Yurena C. vende ropa interior femenina "como nueva". "Talla S, 36, 8, lila", son los datos con los que esta joven de Santa María del Mar publicita un tanga de hilo con encaje y detalles florales en una aplicación de compraventa de segunda mano.
Las valoraciones de sus clientes son excelentes, todos la han calificado con la máxima puntuación, cinco estrellas: "Chica super atenta y con mucha paciencia", asegura Lluis P.; "producto super bonito y genial de precio", opina Naomi G.; "muy bien", son las parcas palabras con las que Manuel S. describe el servicio de Yurena. Cuando coloque esta prenda —la oferta por 5 euros— será su decimoquinta venta, aunque, eso sí, tendrá que ser en persona, ya que la usuaria no tiene habilitado el envío por correo para las prendas que tiene en su escaparate virtual.
Uno de cada cinco españoles compran y venden en plataformas de segunda mano, según la AERESS (Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria). Las más comunes son Wallapop, Vinted, Milanuncios… y la más clásica, eBay, pionera en este tipo de transacciones —su fundación data de 1995— con sede en San José (California, Estados Unidos) y unos ingresos anuales de 10,8 mil millones —.según su informe anual de 2019—.
Según un informe de La Red del Cambio realizado por una de estas aplicaciones de segunda mano, el 70% de los españoles prefieren un producto usado que uno nuevo, siempre que este se encuentre en buenas condiciones.
"Yo soy mucho de mercadillo", afirma Alicia, una joven de Valladolid afincada en Sevilla desde 2019, que suele vestir con ropa a la que da una segunda vida. "Con la pandemia se puso muy de moda el concepto vintage. La 'ropa de mamá' ya no era solo para 'hippies', sino que las pijas empezaron a sacar pantalones, camisas y chaquetas del armario de la casa familiar. Es lo normal. La ropa de hace 30 o 40 años tenía mucha mejor calidad que la de ahora".
Es una realidad que también se deja ver en los mercadillos españoles, como el céntrico y tradicional Rastro de Madrid, que abre sus 3.500 puestos todos los domingos y festivos de 9 de la mañana a 3 de la tarde. Se encuentra en pleno casco histórico, en las inmediaciones de la calle Curtidores, donde hasta 100.000 almas se concentran para hacerse con objetos que buscan una segunda vida.
"He venido a intercambiar cromos con mis hijos", indica Salva, de 42 años, padre de un chico de 10 que es la primera vez que va a vivir la experiencia de intercambiar adhesivos de futbolistas en uno de los puntos más frecuentados por los españoles. "Yo vine con mi padre muchas veces cuando era pequeño y ahora me hace gracia que él pueda hacerlo también. Me hace más ilusión a mí que al niño", afirma.
La madre, Isa, se ha ausentado durante unas horas, mientras ellos disfrutan dando una vuelta por esta parte del mercadillo. "Ella es la que suele venir todos los domingos con las amigas y la que nos dio la idea de venir a ver cromos", explica el padre.
El Rastro nació en el siglo XVIII como un mercadillo en el que se vendían objetos usados de forma prácticamente clandestina. Pilar es una de las vendedoras ambulantes que se acerca los domingos con su mercancía: "Antes, mi familia era el único sitio al que venía a vender baratijas. Ahora también tenemos la posibilidad de usar aplicaciones de segunda mano, y ahí no solo vendo sino que también compro cosas interesantísimas", explica esta vendedora de artículos de segunda mano a Vozpópuli. Unos meses, los de verano, en los que se hacen con mucha ropa de calidad para invierno, como abrigos, que se consiguen a precios muy bajos y se pueden empezar a vender en otoño.
Wallapop, la app de la segunda mano
La marca que está detrás de este revelador estudio es la española Wallapop, que indica que 80% de los españoles tienen en cuenta la sostenibilidad en su decisión de compra y que el 94% de los españoles ya considera la posibilidad de comprar en el mercado de segunda mano a la hora de interesarse por una adquisición.
