El primer medicamento genérico en España se lanzó en el año 1997, hace más de 20 años. Después le siguieron cientos de productos, aprovechando el fin de patentes de fármacos tan conocidos en la actualidad como el ibuprofeno o el paracetamol, dos medicamentos sin los que no se entiende la farmacia española de hoy.
En el año 2004 los genéricos representaban un 12% de todos los medicamentos que se comercializaban en nuestro país, una cuota que llevó a alcanzar el 37% en el año 2013, de acuerdo con datos del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Esto produjo que compañías españolas como Ferrer o Esteve apostaran por potenciar sus productos genéricos, ampliando su cartera.
No obstante, todo lo que sube suele bajar, o al menos se estanca. Esto es lo que ha ocurrido con el mercado de los medicamentos genéricos. A día de hoy, la cuota de mercado -en valores- de este tipo de productos en España lleva más de cinco años paralizada en torno al 20%, según los últimos datos proporcionados por la consultora IQVIA, especializada en el sector sanitario.
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Este estancamiento se ha convertido en la principal preocupación de las compañías especializadas en estos productos. En España en particular contamos con varias compañías que tienen especial peso en la industria farmacéutica nacional, como Normon, Kern Pharma o Cinfa, además de Ferrer y Esteve.
En particular, estas dos compañías que a principios de los 2000 decidieron apostar fuerte por este mercado, se han visto obligadas a presentar expedientes de regulación de empleo (ERE) este mismo año.
Lejos de la media europea
Desde la Asociación Española de Medicamentos Genéricos (Aeseg) advierten de que en España la cuota de genéricos se encuentra lejos de la media europea, tanto en valores -en la UE la media está por encima del 25%- como en unidades, donde la diferencia es mucho más dramática. En la Unión Europea la mayor parte de los países cuentan con una tasa de penetración de los medicamentos genéricos que ronda el 65%, mientras que en España se sitúa en el 40% también desde hace cinco años.
Según aseguran, los medicamentos genéricos aportan un ahorro considerable en la factura farmacéutica, reduciendo de forma efectiva el coste de los medicamentos entre un 40 y un 60%. La mínima participación que tiene el mercado español en los genéricos, por otro lado, dificulta y frena el incremento de ahorro en el gasto sanitario.
Cambios legislativos
Los motivos que explican este estancamiento son varios, pero una de las razones principales reside en los cambios legislativos producidos en los últimos años. En 2011, se eliminó la discriminación positiva que existía hacia los medicamentos genéricos. Bajo esta normativa, se favorecía la dispensación de este tipo de productos en las farmacias en el caso de que los precios de los dos fueran iguales. En 2012 se recuperó la medida, pero en 2015 se volvió a eliminar.
Por otro lado, la regulación de los precios tampoco ha ayudado. Por lo general, el mercado establece que al terminarse la patente de un medicamento los genéricos comienzan a comercializarse por un 40% menos del precio del fármaco original.
Tradicionalmente, durante al menos un plazo de un año, el medicamento de marca iba progresivamente ajustándose al precio de su genérico, con las pérdidas que eso suponía para la farmacéutica. Es por ello que muchas de ellas intentan extender sus patentes todo lo que puedan.
No obstante, en los últimos años, muchas de estas farmacéuticas no sólo intentan extender sus patentes para prolongar los beneficios exclusivos de un medicamento, sino que están empezando a sacar sus propios genéricos. Este es el caso por ejemplo de Pfizer, a punto de perder de manera definitiva la exclusividad de Viagra, por lo que ha optado por sacar su propia versión ‘genérica’ de la pastilla azul más famosa del mundo.
Como consecuencia de estas estrategias, no sólo se ha reducido el margen con el que contaban inicialmente las marcas de genéricos, sino que a día de hoy la normativa obliga a que una marca ponga precio de genérico desde el momento en que pierde la patente.
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