El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ha ordenado prisión incondicional para los once detenidos que finalmente han prestado declaración este sábado en relación con la Operación Emperador, entre ellos el cabecilla de la trama, Gao Ping. El juez Andreu concluyó la toma de declaración de los diez presuntos miembros que integraban la trama de blanqueo de capitales controlada por redes chinas. El último en comparecer ha sido el empresario Gao Ping, que se ha negado a declarar, según informaron fuentes jurídicas.
El empresario y promotor de arte Gao Ping ha comparecido en torno a las 18:15 horas ante el titular del Juzgado Central de Instrucción número 4. Antes de su comparecencia, que se ha prolongado durante media hora, el magistrado ha interrogado a su esposa Lizhen Yang, a otro matrimonio, al presunto jefe del aparato de extorsión del trama, Hai Bo, y a otros de sus más directos colaboradores.
Las mismas fuentes han señalado que los interrogados hasta el momento no han aportado información, no han declarado o han negado todos los hechos. La Fiscalía Anticorrupción ha solicitado prisión incondicional para los diez detenidos que han comparecido este sábado.
La semana que viene proseguirán las citaciones con el interrogatorio, entre otros, del inspector de Policía Nacional Miguel Ángel Gómez Gordo, que trabajaba en la Brigada Provincial de Extranjería de Madrid, y al sargento de la Guardia Civil que también ha sido arrestado en la operación.
A los detenidos se les imputan, indiciariamente, los delitos de integración en organización criminal y blanqueo de capitales, además de otros que pueden variar en función del papel que cumplieran en la trama. Se les acusa de lavar entre 200 y 300 millones de euros al año durante los dos últimos ejercicios.
Según la investigación, la trama contaba con tres métodos para blanquear capitales: sacaban el dinero en bolsas de plástico por tren o carretera, realizaban transferencias de capitales a agencias que ellos mismos creaban y una tercera, utilizada por los españoles, que consistía en ingresar el dinero en cuentas en bancos chinos o paraísos fiscales y recibir su importe en metálico.
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