Desear tener un hijo, pero sentir que no es el momento. Frente a este desafío, que sitúa a muchas mujeres jóvenes en la encrucijada de tener que optar por un desarrollo académico y laboral o la maternidad, la preservación de la fertilidad se plantea como una alternativa viable. De hecho, cada vez son más las que se deciden por esta opción. Según datos facilitados por IVI, líder en España en este tipo de procedimientos, 2.600 mujeres vitrificaron sus óvulos el pasado año por motivos sociales (posponer la maternidad por decisión propia), un 63% más que en 2019.
“En los últimos cinco años sí que está habiendo mucha más concienciación de la gente joven de que hay una posibilidad de que, si tú congelas los óvulos, paras el tiempo y tienes la oportunidad de llegar a ser madre cuando tú realmente te sientes plena, te sientes preparada para hacerlo. Sin renunciar a tu proyecto familiar” señala la doctora Clara Colomé, de IVI Mallorca. “Es decir, si tú querías tener dos o tres hijos, con un buen número de óvulos congelados, pues quizás podrás tener esos números de hijos”, añade.
Pero alerta de que la edad para preservar es determinante: “las mujeres nacemos con todos los óvulos. Esos óvulos se crean cuando las mujeres somos embriones. Durante nuestra vida los vamos perdiendo: cuando empezamos la pubertad, cada mes… El gran problema es que, y aún no sabemos por qué, a partir de los 35 años, los óvulos van disminuyendo de manera mucho más rápida y exponencial en calidad y cantidad”.
En este sentido, la doctora Corazón Hernández, jefa de Reproducción Asistida del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, coincide también en que “en los últimos años hemos visto que ha ido bajando la edad de las pacientes que demandan la vitrificación y, sin duda, es lo ideal. Al fin y al cabo, el éxito cuando trabajas con unos óvulos congelados depende fundamentalmente de la edad de la mujer”.
Falta de información
A pesar de que cada vez son más las mujeres que se deciden por un tratamiento de preservación, lo cual denota una creciente concienciación con respecto al declive de su fertilidad, desde la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), su presidente el doctor Juan José Espinós, señala que aún existen mitos que influyen: “destacaría el que si yo me encuentro bien mi fertilidad también es buena”.
Y también un cierto tabú para hablar abiertamente “dado que la fertilidad se considera como algo natural del individuo, la esterilidad o fertilidad se considera una tara o lacra”. El doctor Espinós añade que “en países como Estados Unidos, la preservación de ovocitos está mucho más normalizada y, de hecho, grandes empresas las ofrecen como parte de los beneficios a sus empleadas”.
Para la doctora Susana Rabadán, experta en medicina reproductiva de IVI, queda camino por recorrer en cuanto a información y divulgación y “es la asignatura pendiente en ginecología”. En su opinión “incorporar la actualización de la reserva ovárica de cada mujer en la consulta de ginecología, podría ayudar a la toma de conciencia por parte de las mujeres de la capacidad limitada del ovario y las implicaciones que conlleva retrasar la maternidad después de los 35 años”.
Invierno demográfico
En el Día de la Fertilidad, los expertos coinciden en señalar los riesgos del “invierno demográfico”, una expresión –acuñada en los años 60 por el filósofo belga Michel Schooyans- para referirse a una reducción significativa y sostenida de las tasas de natalidad hasta situarse por debajo de las de mortalidad. Es decir, podemos hablar de invierno demográfico cuando, año tras año, mueren más personas de las que nacen.
Con menos nacimientos y una mayor longevidad, la sociedad se envejece y se reduce la fuerza laboral, lo que conlleva serios desafíos económicos como la sostenibilidad del sistema de pensiones, una mayor carga fiscal para la población activa menguante y un aumento de la presión sobre los servicios de salud. A largo plazo, se reduce el crecimiento económico y merma la capacidad de innovación y competitividad del país. Un fenómeno que, en opinión de la Dra. Colomé, podría llevar “al colapso como sociedad”.
Europa entra en “invierno demográfico” globalmente en el año 2026 según la Comisión Europea; a nivel mundial, la ONU calcula el umbral en torno al año 210 y en España ya estamos en pleno invierno. Durante 2023 hubo un total de 322.075 nacimientos en España, lo que supuso un descenso del 2,0% respecto el año anterior (6.629 menos), según datos del INE. Un dato que confirma la tendencia a la baja de la última década: desde el año 2013, el número de nacimientos ha bajado un 24,1%.
“Lo que sabemos es que al final cada mujer debería tener más de dos hijos para que haya renovación generacional. No estamos llegando, estamos por debajo y eso básicamente está muy ligado al retraso de la edad de las mujeres en tener el primer hijo. En España estamos desgraciadamente entre los tres primeros países con la edad de tener el primer hijo más alta. Estamos ahora mismo en 32,1 años, y es que en 10 años hemos subido casi 10 puntos” explica la doctora Colomé, de IVI Mallorca.
Mientras que en 2013 el 6,8% de los nacimientos fueron de madres de 40 años o más, en 2023 ese porcentaje se elevó hasta el 10,7%, según datos del INE. Es decir, uno de cada diez bebés, el porcentaje más alto de toda la UE según Eurostat.
A pesar de estar en cabeza, en este camino “invernal” se encuentran otros países como Japón, Corea del Sur o Singapur. Y en nuestro entorno más cercano, Italia, Grecia o incluso Alemania. La Comisión Europea estima que la población de la UE, que supera hoy en día los 448 millones de personas, alcance su máximo en torno a 2026 y luego disminuya gradualmente, perdiendo 57,4 millones de personas en edad de trabajar para 2100.
Mayor concentración
Para hacer frente al invierno demográfico los expertos insisten en la necesidad de que la sociedad comprenda cómo el paso del tiempo afecta a la fertilidad y las opciones que existen para preservarla. El acceso a asesoramiento sobre fertilidad puede desempeñar un papel fundamental en la preparación de muchas mujeres para tomar decisiones informadas sobre su futuro reproductivo.
“La preservación electiva de la fertilidad es una buena decisión a futuro en mujeres por encima de 30 años y es una herramienta óptima y válida en este perfil de edad, cuando la maternidad a corto plazo no es posible”, indica la doctora Rabadán.
Además, es vital que se aborde el estigma asociado a la preservación de la fertilidad y los tratamientos de fertilidad. Hablar abiertamente sobre estos temas puede ayudar a normalizar su uso y reducir la presión social que muchas mujeres sienten para tener hijos dentro de un plazo de tiempo específico.
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