Empresaria de éxito en el mundo de la estética desde el conocido barrio madrileño de Salamanca, Inmaculada, perdió su empleo con 45 años al tiempo que le fue diagnosticada una discapacidad del 33%. Sin ningún otro ánimo que seguir luchando con el objetivo en adaptarse a las nuevas oportunidades que le brinde la vida, esta bilbaína se recicló con los cursos del INEM y encontró trabajo en el sector de la limpieza. Ahora, a los 61, vuelve a estar en paro, pero con el mismo espíritu de lucha y optimismo que entonces para reincorporarse al mercado laboral cuanto antes. Sin embargo, los pronósticos para este sector de la población que se ha quedado sin trabajo a esta edad son poco alentadores.
Desde mayo, Inmaculada ha pasado a engrosar las filas del colectivo de desempleados mayores de 55 años que, de acuerdo con los datos de la EPA del primer trimestre de 2017, ya supera holgadamente el medio millón de personas. Y la tendencia es que vaya a más a tenor de las características de nuestra sociedad, cada día más envejecida,y de la incultura, cada vez más extendida, de excluir del mercado laboral a estos profesionales por su edad.
Las cifras registradas desde el comienzo de la crisis nos dan una idea de lo que está por venir. En estos nueve años se ha triplicado el número de parados que están al borde de la jubilación. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2008 había 161.000 parados mayores de 55 años que representaban el 7% del total de desempleados, poco más de dos millones en aquella época dorada. Hoy hay contabilizadas 560.100 personas en esa dramática situación y ya suponen más del 13% de los 4,2 millones de parados registrados en 2017, es decir, el doble que en 2008.
Desafortunadamente no son los únicos. Los profesionales de entre 45 y 54 años también acusan la falta de oportunidades. En su caso, la tasa de desempleo ha crecido en ocho puntos entre 2008 y 2017. Si a comienzos de la serie histórica representaban un 16,1% y se contabilizaban 351.600 parados, este 2017 el número de desempleados ha superado el millón, es decir, el 24,1% del total de parados.
Y no solo eso. A estas cifras hay que sumar el tiempo que estas personas están en situación de desempleo: en 2017, más de la mitad de los 4.255.000 parados lleva más de un año sin trabajar.
Una situación especialmente dramática para aquellos que se encuentran en su última etapa profesional, ya que de acuerdo a los últimos datos de la EPA, el 73,6% de los desempleados mayores de 55 años son parados de larga duración, es decir, que llevan más de un año en busca de una oportunidad laboral y de un contrato.
La parálisis a la hora de contratar profesionales de cierta edad es patente. Macarena Florencio, psicóloga, orientadora y coach de desarrollo de profesionales, considera que "los mayores de 55 años se enfrentan a un mercado laboral que tiende a excluirlos". Y el reflejo más claro es que "las empresas no les llaman por mucho que se muevan".
Tal es la situación que 7 de cada 10 desempleados opina que no va a volver a trabajar nunca, según el estudio realizado por la Fundación Adecco a través de una encuesta realizada a 1.500 parados mayores de 55 años. Y casi la totalidad de los encuestados, un 90%, achaca esa falta de oportunidades a su edad.
Una situación frustrante, ya que como apunta Mari Carmen Barrera de la secretaría de política social de UGT, "la mayoría de estos profesionales han estado toda la vida trabajando a buen ritmo y ahora, a diez años de la jubilación, se encuentran en paro y sin posibilidades de retomar su carrera laboral". Una realidad aún más dura si tenemos en cuenta que para la jubilación cuentan los últimos 15 años cotizados.
"Talento sin etiquetas"
Encontrar trabajo y, en especial, en la última etapa laboral depende de muchos factores y el principal hándicap es, según Irene Gil portavoz de Adecco, "la cultura del prejuicio: la sociedad en general y las empresas en particular están desplazando a estas personas del mercado laboral por considerar que están obsoletas".
En este sentido, Gil considera que "hay que cambiar el chip y sensibilizar a la sociedad para dejar de ver al mayor de 55 años como obsoleto y empezar a mirar que puede aportar muchas cosas. Hay que acercar sus beneficios en vez de sus limitaciones". Beneficios traducidos en ventajas para las empresas, según Florencio, "por su madurez profesional, capacidad de observación y toma de decisiones, así como el grado de involucración y predisposición en el ámbito laboral, ya que su situación familiar, con los hijos ya mayores, es menos demandante".
Y es que como defienden desde Adecco, "el talento depende de valores, actitudes y aptitudes y no de factores externos, como la edad, que no dicen nada de su productividad. De ahí que haya que fomentar la cultura del talento sin etiquetas, porque la calidad no depende de la edad".
Mantener la empleabilidad
"Vivimos en una sociedad donde el trabajo nos hace sentir útiles y cuando un profesional pierde su empleo esa sensación de utilidad cae y hay que sustituirla por actividad". Esta es la visión de Macarena Florencio, quien, como psicóloga, orientadora y coach en el ámbito del desarrollar profesional, aboga por trabajar en tres ejes básicos para estar activo y mantener la empleabilidad.
