Con más de 31.300 casos positivos y 1.957 fallecidos por coronavirus desde el inicio de la pandemia, Suiza ha recuperado su vida anterior a la crisis sanitaria. A partir de este lunes, las medidas se felixibilizarán aún más en el pequeño país helvético: se permitirán las reuniones de hasta 1.000 personas y la distancia de seguridad se acorta a 1,5 metros. Vozpópuli recaba el testimonio de una española, residente en el país, quien, tras meses cumpliendo a rajatabla las recomendaciones del Gobierno español relativas a distancias o el uso de mascarilla, se topa ahora con una realidad bien diferente: "Aquí es como si el coronavirus no hubiese existido, como si ellos se hubiesen librado de la pandemia".
Según recoge hoy mismo el periódico suizo Neue Zürcher Zeitung, la situación extraordinaria decretada en el país a causa de la pandemia del coronavirus se da por finalizada este viernes. A partir del 22 de junio, las medidas de flexibilización que ya venía aplicando el país en las últimas semanas, se amplían aún más con las nuevas indicaciones antes citadas sobre reuniones de grupos o distancias de seguridad.
El uso de mascarilla sigue siendo recomendable, no obligatoria, salvo en las manifestaciones. En los últimos siete días, se han detectado nueve casos positivos en el Cantón de Zug, a través de cuatro brotes, y 53 personas han sido puestas en cuarentena, indica este medio helvético.
Regreso a otra realidad
Belén Amil viajó a Suiza, donde reside junto a su marido, profesor en la Universidad de Lucerna, el pasado domingo. Antes, pasó el largo confinamiento en España, donde les cogió el estado de alarma que finaliza este próximo 21 de junio en nuestro país. Trasladarse desde España, uno de los países más castigados por la pandemia, con unas estrictas medidas, por ejemplo, respecto al uso de mascarilla, le generaba cierta inquietud.
A partir de este domingo, 21 de junio, España reabre las fronteras con la Unión Europea y el Espacio Schengen (las fronteras con terceros países seguirán restringidas hasta el 1 de julio) tras el cierre por la epidemia de la covid-19. Pero cuando Belén viajó a Suiza, justo hace una semana, el aeropuerto Madrid-Barajas Adolfo Suárez era un lugar fantasma.
"Barajas estaba vacío, daba miedo caminar por la T-4. Solo se oía el ruido de las ruedas de las maletas. Las cintas de equipajes estaban desiertas porque no había maletas que recoger. Las tiendas de 'Dutty Free', cerradas a cal y canto; sólo alguna maquina de 'vending' perdida en el medio de la nada donde podías coger agua para pasar el mal trago. Desde que comenzó la epidemia, nunca había sentido el estado de alarma de una manera tan brutal", relata.
La 'nueva' normalidad en Suiza
"Hay que volver a la 'nueva normalidad' y eso significaba mi vuelta al país helvético, por eso me subí a un avión camino de mis obligaciones, con el miedo a volar (que ya viene de fábrica), y la incertidumbre con la que me iba a encontrar después de tantos meses fuera de Suiza", cuenta sobre su regreso a su país de residencia.
"Lo primero que me llamó en la atención es que la azafata de la compañía helvética, mientras te daba una toallita con hidrogel, se rascaba la cara con la mascarilla caída hacia un lado. Y así todo el trayecto. No fue capaz de ponérsela correctamente. O no le interesaba. A punto de aterrizar nos dio un formulario (de localización) para rellenar, con desgana y con un rotundo 'menuda tontería'", sigue.
Ya en el aeropuerto de Zúrich, la imagen era muy diferente a la que se podrá observar en los próximos días en los aeropuertos españoles. "Cuando llegamos al destino, al contrario que en Madrid donde los policías llevaban mascarilla, la policía suiza, estaba más preocupada de el motivo de tu llegada al país (la justificación de residencia o contrato de trabajo) que de la seguridad. Nadie nos tomó la temperatura. Ni rastro de mascarillas en ellos, ni en el personal del aeropuerto y ni en las tiendas, por cierto, todas abiertas", explica Belén.
Apertura de fronteras en España
En España, precisamente este viernes, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha explicado el refuerzo del Servicio de Sanidad Exterior de cara a este domingo. Las personas que lleguen a nuestro país se someterán a tres controles. Por una parte, deberán rellenar el formulario de localización -la conocida como Passenger Location Card (PLC); también se seguirá realizando el control de temperatura y, finalmente, se efectuará un control visual. Si uno de los tres controles no se supera, un médico examinará a la persona y se la derivará a los servicios asistenciales de la comunidad autónoma de destino, según Sanidad.
Al ser domingo y estar todo cerrado, en Zúrich, continúa Belén Amil desde Suiza, el aeropuerto se convierte en un centro comercial. "Mientras la megafonía te recuerda los dos metros de distancia, el personal de aglutina alrededor de los 'fast food', los supermercados y las tiendas, sin respetar lo más mínimo la distancia social. Por supuesto, sin mascarilla", insiste. Aclara que en Suiza es recomendable, no obligatoria, ni en los lugares cerrados, ni en el transporte público.
"Ni mi marido ni yo nos la sacamos en ningún momento. Y sí, la gente te mira raro y se aparta. Te ven y piensan que o bien puedes estar enferma o eres una paranoica. Ni rastro de mascarillas en los tranvías, ni en las tiendas, ni en personas de avanzada edad. Si ves a alguna persona aislada que la pueda llevar, se trata de emigrantes italianos que, supongo alertados por sus familiares, le tienen más respeto a la pandemia. Aquí es como si el coronavirus no hubiese existido, como si ellos se hubiesen librado", señala Amil.
"Suiza tiene una fuerte economía y cualquier muestra de flaqueza puede poner en riesgo su imagen. Las pandemias las sufren otros", dice la española Belén Amil, residente en el país
"Los suizos llevan en los genes ocultar 'debajo de la alfombra' los problemas. No les gusta dar una imagen de debilidad. Suiza tiene una fuerte economía y cualquier muestra de flaqueza puede poner en riesgo su imagen. Las pandemias las sufren otros. Ellos están parapetados tras los Alpes y nada puede enturbiar su apacible y modélica vida", opina Amil.
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