¿Quiénes, cuántos y cómo seremos en los próximos años? Esta es la pregunta clave que se lanzaba al aire en la Fundación Foro de Encuentros con la intención de debatir sobre las previsiones demográficas para España. Tres aspectos resultan especialmente fundamentales para entender la situación actual y las expectativas poblacionales futuras: la baja fecundidad, el enjecimiento de la población y los flujos migratorios.
Uno de los puntos de partida del debate demográfico se sitúa en la fecundidad y las nuevas familias. En palabras de Teresa Castro, demógrafa y profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), España tiene en este sentido un problema que no es exclusivo de nuestro país: hay 47 gobiernos que consideran que el nivel de fecundidad de su país es demasiado bajo. "En 2012 el índice sintético de fecundidad aquí era de 1,32 hijos por mujer, y ninguna proyección oficial prevé la posibilidad de que en las próximas décadas dicho índice pueda volver al nivel de reemplazo generacional", decía.
España tiene una media de 1,3 hijos por mujer, por debajo del nivel de reemplazo generacional, lo que supondría una reducción del 50% de la población en 45 años
Estos datos vienen a decir que una tasa de 1,3 hijos constante en el tiempo y sin contar las migraciones supondría una reducción del 50% de la población en sólo 45 años y un rápido ritmo de envejecimiento de la misma. La situación sería similar en Italia, con idéntica tasa de fecundidad, mientras que en países como Suecia, Francia, Reino Unido, Irlanda o Islandia se hallan muy cerca del nivel de reemplazo generacional.
Según Castro, este descenso en la fecundidad tiene una estrecha relación con el retraso de la maternidad. La edad en la que se concentran más nacimientos está en los 32-34 años, y se ha multiplicado por más de 4 en los últimos 15 años el número de mujeres que son madres primerizas con más de 40 años. La explicación está relacionada actualmente con la mala situación económica que atraviesa España desde hace años: los elevados índices de desempleo y las dificultades para encontrar trabajo estable, la escasez de viviendas asequibles y la falta de políticas de apoyo a los jóvenes estarían entre las principales causas.
También es importante en estos nuevos modelos de familias actuales la relación existente entre fecundidad e inmigración. Entre 2000 y 2010 los flujos migratorios fueron responsables del 90% del crecimiento poblacional en España, que se convirtió en uno de los principales países de acogida de inmigrantes. En 2012 uno de cada cuatro recién nacidos tienen un padre o una madre extranjeros, según expone Castro en su documentación.
La crisis económica provoca que la maternidad se retrase por motivos como la falta de empleo, la precariedad laboral, las desigualdades de género o los problemas para conciliar trabajo y familia
"Se han identificado tres obstáculos clave que impiden satisfacer las preferencias de los ciudadanos sobre el número de hijos: las oportunidades y condicionantes del mercado laboral, el marco institucional y político que permita una buena conciliación y la (des)igualdad de género y tasa de fecundidad. Si no se abordan con éxito los problemas de la falta de empleo, la precariedad laboral, las desigualdades de género y las dificultades de conciliar trabajo y familia, el pronóstico es bastante simple: la tasa de fecundidad se mantendrá indefinidamente en un nivel muy bajo", concluía.
El envejecimiento, preocupación pero no catástrofe
Otro de los rasgos típicos de la sociedad actual es el envejecimiento de la población, sobre el que critican la imagen alarmista que se está dando en los medios de comunicación. "El mensaje a transmitir es que es motivo de preocupación pero no es una catástrofe", defiende Antonio Abellán, del departamento de Población del CSIC.
El experto habla de un 'teóricamente reversible' envejecimiento demográfico y de un irreversible envejecimiento individual, y explica que tanto la caída de la mortalidad como la de la fecundidad están también estrechamente relacionadas con este 'hacerse mayor' de la población -España tiene una de las tasas más altas de Europa y del mundo en esperanza de vida-. "Las proyecciones avisan de un declive en la población total. Se pasará de 46,2 millones de habitantes en 2012 a 41,5 en 2052. En 2030, España habrá perdido una población equivalente a que Barcelona y Málaga desapareciesen del mapa", ilustra Abellán.
"El mensaje a transmitir sobre el envejecimiento es que es un motivo de preocupación pero no es una catástrofe", defiende Abellán, miembro del CSIC
Pero su discurso intenta quitar hierro al asunto, y explica que aunque esta situación pone a prueba los fundamentos del Estado del Bienestar, los principales riesgos para el mantenimiento del actual sistema no proceden del envejecimiento sino de la falta de actividad económica, desempleo, ausencia de crédito, fraude fiscal o ausencia de políticas de reactivación económica. "El proceso de cambio en las estructuras demográficas tendrá implicaciones en las finanzas públicas y la cohesión social. Los cinco grandes bloques de gasto público social (desempleo, salud, cuidados de larga duración, educación y pensiones) están relacionados con la edad; tres de ellos (pensiones, salud, cuidados de larga duración) están estrictamente relacionados con el envejecimiento, que también pondrá a prueba la solidaridad familiar", comenta Abellán.
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