El primer paso es ser consciente de la realidad. Florencio lo define como "el autoconocimiento de la situación" lo que conlleva hacer un reajuste de las posibilidades de entrar en el mercado laboral. Se trata de analizar "dónde tengo cabida ahora, dónde encajo a día de hoy, no hace unos años, y buscar en esa dirección". Muchos parados anhelan su situación y su trabajo anterior pero tienen que tomar consciencia de que la realidad ha cambiado.
"Hay que saber dónde tenemos cabida ahora mismo, no antes y buscar trabajo en esa dirección"
Inmaculada sabe, en primera persona, lo que significa este proceso. Hace 15 años tuvo que adaptarse a la nueva situación y al medio. Natural de Bilbao, se mudó a la capital hace ya más de dos década. Puso el foco en el madrileño barrio de Salamanca y centró su carrera en el mundo de la estética, pero cumplidos los cuarenta, hizo un parón en su trayectoria profesional para centrarse en la maternidad.
Tiempo después retomó el negocio del culto al cuerpo pero no duró más de dos años. El mercado había cambiado y sus condiciones físicas que repercutían en su actividad laboral también. Le diagnosticaron una discapacidad del 33% como consecuencia de su actividad profesional y pasó a engrosar las filas del INEM.
Fuera de quedarse parada, tomó la determinación de hacer todos los cursos que ofrecía el paro. "Era necesario reciclarse y evolucionar para adaptarse al medio y a las posibilidades que te da la vida como un grano de café en agua", afirma Inmaculada.
"No podemos lamentarnos: hay que adaptarse a las posibilidades que te da la vida"
La oportunidad le llegó del sector servicios y, más concretamente, en la limpieza donde ha ejercido hasta el pasado mes de mayo cuando con 61 años se quedó de nuevo en paro.
Esta actitud proactiva a nivel personal y de aprendizaje profesional de Inmaculada es, para Macarena Florencio el segundo paso para mantener la empleabilidad. Considera crucial estar activo, seguir formándose y participar en actividades tales como cursos, charlas y conferencias. De hecho, en referencia a éste último punto, cree fundamental asistir a eventos y apostar por las relaciones sociales para ampliar las posibilidades, ya que los parados a partir de los 55 años tienen menos oportunidades de encontrar trabajo vía online.
"Son muy importantes las relaciones sociales e ir a eventos porque si te mueves amplias las posibilidades de encontrar trabajo"
En este sentido, Irene Gil portavoz de Adecco, apuesta por no dejar nunca de formarse porque todos podemos perder nuestro trabajo y tenemos que estar preparados para el nuevo mercado laboral.
El último paso es marcar un plan de actuación para evitar quedarse parados. También en este punto se diseñan estrategias, se hacen ensayos y simulaciones reales que pueden darse como fruto de la actividad y las relaciones sociales. Es clave saber interactuar con otros , entablar conversaciones y hablar de las fortalezas de cada uno.
El impacto que Macarena Florencio observa en sus clientes es muy positivo porque les aporta seguridad y, para cuando llega la oportunidad laboral, están preparados, motivados y se sienten capaces. Eso sí, no garantiza un puesto de trabajo, ya que "hay muchos factores que no están en nuestra mano".
"Uno de los grandes peligros del parado de larga duración es abandonar la búsqueda de empleo y conformarse"
Tanto es así que en muchas ocasiones el trabajo tarda en llegar o directamente nunca llega –cerca del 74% de los desempleados mayores de 55 años lleva más de un año en el paro- y los períodos de frustración son inevitables con el consiguiente peligro de acomodarse a la situación de desempleo. Muchos tiran la toalla y aprenden a vivir con los 426 euros del subsidio.
Aunque según los sindicatos UGT y CCOO, disfrutar de estas ayudas que concede el Servicio Público de Empleo (SEPE) es más complicado desde 2012. Fue entonces cuando el Gobierno del Partido Popular cambió la edad de acceso al subsidio de los 52 a los 55 años e introdujo el requisito de la renta para la unidad familiar. Antes, el demandante del subsidio no podía rebasar el umbral de la renta para percibir los 426 euros. Ahora es extensible a todos los miembros de la unidad familiar.
Encontrar trabajo una vez cumplidos los 55 años es una tarea ardua que requiere paciencia, tesón y una gran capacidad de adaptación y predisposición al cambio donde la actitud del buscador es primordial, del mismo modo que ser positivo es un incentivo a la hora de encontrar trabajo. Un modo de vida muy acorde con Inmaculada que, pese a las estadísticas tan desoladoras, tener 61 años y haber perdido su trabajo en mayo, está ilusionada y esperanzada de volver a trabajar porque “siempre hay algo ahí fuera”.
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