Mide unos 60 centímetros, existe desde hace unos 450 millones de años y su sangre, de un impresionante color azul, resulta fundamental para poder desarrollar vacunas, incluida la de la covid-19. Se trata del cangrejo de herradura, una de las especies más antiguas del mundo, cuya sangre lleva años siendo utilizada por la industria farmacéutica para probar vacunas con ella, poniendo en riesgo de extinción a este crustáceo.
¿Para qué necesita la industria farmacéutica la sangre de una especie de hace 450 años? La sangre de este cangrejo es un recurso usado desde hace años para testar si ciertas vacunas o medicamentos son seguros para los humanos. Esto se debe a porque su sangre es la única fuente natural conocida de una sustancia llamada limulus amebocyte lysate. Este componente sirve para detectar endotoxinas, unos contaminantes bacterianos que pueden aparecer en los medicamentos inyectables, como las vacunas.
Incluso en las dos más pequeñas, si una vacuna cuenta con endotoxinas y es inyectada en humanos, puede resultar mortal. Un extracto en las células sanguíneas del cangrejo reacciona químicamente a estas sustancias nocivas, de tal manera que permite a los científicos identificar si hay presencia de estas sustancias nocivas.
Descubierta en los años 50
La sustancia fue descubierta en los años 50 por el investigador americano Fred Bang, el creador de lo que se conoce como la prueba de lisado con amebocitos para detectar endotoxinas, o lo que es lo mismo, el proceso a partir del cual se utiliza la sangre del cangrejo de herradura para identificar si estas toxinas están presentes en una vacuna o medicamento de uso humano antes de que se apruebe.
La realidad es que las propiedades curativas de la sangre azul de este cangrejo ya eran conocidas. No obstante, lo que Bang descubrió fue que cuando la sangre de este animal era puesta en contacto con estas toxinas, reaccionaba y empezaba a coagularse, solidificándose casi. Una reacción provocada por unas células -conocidas como amebocitos- presentes en el milenario sistema inmune del cangrejo capaces de detectar estos contaminantes.
Es por ello que, desde que fue aprobado como prueba estándar para testar medicamentos en los años 70 en Estados Unidos, incluso a día de hoy, las compañías farmacéuticas siguen dependendiendo de la sangre de estos animales.
El problema es que por muy eficiente que sea la técnica, resulta mortal para el animal. Cada año, la industria captura en torno a medio millón de cangrejos de herradura, más comunes en Estados Unidos. Les sacan la sangre y después, les devuelven al océano. Si bien desde la industria farmacéutica aseguran que respeten al animal, se trata de proceso del cual muy pocos sobreviven y que ha sido el causante de que a día de hoy sea una especie en peligro de extinción.
"Todas las compañías farmacéuticas del mundo dependen de estos cangrejos. Si lo piensas, es una locura el nivel de dependencia que tenemos en esta criatura tan primitiva", explicaba en una entrevista con National Geographic Barbara Brummer, directora de la organización ecologista The Nature Conservancy y especialista en estos animales.
Hasta un 30% de los animales mueren en el proceso
Desde hace años, son muchos los miembros de la comunidad científica los que se han dedicado a buscar una alternativa a la sangre de este cangrejo. No sólo es un proceso en el que se sacrifican millones de animales al año, sino que también es muy lento y extremadamente caro. Se estima que obtener en torno a un litro de sangre de cangrejo de herradura puede costar unos 15.000 euros.
Por otro lado, aunque al principio la práctica parecía moderadamente sostenible, un estudio de 2010 sacó a la luz que cerca de un 30% de los cangrejos a los que desangra la industria farmacéutica mueren poco después, hasta 10 veces más de lo que se estimaba al principio.
"Debido al crecimiento de la población y las innovaciones en el campo farmacéutico, la demanda global para este proceso de prueba está creciendo", advierten desde Revive & Restore, una organización norteamericana dedicada a la conversación de especies en peligro de extinción y que lleva años trabajando para poner un fin a esta práctica.
Existe una técnica sintética, pero EEUU la rechaza
Lo curioso es que desde hace años existe otra manera de identificar este tipo de toxinas en las vacunas. Hace unos 15 años se desarrolló una alternativa sintética a la sangre del cangrejo, conocida como Factor C recombinante (rFC) que muchos expertos aseguran que es igual de efectiva.
En 2016, esa técnica fue aprobada en la Unión Europea y ha comenzado a utilizarse en muchos laboratorios europeos. No obstante, a principios de este mismo año, la Pharmacaopeia de Estados Unidos, la organización encargada de establecer las técnicas estándares de desarrollo de medicamentos en el país -el mayor mercado farmacéutico del mundo- rechazó el uso de esta técnica, por lo que la sangre azul sigue siendo la más utilizada.
Las organizaciones ecologistas temen que la búsqueda de una vacuna contra la covid-19, en la que están trabajando centenares de equipos de investigadores de todo el mundo al mismo tiempo, tenga aún más impacto sobre esta especie y sea aún más explotada este año.
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