Muy importante, pero no novedosa. La Operación Emperador-Cheqian que ha permitido a la Policía española desmantelar una estructura mafiosa de blanqueo de dinero dirigida por ciudadanos chinos tuvo un antecedente 'gemelo' en una actuación de la Guardia Civil de hace sólo 16 meses. Entonces, el instituto armado desarticuló una red que obtenía sus beneficios con la importación de productos, muchos de ellos falsificados, que luego revendía. Los importantes beneficios que obtenía eran posteriormente enviados por correos humanos o mulas a China para ser blanqueados, en una de sus múltiples similitudes con la organización caída a comienzos de esta semana. De hecho, ambas tramas operaron en paralelo durante años y las investigaciones que permitieron desmantelar a ambas coincidieron durante dos años. Fuentes policiales consultadas por este diario no descartan que incluso tuvieran puntos de conexión y que algunos de los detenidos ahora hubieran sido arrestados también en la anterior. Al menos un nombre de los arrestados coincide, según pudo constatar este diario.
Ambas tramas 'convivieron' durante años. Las investigaciones que han permitido desmantelarlas, también
La operación de la Guardia Civil recibió el nombre de Long y, aunque sus cifras fueron más modestas que la actual, reveló por primera vez la implantación de estas organizaciones mafiosas en nuestro país y, sobre todo, su forma de trabajar. Entonces, junio de 2011, el Grupo de Delincuencia Económica de la Unidad Central Operativa (UCO) del Instituto armado detuvo a 34 personas, todas de nacionalidad china, y se incautó de bienes por un valor superior a los 11 millones de euros. Las pesquisas que permitieron desmantelarla se habían iniciado meses antes, cuando en otra operación del Instituto armado se descubrió la entrada de dos contenedores cargados de tabaco de contrabando. El rastro de aquella mercancía permitió localizar un grupo criminal especializado en introducir en nuestro país no sólo cigarrillos, sino también productos textiles, marroquinería y un largo etcétera, la mayoría falsificado.
Las investigaciones posteriores permitieron conocer que el grupo, asentado en Madrid, Andalucía, Barcelona, La Coruña y Valencia utilizaba como puerta de entrada el puerto de esta última ciudad --otra de las similitudes con la red ahora desmantelada--, donde cada mes llegaban de cuatro a seis contenedores cargados con género diverso. Luego comercializaban en España, Francia, Portugal, Italia, e Inglaterra todos estos productos a bajo precio y sin pagar impuestos. De este modo, la trama obtenía enormes beneficios económicos, cifrados en más de 40 millones de euros al año. Los agentes concluyeron que el grupo llevaba operando desde finales de los años 90. Al igual que los clanes desmantelados ahora por la Policía, la mayor parte de ese dinero era trasladado posteriormente a China para blanquearlo en diversos negocios en el gigante asiático.
Dos vías para evadir dinero
En una nueva similitud con la trama de la Operación Emperador, el grupo desarticulado en la Long utilizaba principalmente dos mecanismos para evadir el dinero. El más burdo consistía en utilizar correos humanos o mulas que trasladaban los billestes ocultos entre sus ropas o enseres en viajes que tenían como destino China. Para ello, utilizaban compatriotas a los que les obligaban a realizar dichos viajes como pago por haberles facilitado su entrada irregular en España. Este cauce sufrió modificaciones después de que varios de estos correos fueran detectados en el aeropuerto ya que los sistemas de detección de explosivos permitían a las Fuerzas de Seguridad localizar también la presencia de grandes cantidades de dinero en efectivo ocultas en los equipajes.
Las investigaciones estiman que esta trama ganaba 40 millones de euros al año y que llevaba operando en España desde finales de los 90
Otra vía utilizada eran las transferencias realizadas a través de empresas de envío de remesas al extranjero. Éstas nunca eran superiores a los 20.000 euros para evitar levantar las sospechas de los servicios de control. Para realizarlas, la red también utilizaba como hombres de paja a compatriotas asentados en España que vivían en condiciones precarias o irregulares. A algunos de ellos, incluso, la red les retiraba el pasaporte al llegar a nuestro país para, de este modo, ejercer un mayor control sobre ellos. A algunos también les prestaban dinero o abrían cuentas bancarias a su nombre como mecanismo para blanquear los beneficios que obtenían.
Sin embargo, no eran éstos su principal sistema de lavado. El epicentro de su sistema estaba en China, donde habían montado un auténtico holding empresarial formado por más de una treintena de compañías en las que invertían el dinero para darle apariencia de legalidad. La 'estrella' de la trama era curiosamente una cadena con cerca de 1.000 lavanderías repartidas por todo el país asiático. Su capacidad de blanqueo era tal quen esta trama incluso ofrecía su estructura a otras organizaciones criminales. Esta red tenía un marcado carácter familiar, como los clanes desmantelado ahora en la Operación Emperador-Cheqian. Una de las escasas diferencias significativas entre ambas redes la ha puesto la Justicia española: el sumario de la Operación Long lo instruye un juzgado ordinario de Valencia. El de la Emperador-Cheqian, la Audiencia Nacional.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación