Los cierres decretados en las ciudades para frenar la covid-19 rebajaron sustancialmente los niveles de dióxido de nitrógeno emitidos por el tráfico y las centrales eléctricas de carbón, lo que, según un estudio publicado hoy en Science Advances, pudo evitar unas 32.000 muertes prematuras en el mundo, 21.000 de ellas solo en China.
El estudio, liderado por Guillaume P. Chossière, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha utilizado observaciones por satélite y mediciones en tierra de 36 países de tres continentes para hacer una estimación global detallada del impacto de los cierres relacionados con la covid-19 en la calidad del aire y la salud humana en 2020.
El dióxido de nitrógeno (NO2) es un contaminante atmosférico originado por las emisiones del tráfico y la actividad de las centrales de carbón que provoca graves problemas respiratorios, mientras que el ozono, que también es perjudicial para la salud, daña los cultivos.
Diversos estudios han medido el impacto en la calidad del aire en los confinamientos ordenados durante la pandemia.
Las concentraciones de ozono aumentaron
El pasado enero, un estudio también publicado en la revista Science Advances, midió los cambios en los contaminantes ambientales en once ciudades (Pekín, Wuhan, Milán, Roma, Madrid, Londres, París, Berlín, Nueva York, Los Ángeles y Delhi) y concluyó que éstos fueron menores de lo esperado pero que, paralelamente, las concentraciones de ozono habían aumentado.
El nuevo trabajo liderado por el MIT tampoco ha encontrado reducciones globales similares a las del NO2 en los niveles de ozono ni en los de partículas contaminantes finas (PM2,5), que se forman mediante reacciones secundarias y dependen del estado de la atmósfera local.
Para los investigadores, estos resultados demuestran que es necesario aplicar políticas de calidad del aire adaptadas a las distintas regiones para reducir la contaminación atmosférica por contaminantes secundarios a nivel mundial.
La investigación de Chossière comprobó si las restricciones a la movilidad se correlacionan con los cambios regionales en el dióxido de nitrógeno, las PM2,5 y el ozono en países de Europa, América del Norte y Asia Oriental utilizando datos de calidad del aire procedentes de estaciones terrestres locales y mediciones por satélite.
Después, utilizando un modelo de series temporales estimaron cómo habría sido la contaminación atmosférica regional si no se hubieran decretado las restricciones y calcularon el impacto de los confinamientos.
De esta manera, comprobaron que la relación entre los niveles de PM2,5 y los cambios en el dióxido de nitrógeno variaba mucho en 38 regiones, y que en 88 regiones se había registrado un descenso de los niveles de NO2 y un aumento del ozono.
Los autores concluyen que estos resultados confirman que los cierres de la pandemia tuvieron un efecto limitado en la calidad del aire mundial, aunque en algunas regiones de Asia oriental las mejoras fueron muy pronunciadas.