El impacto del coronavirus en la enfermedad cardiovascular -la primera causa de muerte en España, con 120.859 fallecimientos en 2018- ha sido tremendo. Lo dicen los cardiólogos, preocupados por lo que han constatado durante la pandemia: se han multiplicado por dos las muertes por infarto en los hospitales respecto a un año antes y, además, los pacientes con enfermedad cardiovascular presentan un riesgo cinco veces superior de muerte. También, han visto mayores secuelas en los enfermos.
Los datos se han puesto sobre la mesa en la rueda de prensa inaugural del e-Congreso SEC 2020 de la Salud Cardiovascular, organizado por la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Una cita en la que se abordaron las consecuencias directas del coronavirus sobre la salud cardiovascular, así como el impacto indirecto de la pandemia sobre los pacientes cardiópatas.
La mortalidad cardiovascular sigue siendo la primera causa de fallecimiento en España y la pandemia no ha hecho más que empeorar los datos. Por cada muerte por coronavirus se producen al menos cuatro por enfermedad cardiovascular, recuerdan desde la SEC. Así, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2018), en España se registraron 120.859 fallecimientos por esta enfermedad en comparación con los 35.298 que provocó la covid registrados por el Ministerio de Sanidad.
El futuro, a corto plazo, no se presenta muy optimista. Por lo pronto, no augura una reducción de estas muertes, sino todo lo contrario. En uno de los trabajos que se presentarán en el Congreso los cardiólogos han confirmado lo que ya sospechaban: "la covid-19 ha tenido un tremendo impacto sobre la letalidad por infarto agudo de miocardio, multiplicándose por dos los fallecimientos intrahospitalarios durante la pandemia frente al periodo previo", según el doctor Héctor Bueno, presidente del congreso y vicepresidente de la SEC.
El temor a ir al hospital por miedo a contagiarse, la tardanza en identificar los síntomas del infarto o en llamar a los servicios de emergencia, influyeron en esas estadísticas.
Los malos datos de la covid y el corazón
Asimismo, otro trabajo que se dará a conocer en este encuentro científico - realizado de forma conjunta por el Hospital Universitario de San Juan (Alicante), el Hospital General Universitario (Valencia), el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (A Coruña), el Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Hospital Universitario HM Madrid- es un metanálisis de 378.043 pacientes con diagnóstico confirmado de infección por coronavirus.
El estudio demuestra que los pacientes positivos con enfermedad cardiovascular presentan un riesgo cinco veces superior de fallecimiento. Además, factores de riesgo cardiovascular clásicos, como la diabetes y la hipertensión arterial, también se asociaron al doble de mortalidad.
Según explicó el doctor Julián Pérez-Villacastín, presidente electo de la SEC, los pacientes infectados por coronavirus, aunque no sufran enfermedad cardiovascular previa, también pueden desarrollar afecciones. Por ejemplo, la infección por covid puede producir un daño directo infeccioso/inflamatorio sobre el músculo cardiaco -lo que se conoce como miocarditis- que, según la afectación, puede perjudicar la función de bomba del corazón y empeorar el pronóstico del paciente. "Afortunadamente, en pocos casos la miocarditis ha conducido al fallecimiento porque la mayoría han sido de grado leve", aclaró el doctor.
Arritmias malignas en algunos enfermos
Además, la covid-19 lleva asociada una tendencia a producir trastornos en la coagulación, concretamente trombos. Según Pérez-Villacastín "las trombosis que se han originado en este tipo de pacientes, en forma incluso de embolismos pulmonares o trombosis venosas, se han dado o bien durante la hospitalización o incluso tras el alta". La utilización de anticoagulantes para evitar la trombosis es una pauta prácticamente común en casi todos los protocolos, a menos que el paciente lo tenga contraindicado, indicó.
Además, indicó que para detener el avance patológico del virus en pacientes infectados se están usando la hidroxicloroquina y la azitromicina, un antipalúdico y un antibacteriano, que pueden producir trastornos, induciendo al desarrollo de arritmias malignas en algunos pacientes. Para confirmar que no hay ningún problema al tomar estos fármacos, se debe monitorizar a los pacientes con un electrocardiograma, indican desde la SEC.
El corazón "más desenfrenado"
Los cardiólogos también están observando, entre sus pacientes, secuelas que persisten en el tiempo. Cansancio y fatiga después de la fiebre y los síntomas respiratorios y el corazón "más desenfrenado" tras pasar por la enfermedad. En aquellos enfermos graves, que han estado semanas en la UCI, Pérez-Villacastín indicó que, por lo que están viendo, el daño "es importante" y tardan más en recuperarse.
La gran preocupación de los médicos es cómo va a recuperarse ahora toda esa atención que quedó suspendida o atrasada por causa de la pandemia. Desde la SEC aprovecharon el congreso virtual para poner el foco en la importancia de no descuidar a esos pacientes e indicaron que, ya en plena segunda ola, quieren poner en marcha recomendaciones para priorizar a los pacientes con peor pronóstico. La telemedicina, bien implementada, señalaron, será fundamental. El escenario post-covid, se presenta incierto, aseguraron.
Muerte por insuficiencia cardíaca
En la misma convocatoria, la SEC presentó un análisis de todas las altas hospitalarias por insuficiencia cardiaca en nuestro país registradas en el Sistema Nacional de Salud entre 2003 y 2015. Un trabajo llevado a cabo por investigadores del Hospital Universitario Reina Sofía (Córdoba), el Hospital San Juan de la Cruz, (Úbeda, Jaén), el Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria (IMAS Fundación), el Hospital Clínico San Carlos (Madrid), el Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid) y el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, de Murcia.
Tras analizar 1.363.022 ingresos con diagnóstico principal de insuficiencia cardiaca (IC), el estudio concluye que la mortalidad en toda España durante ese periodo no ha conseguido reducirse prácticamente en ninguna comunidad autónoma a lo largo de los años.
Se sitúa en el 10,54% con datos muy variables entre regiones: una persona ingresada en un hospital por esta enfermedad tendría casi el doble de riesgo de morir en Andalucía (14,37 %) que en Madrid (7,97%). Para la SEC es fundamental buscar explicaciones a estas diferencias que "atentan contra la equidad del sistema", más aún en una patología con 770.000 pacientes en España.
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