Arresto domiciliario para una persona sin hogar. Es la condena que ha impuesto el juzgado de lo penal número 1 de Vigo a Miguel Ángel Moya Domínguez, de 42 años, que deberá estar localizado permanentemente por una falta de hurto. En concreto, por haber robado en Baiona (Pontevedra) unos guantes, una bicicleta y unas gafas.
El condenado duerme desde hace más de un año en un cajero de La Caixa con un compañero abrigado con una manta y un lecho de cartones, según relata La Voz de Galicia. La sucursal ha llevado a cabo unas obras de reforma en la entrada de la misma, de manera que ambos sintecho se han tenido que 'mudar' al cajero del BBVA situado en la misma calle, aunque a ellos les resulta más incómodo: "Siempre es nuestro último recurso", decían al diario.
El juez considera probado que Miguel Ángel distrajo a la dependiente de un establecimiento el 29 de diciembre de 2013 para llevarse unos guantes valorados en 17,50 euros, una bicicleta de unos 200 euros de un portal cercano y unas gafas Rayban de 150 euros en una óptica. La Guardia Civil le detuvo días después al llevar encima todos los objetos sustraídos, que ya habían sido denunciados. Miguel Ángel admitió los hechos ante el juez de Instrucción, pero luego no se presentó al juicio para defenderse, de manera que la condena era casi incuestionable y así se materializó el pasado 21 de noviembre.
Sin embargo, el cumplimiento de la condena se hace más que complicado -a la par que contradictorio y alejado de la lógica-. Estar permanentemente localizado en el banco es imposible, además de la oposición frontal de los responsables de la entidad a que el sintecho permanezca allí las 24 horas del día. De hecho, bastante molestos están ya con que duerma allí cada noche, puesto que en ocasiones se instala con su amigo desde por la tarde, provocando quejas de algunos usuarios que han logrado que la Policía los desaloje en más de una ocasión.
Para el juez, sin embargo, Miguel Ángel tiene su domicilio en un albergue municipal, y debería ser allí donde cumpliera los cuatro días de localización permanente, pero tampoco los responsables del albergue lo ven posible, ya que los beneficiarios no pueden estar 24 horas seguidas allí. Si acuden por la noche deben marcharse a primera hora, y por el día se prestan otro tipo de servicios a personas en situación de exclusión social. Los dos sintecho admiten además que no les gusta el albergue porque "nos viene muy a desmano" y porque "a la hora de ducharse es una desgracia humana", aunque dicen que se come muy bien.
El propio Miguel Ángel también fue condenado por un delito de robo con fuerza a un año de prisión por romper el cristal del escaparate de una tienda de ropa y llevarse doce pares de calcetines.
Pero esta vez el cumplimiento de la sentencia se antoja complicada. "Sin vivir en ninguna casa no me pueden condenar a una localización permanente, lo veo ilógico total. Si quieren que cumpla la sentencia, que me paguen un hostal, que vale 12 euros la noche", sentencia Miguel Ángel, sevillano que lleva seis años en Galicia.
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