En el estudio también indica que la mayoría de los españoles considera que un artículo "está nuevo" si tiene una media de 15 usos, mientras que si se trata de tecnología sería de menos de un año de antigüedad y de mobiliario para el hogar, dos años.
Además, casi nueve de cada 10 ciudadanos cree que los productos con taras estéticas que aún funcionan "quedan singulares y auténticos", por lo que fomentan su segundo uso.
Teniendo en cuenta que los compradores de segunda mano uno de los puntos a los que más importancia dan es a la calidad del producto, el informe trata de identificar las comunidades autónomas donde más importancia se le da a esta cualidad: el 75% de los madrileños y andaluces prefieren un producto reutilizado en buen estado, que uno nuevo de peor calidad.
La segunda mano cuida el medioambiente
Por su parte, el informe de Cierra el círculo de Milanuncios registra las emisiones de CO₂ de cada comunidad autónoma. Andalucía encabeza esta lista de las que mayor cantidades evita generar gracias a las compraventas con 2.146 toneladas de CO₂, un equivalente a 3.302.406 botellas de plástico. La siguen Canarias y Valencia.
Según los datos del Basque Centre for Climate Change, cada año se producen 430 toneladas de plástico y dos tercios de estos son destinados para un uso de un corto espacio de tiempo, lo que conlleva a un gran excedente de desechos, por lo que cada vez más usuarios están concienciados con esta problemática.
Milanuncios asegura que, además de un evidente ahorro monetario, la segunda mano supone un importante ahorro de producción, materiales y recursos. En el caso de los plásticos, uno de los materiales más contaminantes del planeta, más de ocho millones de toneladas de ellos acaban cada año en los océanos y, desde su portal de compraventa, ha significado el ahorro potencial de 7.606,77 toneladas de CO₂.
A nivel global, supone un equivalente a la producción de 11.702.724 botellas de plástico, lo que sería lo mismo a que por cada transacción se ha evitado la fabricación de 14 botellas, o, lo que es lo mismo, a 2,59 metros cuadrados de bosque.
Asimismo, la segunda mano supuso un ahorro equivalente a las emisiones a 4.455 viajes en avión de ida y vuelta de Madrid a Nueva York, lo que también es equivalente al consumo energético anual de 10.923 hogares en todo el país.
La segunda mano como idea para una startup
Fue en una habitación "cutre" de un piso compartido cuando en 2013, tres jóvenes emprendedores españoles se decidieron a crear una nueva empresa de ADN tecnológico que, con bajos costes operativos, creciese rápidamente y revolucionase el mercado tradicional de los anuncios clasificados. Así nació la popular Wallapop, y no fue ni en Estados Unidos ni en un país del norte de Europa, sino mucho más cerca, en Barcelona capital, al más puro estilo de los garajes destartalados de Silicion Valley.
Agustín Gómez, Gerard Olivé y Miguel Vicente fueron los padres de la aplicación española que a día de hoy conecta a miles de personas que compran y venden productos de segunda mano. La compañía catalana ya superaba los 12 millones de descargas en 2015, cuando en Vozpópuli contamos su historia, y se lanzaba a la conquista de los smartphones de EEUU con el propósito de competir con algunos de los portales de compraventa de gigantes del comercio electrónico como eBay.
"En solo cuatro meses, ya contamos con unos tres millones de descargas en EEUU", explicaba Agustín Gómez, CEO de Wallapop, que se dedicaba a la consultoría antes de emprender a los 34 años. "Eso sí, han salido muchos clones, así que ahora nos vamos a centrar en ganar la batalla en ese díficil continente y en consolidar nuestro negocio en España, Francia y Reino Unido".
Gómez reconoce que "jugar en primera división" en el campo de las startups es difícil si naces en España, donde la máxima financiación que puedes levantar en una ronda de capital riesgo gira en torno a los 2 millones de euros. Sin embargo, no es su caso.
La idea inicial fue la de lanzar un negocio de "economía colaborativa entre particulares", como son BlaBlaCar o Airbnb, pero dedicado a los anuncios clasificados. A día de hoy son miles de electrodomésticos, coches o complementos para el hogar los que los españoles publicitan a través de su app.
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