Sonsoles Pérez lo tenía claro. Sus hijos llevarían el apellido de su madre: Calavera. Sí, Calavera, así como suena.
“La gente flipa, ¡pero a mí me encanta! Se identifica mucho mejor”, confiesa esta madrileña de 36 años que se casa este mismo sábado. “Me hace mucha ilusión de que mis futuros hijos puedan llevar este apellido”.
Sonsoles Pérez Calavera se convirtió en Sonsoles Calavera Pérez gracias a una ley de 2000 que permitió alterar el orden de los apellidos. La legislación española obligaba hasta ese momento a anteponer el del padre al de la madre. A partir de entonces, pudo trocarse uno por otro si así lo decidían los progenitores o el mismo interesado, al alcanzar la mayoría de edad.
La pregunta suele caer por su propio peso: ¿y cómo se lo toman los papás de quienes deciden dar el paso?
“A él no le molestó mi decisión”, aclara Sonsoles . Es más: a mi padre se le conocía más por el apellido del negocio donde trabajaba, González, así que en mi caso no hubo problema. Y, como cabía esperarse, a mi madre le dio una alegría”.
Los hermanos de Sonsoles prefirieron dejar su nombre como estaba. Y todos contentos. El único engorro adicional para ella, eso sí, fue cambiar su identidad en los documentos oficiales, tarjetas, registros, etc, etc, etc.
Otra vuelta de tuerca
Esta historia de las preferencias por los apellidos dará una nueva vuelta de tuerca el próximo 30 de junio, cuando entra en vigor la reforma del Registro Civil. A partir de esa fecha, serán los padres de un bebé quienes tengan que especificar en el registro qué orden de apellidos quieren para su hijo. No se pondrá, por tanto, el apellido del padre por defecto. Los padres tendrán que acordar cuál de los dos va primero antes de inscribirlo en el libro de familia.
Fuentes del ministerio manifestaron esta semana que no esperan una sobrecarga de trabajo ni un aumento de los retrasos por esta medida.
¿Veremos discusiones acaloradas en los registros? La Dirección General de los Registros y del Notariado del Ministerio de Justicia no lo espera así. Fuentes del ministerio manifestaron esta semana que no esperan una sobrecarga de trabajo ni un aumento de los retrasos por esta medida. Dan por hecho que los progenitores tienen tiempo más que suficiente -¡nueve meses, por lo menos!- para hablar sobre este asunto.
Ahora bien: dado que la nueva ley suprime la obligación, vigente hasta la fecha, de anteponer el apellido del padre, ¿qué ocurre si llega el caso de que los padres no se ponen de acuerdo? ¿Y si los padres optan por el silencio, esto es, si no manifiestan oficialmente ante el registro en el plazo establecido (72 horas) qué orden de apellidos han escogido?
Será entonces el propio funcionario del Registro Civil quien decida qué apellido va primero o después “atendiendo al interés superior del menor”. Lo cual puede desembocar en una discusión peliaguda: ¿qué criterio define “el interés superior del menor” cuando toca optar entre apellidos como Pérez, Robles, Sanz o Castilla? ¿Es mejor para un niño apellidarse Pérez y no Calavera? ¿No supone esto una discriminación entre unas denominaciones y otras?
Una moneda al aire
De acuerdo a la letrada Salort, lo más probable es que el Registro opte por respetar el orden alfabético o “la combinación que suene mejor”. También queda el supremo criterio de la suerte. Pocos problemas hay en la vida que no pueda resolver una moneda lanzada al aire.
La ley permite que se pueda cambiar el apellido cuando sea contrario al decoro u ocasione graves inconvenientes.
España parece que quiere facilitar a sus ciudadanos que escojan su nombre con toda libertad. La ley también permite inscribir los apellidos de ambos padres como primer apellido compuesto con el fin de evitar la desaparición de un apellido español, o bien para que no sea tan común. También permite que se pueda cambiar el apellido cuando sea contrario al decoro u ocasione graves inconvenientes. ¿A quién le puede gustar, pueden preguntarse algunos, llamarse Dolores Fuertes De Barriga?
Pero… ¡cuidadito con la identidad de cada uno! Hay españoles que llevan con mucha honra nombres como Luz Cuesta Mogollón, Grato Amor Jurado, Antonio Arrimadas Piernas. No son nombres humorísticos. Son reales. Tan reales que fueron los tres ganadores, por el orden enumerado, del concurso ‘Los nombres más raros de España’ organizado por el diario ABC en marzo de 2015.
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