a las empresas que permitan a sus empleados teletrabajar y realizar turnos flexibles para poder encargarse de sus cuidados y al mismo tiempo limitar el contagio, todavía existen algunas dudas sobre la efectividad de la medida.

El argumento principal de la decisión es que los niños, suelen ser uno de los mayores vectores de transmisión de los virus, como es el caso de la gripe común. Según estiman desde la comunidad científica, el SARS-COV-2 afecta mucho menos a los menores, que apenas presentan síntomas. Esto les puede convertir en un foco de contagio, ya que si sufren el virus, sus síntomas son tan leves que hace que sea difícil identificarlos como un posible caso de COVID-19.

"Sobre el papel,todo lo que sea evitar aglomeraciones en sitios cerrados va a disminuir el riesgo de transmisión comunitaria", explica en declaraciones a Vozpópuli Victor Jímenez, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense y miembro de la Sociedad Española de Microbiología.

No obstante, según señala, la efectividad de la medida aún está por observar, ya que apenas lleva días impuesta en las zonas de transmisión comunitaria. "¿Que esta medida puede ser efectiva? Tendremos que verlo. En el norte de Italia cerraron los colegios hace más de 20 días y los casos siguen subiendo", apunta. Nuestro país vecino, que se ha convertido en la segunda nación con más casos por detrás de China, ya ha registrado más de 15.000 casos y cerca de un millar de muertes.

"Es una medida que tiene un coste social tremendo para las familias", señala Jímenez. Lo cierto es que el cierre de colegios ha despertado muchas incógnitas entre la población, ya que muchos padres que no pueden teletrabajar terminan dejándoles con sus abuelos, o incluso solos en casa.

Jímenezm, por otro lado, cuestiona un poco la hipótesis de que los niños sean unos vectores de transmisión tan potentes como se ha establecido en la comunidad científica. Al menos, puntualiza, en el caso específico del SARS-COV-2.

Aunque reconoce que como a los niños les afecta menos el virus -esto implica que lo sufren con síntomas más leves, no necesariamente que se contagien menos- tienen un papel importante como posibles portadores sanos, más difíciles de identificar. "No obstante, la lógica nos dice que cuantos más síntomas más peligroso vas a ser como foco de contagio, por lo que bajo esa hipótesis, lo suyo sería que los niños sean menos peligrosos que un adulto a la hora de transmitir el virus", asevera.

Lo que sí reconoce es que el cierre de los colegios y universidades tiene otro efecto que no se tiene en cuenta a simple vista pero que puede ser muy positivo. "Lo que pasa que sí es cierto es que al no haber colegios hay menos uso del transporte público. Sólo eso, la reducción del tránsito de personas, supone limitar el riesgo muchísimo", alega.

¿Los abuelos en riesgo?

"Sobre el papel disminuye el riesgo de exposición, pero se abren unas vías de exposición que si los niños estuvieran en el colegio no se abrirían", señala el catedrático. "Es un tema con muchas aristas", concluye. Jímenez hace así referencia a una de las preocupaciones que durante días, expresó Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad.

Antes de que por parte de la Comunidad de Madrid se decidiese decretar la suspensión de toda actividad docente, Simón siempre se mostró contrario a esta medida, ya que alegaba que no era necesaria y que podría poner en riesgo a un grupo de población mucho más vulnerable: los abuelos. "La medida de cerrar colegios no reduciría el riesgo de transmisión de la enfermedad de manera significativa", apuntaba hace apenas una semana.

Por el contrario, Simón consideraba que este riesgo sí podría incrementarse para otros "focos de interés". "Si se cierran colegios tenemos grupos importantes de niños que van a tener que quedarse en sus casas y, aparte del efecto social y económico, estos niños van a estar en contacto en sus casas con grupos de personas que pueden ser de riesgo".

Además, añadía que "estos niños no se van a quedar encerrados en sus casas porque no es necesaria la cuarentena, van a ir a zonas donde hay otros niños de otras escuelas, que quizás no hayan sido afectadas".

Es una hipótesis con la que Jímenez se muestra de acuerdo, ya que insiste en que la mejor forma de prevenir el contagio es haciendo caso a las recomendaciones de prevención que llevan semanas repitiendo las autoridades sanitarias: lavarse las manos con frecuencia, toser en el codo o mantener la distancia.

"Eso al final es educación. ¿La educación donde se enseña? En los coles. Lo que habría que haber hecho, al menos antes de cerrar los coles, es tener un día a los niños enseñándoles a lavarse las manos, concienciarles y llevarles ese mensaje a sus familias", apunta.

Éxodo fuera de Madrid

Otro de los peligros que ha conllevado esta medida es la posible expansión del COVID-19 por el resto de la península. La mayor parte de los casos positivos se concentran en la Comunidad de Madrid, que ya cuenta con más de 1.300 positivos.

Con el cierre de las universidades de la capital, muchos estudiantes procedentes de otras provincias han optado por volverse a sus localidades natales durante estos 14 días. "Probablemente mucha de esa gente lo que va a hacer es exportar el virus", señala Jímenez.

Una decisión que no sólo toman los estudiantes, sino cada vez más familias, preocupadas por la deriva de los acontecimientos. Desde el Ministerio de Sanidad y el propio Gobierno, mientras tanto, el mensaje es claro: no se debe viajar a no ser que sea imprescindible, tanto dentro como fuera de España.

Esta medida, que debe partir de la responsabilidad individual, es imprescindible para poder frenar el avance del brote. En las últimas horas se ha extendido incluso una campaña en redes sociales, #FrenarlaCurva, que intenta concienciar sobre ello.

"Que cada uno de nosotros actúe de barrera epidemiológica es más efectivo que imponer medidas drásticas", termina concluyendo el catedrático madrileño. "Un estadio de fútbol lleno de gente concienciada es más efectivo que cancelar los partidos y luego tener a cientos de aficionados a las puertas del estadio sin ninguna medida de prevención y suponiendo un posible foco de contagio", señala Jímenez.

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