La universidad es lugar de encuentro y de diversidad, de conocimiento e intercambio. Los centros siempre están dispuestos a acoger al de fuera para enriquecerse y otorgarle nuevas dimensiones a los estudios, especialmente en cursos de posgrado y doctorado, donde la madurez de los alumnos permite una mayor riqueza para que los estudios fluyan. La teoría, tan bonita, a veces está capada por los más diversos obstáculos. A veces, incluso, es la geopolítica la que impone su fuerza para que algunos alumnos no puedan cursar determinadas materias.
La energía nuclear es uno de esos campos en los que el cuidado se extrema y los miedos se disparan. España tiene ocho centrales nucleares, por lo que es un estudio necesario en la universidad española todo lo relacionado con la industria atómica. Además de los conocimientos básicos que se dan en la ingeniería industrial la Universidad Politécnica de Madrid ofrece un posgrado anual en Ciencia y Tecnología Nuclear que tiene como principal objetivo "la capacitación para el desarrollo de las metodologías de simulación, de diseño y de análisis avanzado, necesarios en la investigación y el trabajo profesional, en el área nuclear, esto es, de los Reactores de Fisión y de Fusión Nuclear". De bastante prestigio, cada año recibe solicitudes de todo el mundo para cursar los estudios, pero no todos los que quieren pueden acceder, algunas nacionalidades están vetadas.
"Sin un acuerdo entre Irán e Estados Unidos no pueden utilizar los programas, no tiene sentido que les admitamos", comenta el catedrático Eduardo Gallego
Es el caso de los iraníes que este año enviaron cartas de recomendación a Eduardo Gallego, catedrático de la materia y coordinador del máster. Más allá del problema idiomático, que ahí está, el profesor sabía que en ningún caso tenía sentido que los estudiantes viajasen a Madrid para ampliar sus conocimientos en energía nuclear, pues no podrían recibir algunas de las clases ofrecidas en el máster.
Algunas de las asignaturas que se imparten en el programa requieren el uso de un programa de cálculo de origen estadounidense del que la Politécnica no es propietaria. El sistema tiene licencia y es condición imprescindible para poder utilizarlo identificarse antes. No entra en funcionamiento si el que lo usa es de un país que no tiene firmado un acuerdo en materia nuclear con los Estados Unidos. Irán, como es bien sabido, no lo tiene, por lo que sus estudiantes no podrían tocar las máquinas necesarias para entender los procesos de la fusión nuclear.
“Sin un acuerdo entre Irán y Estados Unidos no pueden utilizarlas, por lo que su admisión es imposible. No vamos a aceptar alumnos que no puedan llevar a cabo todo el temario”, cuenta el catedrático Gallego. La relación de Irán con la energía atómica es especialmente complicada y ha sido uno de los mayores miedos en geopolítica de la última década. El régimen de los Ayatolá ha coqueteado con la obtención de una bomba nuclear, especialmente cuando el presidente del país era Mahmud Ahmadineyad, conocido por sus soflamas contra Israel en las que sostenía con frecuencia que iba a borrar al país hebreo del mapa. Estados Unidos siempre ha intentado que el país persa nunca llegase a obtener la tecnología necesaria para desarrollar
Pakistán, también vetado
Irán no es el único país que se encuentra con este problema. También Pakistán, por ejemplo, está a falta de suscribir el acuerdo nuclear con Estados Unidos, por lo que el país asiático tampoco puede enviar a sus estudiantes a llevar a cabo los estudios. Tanto de Pakistán como de India llegan todos los años bastantes solicitudes, algo que es menos habitual con Irán. Otros países, como Corea del Norte, tampoco podrían acceder a la tecnología americana, pero por el momento no se conocen peticiones de esa nacionalidad.
Estados Unidos acostumbra a licenciar sus patentes tecnológicas en sectores estratégicos, algo de lo que España tuvo constancia en 2006 cuando intentó vender una serie de aviones militares a la Venezuela de Hugo Chávez. El país norteamericano advirtió que los reactores utilizaban tecnología bajo licencia estadounidense y que en ningún caso iban a conceder el permiso al país caribeño para utilizarla. España decidió no desoír las consignas estadounidenses, aunque eso supusiese perder un contrato de 500 millones de euros.
Existe otro motivo añadido por el cual la mayor parte de peticiones internacionales caen en saco roto. La universidad española, a diferencia de los modelos típicos anglosajones, no suele financiar los estudios y la mayor parte de las peticiones piden becas que la universidad no concede. “Las becas en España son cosa del ministerio, nosotros no tenemos dinero para la asignación así que no hay mucho que ver en ese sentido; si tuviésemos becas nuestras tendríamos que afinar más el proceso de selección, pero la mayor criba se da por esa vía”, cuenta Gallego.
En los últimos años muchos estudiantes de México y Ecuador han entrado en el programa con los estudios costeados con becas de sus países
De hecho, hay países que sí financian a sus estudiantes para que acudan a la universidad española, que goza de cierto prestigio internacional. Es el caso de México y Ecuador, que en los últimos años han enviado muchos alumnos al curso de adecuación atómica de la Universidad Politécnica de Madrid.
Las conversaciones entre Irán y Estados Unidos, una relación espacialmente difícil en las últimas cuatro décadas, parecen ir por buen camino. El nuevo gobierno persa es más colaborador, Obama tiene en la cabeza el diálogo. Aunque con Irán siempre es posible un cambio drástico, pues el Consejo de Guardianes de la Revolución -el grupo de personalidades religiosas que tiene los máximos poderes en el país- siempre puede dar un volantazo a la situación. Si todo va cambiando por el camino que tienen las negociaciones actualmente es probable que en un futuro no muy lejano los iraníes tengan alguna posibilidad de estudiar ingeniería atómica en Madrid. A pesar del idioma.
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