Hace varias semanas, Osmel Martínez Azcue, un hombre de florida, decidió acudir al médico después de sentir que tenía síntomas parecidos a la gripe. Su preocupación era doble, ya que acababa de volver de un viaje de trabajo a China y temía que pudiera ser un caso de coronavirus. No obstante, todo resultó ser una falsa alarma. La factura que le remitieron desde su centro médico, sin embargo, fue de todo menos una broma: un total de 3.270 dólares por hacerse las pruebas del SARS-CoV-2.
Decenas de medios de todo el mundo se han hecho eco de su historia -recogida por primera vez en el Miami Herald- ya que pone de relieve la problemática a la que se enfrentan millones de estadounidenses cuando se trata de su salud.
La falta de un sistema público -o si tan siquiera, centralizado- pone en evidencia la falta de preparación que tiene Estados Unidos ante una epidemia como es la del Covid-19. Al ser los propios pacientes los que tienen que hacer frente al coste de probar si tienen o no coronavirus, muchos analistas temen que el número de casos en el país sea mucho inferior al real, lo que podría desencadenar una crisis sanitaria en un país con más de 327 millones de personas.
De acuerdo con una encuesta hecha por la consultora Gallup, al menos el 30% de los norteamericanos evita ir al médico por miedo a las facturas que les pueden llegar a casa, un problema que ha ido aumentando con el tiempo. Que esto ocurra justo en un momento en el que la prevención temprana y la responsabilidad personal -contactar con los servicios sanitarios en cuanto uno registre síntomas con tal de frenar el brote- resulta esencial para poder controlar la epidemia.
Por otro lado, se estima que más de 27 millones de norteamericanos carecen de seguros médicos -equivalentes a más de un 8% de la población y a más de la mitad de la población española- lo que aumenta aún más el riesgo de que el número real de contagiados sea mucho mayor de los registrados hasta la fecha. Sin un seguro médico que cubra -parte- de los costes médicos, la probabilidad de que uno se arriesgue a hacerse las pruebas sin estar seguro es incluso menor.
Casos infradiagnosticados
No obstante, el problema no es únicamente que los norteamericanos no puedan hacer frente a título individual, sino la pasividad que han mostrado las autoridades y su falta de transparencia. Más allá de limitar las pruebas que cedían a los servicios médicos de los distintos estados, la comunidad médica asegura que la detención de los primeros casos llegó muy tarde debido a que estaban dañadas o daban error.
Se estima que casi dos meses después de la crisis, las autoridades norteamericanas habían realizado las pruebas a solo unas 500 personas. Semanas después del brote y a pesar del creciente número de casos que se estaban produciendo en el resto de países, en Estados Unidos se seguía sin hacer pruebas a nadie a no ser que llegaran directamente de las inmediaciones de Wuhan.
Después de recibir bastante críticas por parte de los medios de comunicación y de que se registraran varias muertes sin vínculo epidemiológico claro, hace unas pocas semanas la Administración del presidente norteamericano, Donald Trump, optó por comenzar a testear a más personas, lo que ha provocado un enorme aumento de casos. No obstante, los expertos auguran que serán muchos más. Según las últimas estimaciones, se cree sólo en la ciudad de Seattle se podrían haber producido más de 1.500 casos.
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