Los resultados de las urnas el pasado 20 de diciembre arrojaron un nuevo escenario político en el que con total seguridad habrá un pacto nacional por la Educación, como abogan las distintas formaciones en sus programas. Este pacto tiene como una de sus principales tareas la de cambiar de lleno el proceso de selección del profesorado, una especie de MIR educativo, que dirija al sistema español hacia sus vecinos europeos, pero el problema de España puede no estar en el modelo de selección, sino en su modelo de gestión.
Un estudio realizado por los profesores Antonio Sans-Martín, Joan Guàrdia Olmos y Xavier M Triadò-Ivern de la Universidad de Barcelona recoge que España tiene una "baja definición" como sistema educativo en referencia al liderazgo y gestión de los centros de secundaria. Esta baja definición, que tiene lugar al estar construido bajo una suerte de mezcla de los distintos valores de otros modelos europeos, tiene un impacto muy significativo sobre la implicación profesional de los docentes -uno de los valores propios de cada sistema-, y es que nuestro país se sitúa muy por debajo de la media en este aspecto, que se constituye en las variables: la colaboración entre docentes, la formación de éstos para la enseñanza, el desarrollo profesional efectivo y la proporción de dedicación a tiempo completo del profesorado -sin llegar a detallar el estudio cuál es específicamente el foco del problema-.
España tiene valores muy parecidos a los dos estilos de liderazgo predominantes en Europa, lo que manifiesta una baja definición como sistema y refleja dualidades en los modelos de organización
Por contra, España tiene una puntuación mayor a la media en la gestión de los recursos humanos de los centros, y unos valores medios en el resto de apartados estudiados, que son necesidad de formación para la enseñanza y el nivel de cooperación entre profesorado para las actividades académicas. A raíz de esto, el estudio apunta que esta comparación "muestra aspectos emergentes hacia modelos más eficientes, pero todavía lejos de poder considerar -a España- en una posición relevante en el conjunto de países europeos".
Aun así, según recoge el estudio, "Europa está muy lejos de poder ser considerada como un espacio coherente y homogéneo en la definición de su modelo educativo". Según el grado de coherencia entre modelos, se situarían por un lado Países Bajos y Bélgica, por otro lado Estonia, Lituania, Serbia, República Eslovaca, República Checa, Bulgaria, Rumanía Francia, Croacia e Islandia, por otro Dinamarca, Polonia, Finlandia, Noruega y Suecia, y, finalmente, Inglaterra, Italia, Portugal y España.
De esta forma, a raíz del estudio, realizado en más de 21 países y 3.855 centros de secundaria en marzo de 2013, y basado en las bases de datos de profesorado y centros educativos del informe Talis, este dato pone en cuestión que un proceso de selección distinto sea la panacea a la educación en nuestro país, y destaca que el proceso de reforma que tendrán que impulsar los partidos será mucho más profundo y llamado a cambiar por completo la forma de gestionar los centros educativos.
Modelo instruccional o distributivo
En relación a los modelos de liderazgo, en el que se recoge la gestión de los centros, se diferencia entre el instruccional -que se ha identificado como el estilo de aquellas personas que toman decisiones en la línea de promover el crecimiento en el proceso de aprendizaje del estudiante, elevando el nivel de compromiso y la capacidad colectiva de organización de sus miembros- y el liderazgo distributivo -que se centra en los modos concretos de actuar, incluyendo las interacciones con los demás, de modo que afecta al control de la participación y al intercambio de información-. España tiene valores muy parecidos a ambos estilos que están cerca de la media europea, lo que manifiesta una baja definición como sistema y refleja dualidades en los modelos de organización.
Desde el estudio, los profesores de la Universidad de Barcelona consideran que debe "superarse la visión tradicional de formación de líderes y sustentar una concepción amplia de la función directiva que supere el ámbito técnico y formal. Debe fomentarse una formación basada en la orientación y acompañamiento con actividades de benchmarking, mentoring y coaching que fundamenten la formación en la experiencia y las buenas prácticas". Además, apuntan, el fomento de estas prácticas debe estar orientado a "promover una cultura moderna de la gestión de centros educativos", lo que, señalan, sería una buena recomendación en el espacio educativo europeo. Para los docentes, hacer un diseño de invectivos efectivos y mejorar el liderazgo potenciaría "los resultados del sistema, en aras al progreso económico y social de los ciudadanos".
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